Dos gemelas contra Vox y viceversa

Altercado en el Pumarejo

La activista de memoria histórica Paqui Maqueda sigue “alucinada” tras un juicio en el que la acusación preguntó si había enseñado el DNI en un viaje a Pontevedra o si se ponía las gafas más que su hermana

La Fiscalía pide la absolución de la activista Paqui Maqueda por los incidentes durante un acto de Vox en el Pumarejo

La Audiencia no ve delito de odio por los destrozos de una carpa de Vox en el Pumarejo

Paqui Maqueda (a la izquierda) y su hermana gemela Gracia (a la derecha), el pasado lunes en los juzgados junto a Sandra Heredia y Cristina Honorato. / Adelante Andalucía

“Nosotras siempre tiramos para delante y somos gente honrada. Eso es lo que nos legó mi padre”. Paqui Maqueda, presidenta de la asociación de memoria histórica Nuestra Memoria, habla así de ella misma y de su hermana gemela, Gracia, unos días después de ser juzgada por un altercado con unos militantes de Vox en la plaza del Pumarejo que ocurrió el 26 de noviembre de 2021. Salvo sorpresa, será absuelta de tres delitos leves (coacción, daños y hurto) porque así lo pidió la misma Fiscalía que antes la acusaba. El motivo es simple: aquella tarde, ella estaba en Pontevedra para dar una conferencia. En la Macarena estuvo su gemela, y así consta en la documentación que la Policía requirió a los presentes, pero el abogado de Vox no debió de examinarla. Gracia, que ya no puede ser enjuiciada porque el supuesto delito ha prescrito, declaró como testigo y negó haber amenazado a los simpatizantes de Vox y haberse llevado la lona de una carpa informativa, pero admitió haber estado en el Pumarejo. La formación política, pese a todo, la acusó de mentir.

“Si no hubiese estado en Pontevedra, habría estado allí con Gracia”, deja claro Paqui. “Nuestro bisabuelo fue asesinado y desapareció en Carmona. Uno de sus hijos fue preso esclavo, otro fue asesinado en el 39 y otro acabó preso. A mi abuela Francisca (por ella la llamaron así) no se sabe qué le hicieron, nunca lo contó. Y a mi madre le quitaron un hijo que tuvo en el 63 en García Morato”, rememora. “Emprendimos este camino hace ya más de veinte años”, añade.

Por si no había tenido bastante con semejante historia familiar, el pasado lunes se enfrentó en el Juzgado de Instrucción número 9 a una situación “rocambolesca” que incluyó preguntas sobre quién se ponía más las gafas, si Paqui o Gracia, o los continuos aspavientos del letrado de Vox dando por hecho que el supuesto engaño estaba quedando al descubierto. No lo estaría tanto cuando el fiscal aceptó la irrefutable evidencia de que quien llamó “fascistas” a sus compañeros de partido fue la testigo, no la acusada. “Yo no puedo estar sin gafas, no veo, pero mi hermana no las lleva casi nunca. Y lo dijeron al revés, fíjese el nivel de confusión que tenían. Pero no dan marcha atrás”, critica Paqui.

La fase oftalmológica del juicio fue tan surrealista como cuando la acusación preguntó a la testigo de Pontevedra que acompañó a Paqui durante los tres días que permaneció allí si había visto su DNI. Tras decir que no, el abogado de Vox hizo de nuevo un gesto casi triunfal. Luego pasó lo que pasó con el fiscal, claro. “No se han preocupado de mirar el DNI de mi hermana y yo no me puedo subir a un avión sin enseñar el mío, tengo que ser quien digo que soy”, dice Paqui. “La denuncia está en la causa y ahí sale el DNI de mi hermana. Ellos deberían haber confrontado eso”, opina. Vox lo hizo tras el juicio y pidió a la magistrada que reclamase a la Policía el acta de lo ocurrido aquella tarde. Tarde, valga la redundancia, porque el documento ya figuraba en la causa. “Mi hermana estaba alucinada, como yo y como todos. Espero que la sensatez se abra camino, aunque también esperaba que la solución fuese inmediata tras demostrar que no estuve allí y, sin embargo, acabamos en un juicio”, dice.

Trabajadora social, como su hermana, y directora de los centros cívicos El Esqueleto y Torre del Agua, Paqui acudió el jueves a la cárcel a presentar su libro ‘La cuerda’ junto a su hermana. “Entregamos nuestros carnets, no hubo problemas”, bromea. “Fuimos al club de lectura con los presos y fue precioso, un debate político de alto nivel y cargado de sensibilidad”, se congratula. ¿Más nivel que en los juzgados? “Hombre, por favor, en cuanto a sensibilidad en el juicio no hubo ninguna, por lo menos por parte de esta gente”, responde. “Tienen la cabeza para embestir, no para pensar, como decía Machado, y les da igual mentir por el camino. Me parece muy fuerte que el abogado insistiera en algo tan peregrino como que era yo pero que ahora le quiero echar el marrón a mi hermana y que ella estaba allí. Yo soy mayor, dueña de mis actos y responsable de lo que hago”, reflexiona.

¿Y por qué Vox se empecinó en acusar a Paqui Maqueda y no a su hermana? “Yo soy más mediática”, explica la primera. Así es, y no porque ahora sea la número 2 de Adelante Andalucía para las elecciones municipales en Sevilla (”eso los habrá reventado”, advierte). Lo es desde su aparición en la Basílica de la Macarena la madrugada que salieron de allí los restos de Queipo de Llano. “Decían que yo lideraba no sé qué. ¿Yo qué voy a liderar, si estaba yo sola?”, ironiza dentro de la seriedad de un asunto que la colocó en una tesitura personal difícil. “Publicaron mi dirección y he temido por mi integridad física. Ya no vivía en ese domicilio, pero tuve que decirles a los que viven ahora que tengan cuidado”, cuenta.

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