Los forenses no entienden la "parafernalia" de bolsas, palos y un hierro que montó el asesino de Alcalá para matar al Chicho
Asesinato y robo
Los responsables de la autopsia no ven "qué sentido tenía" que el acusado hiciese un torniquete con todos esos objetos porque para estrangular a la víctima le bastó con "una camiseta y una tela roja"
Los expertos concluyen que Fernando Jesús L.G. no sufría una intoxicación aguda de alcohol y drogas en el momento del crimen: la Fiscalía sigue pidiendo 29 años de cárcel y la defensa, 5 años por homicidio
"Al Chicho no lo vais a ver más, lo he matado"
El juicio por la muerte violenta de un hombre en un descampado de Alcalá de Guadaíra, el 24 de septiembre de 2022, quedó ayer visto para el veredicto del jurado popular que deberá determinar si Fernando Jesús L.G., acusado de acabar con la vida de quien en el pueblo era conocido como Chicho, es culpable de un asesinato más un robo con violencia o sólo de un homicidio. Lo que quedó claro en la última jornada de la vista es que la víctima primero fue golpeada en la cabeza, después cayó al suelo inconsciente o con una conmoción, acto seguido resultó estrangulada con una camiseta y una tela roja y finalmente, ya sin vida, fue maniatado con varias bolsas de plástico. El asesino también cubrió su rostro con otras bolsas que enlazó con dos palos y un fragmento de hierro que los forenses asocian a un intento de practicar un torniquete, pero no se explican esa "parafernalia".
Así se expresaron los peritos que realizaron la autopsia al cuerpo del Chicho, que acompañaron sus explicaciones con fotografías bastante explícitas del cadáver. El cuerpo apareció tendido en el suelo, boca arriba, junto a un árbol y con dos bolsas alrededor del cuello, cada una de ellas atada a un palo. Bajo la cabeza también había una camiseta y una tela roja que rodeaban el cuello. Las manos, por último, estaban maniatadas con "dos bolsas que hacían dos ochos" a modo de atadura.
Los forenses identificaron dos tipos de lesiones. Las mortales eran las del cuello, que presentaba "un surco que cogía toda la parte frontal y los laterales" como consecuencia de la presión aplicada con las dos prendas textiles. La causa directa fue una "estrangulación a lazo". Y aparte había lesiones no letales producidas por los palos (uno de ellos estaba adherido a la piel por la sangre ya coagulada de la víctima) y ese trozo de hierro, "seguramente de una reja", además de "arañazos".
"La estrangulación se produce con la tela. Los palos no sabemos qué sentido tenían. Esa parafernalia... Con la camiseta fue suficiente", dijeron los peritos.
El segundo grupo de lesiones era sólo de contusiones, mayormente en la cabeza pero "sin consecuencias internas". De hecho, calificaron el traumatismo craneal de "leve" y han apostillado que "causaría una conmoción" a la víctima.
La secuencia del crimen, por tanto, habría empezado con "una pelea inicial, frente a frente", ya que la víctima presentaba algunas heridas defensivas. Después vendrían "las heridas contusas" (el golpetazo en la cabeza, que según el encausado fue con una piedra) y la consecuente "caída hacia atrás" del Chicho. "Las contusiones ya le pudieron provocar el estado de conmoción, sin necesidad de caerse", apostilló uno de los forenses. El episodio definitivo habría sido la estrangulación y el último, el amarre de las manos.
Basándose en esta prueba pericial, la Fiscalía modificó su relato de los hechos porque inicialmente pensó que la víctima estaba indefensa porque Fernando Jesús L.G. lo maniató y después lo mató. En cualquier caso, en sus conclusiones definitivas, la acusación apostó por el asesinato con robo y mantuvo su petición de 29 años de cárcel en total al entender que el Chicho no tuvo posibilidad de repeler el ataque y que el acusado "se aprovechó de una persona que estaba indefensa en el suelo". Para esta parte, en el asesinato concurren las agravantes de alevosía (la víctima no pudo defenderse) y de cometer el delito para perpetrar otro, el robo de la cartilla bancaria y el dinero con el que supuestamente se compró un móvil ese mismo día.
La defensa, por su parte, renunció a la absolución y solicitó una pena de 5 años por un delito de homicidio con la eximente incompleta de drogadicción y alcoholismo y la atenuante de confesión. La Fiscalía se negó a aceptar ninguna circunstancia que atenúe la condena. Y para ello se volvió a basar en las distintas peritos que examinaron al acusado psíquica y toxicológicamente.
Respecto al alcohol y las drogas, aun asumiendo que Fernando Jesús L.G. era consumidor habitual, las especialistas dedujeron que en el momento del crimen no sufría ninguna intoxicación. "Sus funciones no estaban alteradas", aseguró una de las psiquiatras. "Si hubiese estado intoxicado, sus capacidades se verían mermadas, pero en este caso, por lo que manifestaron él mismo y los testigos del bar, no hubo episodio de intoxicación. Él cuenta que se enfadó y que le dio un golpe en la cabeza", añadió. Las forenses también destacaron que el procesado no ha sufrido "trastorno por dependencia", es decir, síndrome de abstinencia, en ningún momento a lo largo de estos años.
En cuanto a la confesión, a pesar de que Fernando Jesús L.G. se entregó voluntariamente en la comisaría y que confesó el delito a dos responsables de la venta donde había desayunado con la víctima minutos antes de matarlo, además de a varios policías durante la posterior investigación, la fiscal entiende que lo hizo por interés y no por colaborar con la Justicia. "Se presentó en la comisaría porque no tenía más remedio. Ha mentido constantemente, nos ha contado hasta donde le ha convenido", alegó en su informe.
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