"¿Lo he matado? Ahora sí que me va a caer la perpetua"
Jurado popular
El Barriga preguntó a dos policías locales de Brenes por la víctima a la que había dejado malherida y que falleció y se hizo a la idea de ser condenado a prisión permanente revisable porque ya era su tercer homicidio, aunque el que cometió cuando era menor lo 'libra' de esa pena
El testigo número 1 del Arny, que estuvo toda la segunda sesión apuntando preguntas que después pasaba a su abogado, fue reconocido por el segundo varón herido como el autor del ataque, aunque el acusado negó ese intento de homicidio en particular
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El juicio a José Antonio Sánchez Barriga por el homicidio de un hombre en Brenes ha experimentado un acelerón tan sustancial que el presidente del tribunal, al final de la segunda sesión, adelantó al jurado popular la “buena noticia” de que la vista oral seguramente concluirá este miércoles. No es de extrañar, teniendo en cuenta que ayer declararon una decena de testigos. Uno de ellos fue un policía local que arrestó al Barriga en una azotea y que relató que, tras detenerlo, les dijo a él y a su compañero: “¿Lo he matado?”. Poco después les comentó que “se le había ido de las manos” y antes de entrar en el patrullero murmuró “ahora sí que me va a caer la perpetua”.
Con esa reflexión tan fría en un momento que se suponía de especial tensión, el que en su día fue conocido como el testigo número 1 del caso Arny se refería a que ese homicidio era el tercero en su macabro palmarés, lo que en teoría lo abocaba a ser castigado con la prisión permanente revisable. Haber causado la muerte de tres personas es efectivamente uno de los casos que contempla el Código Penal como susceptibles de provocar esa condena. Ahora bien, el primero de los crímenes fue cometido por el Barriga cuando era menor de edad y, aunque le faltaba poco tiempo para cumplir 18 años, ese primer delito no computa a efectos de lo que él llamó "la perpetua".
De vuelta al juicio por lo ocurrido en Brenes el 5 de febrero de 2021, otro agente contó ayer un detalle más relevante si cabe de cara al desenlace del juicio. Al entrar en la casa donde se produjo el suceso, el segundo varón que resultó herido grave le dijo “ha sido el Barriga”. El acusado aseguró el lunes que él había matado a la víctima mortal y había agredido a su novia, pero negó que hubiese intentado acabar con la vida precisamente de esa tercera víctima.
El instrumento empleado, según explicaron ayer las forenses que practicaron la autopsia a la víctima mortal, fue un calabozo, un “arma bastante peculiar” que no es más que una variante del hacha que se usa en labores agrícolas. El fallecido recibió en concreto tres golpes en el cráneo y otro en el cuello que le seccionó la yugular. Murió como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico y cervical severo y un shock hipovolémico (se desangró).
Las expertas del Instituto de Medicina Legal acompañaron sus explicaciones con un reportaje fotográfico inevitablemente explícito del cadáver y las diferentes hendiduras que sufrió. La crudeza de las imágenes no sentó especialmente bien a algunos componentes del jurado, pero lo llamativo de la escena fue que el Barriga no perdió detalle del dantesco estropicio físico que le causó a la víctima. Normalmente, los acusados en este tipo de situación suelen apartar la mirada de la pantalla y quedarse cabizbajos. No fue lo único extraño del comportamiento del encausado, que se pasó buena parte de la sesión tomando notas con un bolígrafo en un folio. En realidad lo que estaba haciendo es formular preguntas que después pasaba a su abogado para que este se las hiciese al testigo de turno.
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