El hermano de las Koplowitz acude a un mediador sevillano para reclamar su parte de la herencia paterna

Un litigio millonario

Carlos Koplowitz, que también tiene el caso en la ONU tras una sucesión de varapalos judiciales tanto en España como en Europa, se pone ahora en manos de Javier Alés, profesor de la Loyola y miembro del Foro Internacional de Mediadores Profesionales

Un abogado de Sevilla irá a la ONU por la herencia de Ernesto Koplowitz

La mediación como herramienta de la vida

Javier Alés Sioli, experto en mediación y profesor del área Jurídica de Loyola Másteres, donde dirige el Curso de Especialización en Mediación.
Javier Alés Sioli, experto en mediación y profesor en la Universidad Loyola. / Juan Carlos Muñoz

Carlos Koplowitz, hijo extramatrimonial de Ernesto Koplowitz y una mujer venezolana y por tanto hermano de las famosas empresarias Alicia y Esther Koplowitz, ha decidido dar un paso más en el litigio por la herencia de su padre, que sus hermanas le niegan a pesar de que los tribunales le dieron la razón en su demanda de filiación. Además de estar representado por el abogado sevillano Fernando Osuna, que en estos momentos tiene el caso en la ONU, Koplowitz también ha puesto el caso en manos de un mediador también sevillano: Javier Alés. Miembro del Foro Internacional de Mediadores Profesionales, su plan pasa por sentar en la misma mesa a Koplowitz con sus hermanas "o alguien de su entorno".

Así lo ha comunicado este martes el propio Fernando Osuna, que califica a su compañero como un "resolutivo mediador". Profesor en la Universidad Loyola, "ha obtenido muy buenos resultados en América, Asia y Europa en ligitios de toda índole", como "guerrillas, terrorismo, desarmes, disputas familiares, problemas religiosos, conflictos étnicos, refugiados y derechos humanos en general", ha apostillado.

Según Osuna, esta nueva posibilidad de acuerdo "no paraliza" la tramitación del caso ante la ONU, que fue anunciada por él mismo a finales de 2023 después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) desestimase el recurso que presentó para reclamar su parte de la herencia del patriarca, fallecido en 1962. 

Osuna basa sus esperanzas en que existió “vida familiar entre su padre y su madre cuando él era un bebé” y que las propias Koplowitz lo trataron "como a un hermano" durante muchos años, hasta que él quiso hacer valer sus derechos como parte de la familia. No hay muchos más motivos para pensar en el desenlace con el que sueñan, ya que todos los tribunales, españoles y europeos, han rechazado su pretensión.

En un escueto comunicado enviado a mediados de septiembre, el TEDH informó a Osuna de que no admitía su demanda y de que esa decisión era “definitiva”. Y no le daba más explicaciones. “Las leyes españolas no permiten que hereden hijos extramatrimoniales cuyos padres fallecieran antes de la Constitución (1978). Eso colisiona con los criterios del TEDH, que en varias sentencias establece que si ha habido vida familiar, sí hereda. En este caso la hubo porque el padre sentía un profundo amor por su hijo. La mala suerte es que sólo lo pudo disfrutar un año”, relató el letrado durante una comparecencia ante la prensa junto al propio Koplowitz.

Si la jurisprudencia del TEDH era favorable a su reclamación, ¿por qué la desestimó? “Ha dicho que no sin motivación. Nos ha chocado, hemos invocado siete u ocho sentencias pero no admite la demanda”, respondió. Por eso Osuna recurrió a la última vía, la Sección de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra (Suiza). “Vamos a seguir luchando, es injusto que el hijo no herede sólo por no haber habido matrimonio”, anunció el letrado, que ya entonces manejaba alternativas como buscar “un mediador de prestigio que intente conciliar a las hermanas con Carlos” o negociar directamente con ellas.

“Estoy en una cierta precariedad. Vivo una situación difícil, económica y socialmente”, dijo por su parte Carlos Koplowitz. “Por un conflicto con la madre de mi hija, hemos ido a juicio y ha sido muy complicado. Luchar por mi hija me ha costado mi vida profesional y personal”, indicó el demandante, que tiene 62 años y nació un año antes de que su progenitor falleciese en un accidente de tráfico. Ahora intenta salir adelante dando clases de tenis, ejerciendo de coach de recursos humanos y alquilando una habitación, con el problema añadido de que ni siquiera es propietario.

“Aunque no tenga dinero para comer correctamente, vendré siempre a España a defender mis derechos morales. No pido millones, pido una solución a una situación humana. Llevo con esta lucha desde 1988. En 2013 se comprobó que yo era hijo de mi padre, así que llevo diez años con el tema de la herencia. Estoy segurísimo de que mi padre habría querido que hubiera comprensión y diálogo”, aseveró.

“La Audiencia de Madrid dijo que moralmente tengo derecho a algo y yo sigo con la esperanza de que vamos a encontrar una solución. Es una cuestión de humanidad, hay valores morales que harán que luche hasta mi último suspiro. Se lo debo a mi padre, a mi madre y a mí mismo”, añadió Koplowitz, que lleva ya mucho tiempo sin tener trato alguno con sus hermanas. “A partir de que decidí abrir una puerta hacia el pasado y ser llamado como mi padre, eso marcó el fin de la relación. Para mis hermanas, todo lo que tiene que ver con el pasado no se abre”, explicó.

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