Los forenses confirman que la niña fue arrojada "con vida" a la fosa tras dispararle en la cabeza
Triple asesinato de Dos Hermanas
Uno de los médicos relata que la extracción de los cuerpos se realizó como en una "excavación arqueológica", a golpe de cepillo y paleta para no perjudicar la posterior autopsia.
Los médicos forenses que practicaron la autopsia a las víctimas del triple asesinato de Dos Hermanas han confirmado este jueves en el juicio que la pequeña Lucía Begines, de sólo seis años, fue arrojada a la fosa séptica aún "con vida" después de que le dispararan en la cabeza y de hecho llegó a respirar la cal viva que había en la fosa.
Así lo han asegurado en su declaración en el juicio contra Ricardo García Hernández, el Pollino, y los otros seis acusados, los forenses Antonio Rico y José Luis Laborda, quienes han señalado que los tres cuerpos se hallaban en un "avanzado estado de descomposición". La niña tenía un proyectil alojado en la región parietal derecha que presentaba una imagen de "ojo de cerradura", lo que significa que la bala entró de forma tangencial en el cráneo, según el experto, que ha añadido que le dispararon desde una posición de frente y a la derecha.
Lo más relevante con respecto a la autopsia de la niña es que, según los forenses, la menor "respiró dentro de la fosa", llegando a concluir que los dos factores que influyeron en la muerte fueron "el disparo y la aspiración de las sustancias de la fosa". Además, la niña tenía lesiones por contusiones en la cara, la frente, en el tronco y en los brazos.
Otra forense, Ana Sánchez, ha indicado que en la tráquea de la niña había lesiones por causticación, quemaduras provocadas por el óxido de calcio, la cal viva, y ha explicado que "puede ser que se vertiera cal a la fosa o que ésta procediera del cemento" con el que se rellenó la fosa séptica, pero en cualquier caso ha aseverado que la niña "aspiró" esa sustancia.
En cuanto a la autopsia de la madre, Sandra Capitán, los forenses han señalado que recibió cinco disparos, uno de ellos realizado "a bocajarro o a cañón tocante", ninguno de los cuales penetró en el cráneo, aunque uno provocó una pequeña fractura en la pared más externa del cráneo, han precisado.
La autopsia del turco Yilmaz Giraz reveló que su muerte se produjo en el acto como consecuencia de un disparo que recibió en la cabeza, si bien también tenía otros dos tipos de lesiones, como contusiones en los brazos, piernas y tórax, y quemaduras alrededor de las muñecas tras haber sido amarrado. El disparo se efectuó con el cañón prácticamente en sentido horizontal a la línea del suelo, y aunque no fue a quemarropa, la distancia era corta, de entre un metro o metro y medio, han concluido.
Como en una "excavación arqueológica"
Por su parte, uno de los cuatro médicos forenses que intervino en el levantamiento de los cadáveres, Joaquín Lucena, ha destacado las especiales circunstancias en las que se desarrolló su labor. "Jamás me he enfrentado a un levantamiento como éste, con tantos grupos especiales y tantos médicos forenses. Nunca hemos visto una situación como ésta, y he levantado miles de cadáveres en los 34 años" de profesión, ha explicado el forense, que ha precisado que la extracción de los cuerpos se realizó "como en una excavación arqueológica, a golpe de cepillo y paleta" para no producir un grave deterioro de los mismos que pudiera perjudicar la realización de las autopsias.
El doctor ha dicho que se sobre las 15:00 horas del domingo 1 de octubre de 2017 -la excavación había comenzado el día anterior, cuando se detuvo a los miembros del clan familiar de Los Cabos- detectaron un olor importante a putrefacción y tenían sospechas de que podía haber restos humanos, y en ese momento ese había profundizado en torno a un metro de profundidad de los dos que tenia la fosa séptica.
Sobre las 22:00 horas de ese mismo día descubrieron lo que podía ser un torso humano, ha añadido este forense, que ha recordado que además del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) de la Policía Nacional y de los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME), fue necesaria la intervención de los Bomberos de Dos Hermanas para causar el "mínimo destrozo" de los cuerpos durante la extracción.
Ha explicado asimismo que primero se extrajo el cadáver de Sandra Capitán, después el del turco Yilmaz Giraz, y en último lugar el de la pequeña Lucía Begines, de sólo seis años, que tuvo que ser extraído en tres partes porque estaba en el fondo de la fosa y con el cráneo pegado al hormigón que se había vertido para sellar la fosa tras arrojar a las víctimas. También se pasó un detector de metales por el fondo, que resultó negativo.
Aunque los forenses no han podido determinar con exactitud la data de la muerte, sí que han precisado que el intervalo post-mortem correspondía con "la tarde de la desaparición de las tres personas", es decir, la tarde del sábado 16 de septiembre de 2017, y también han determinado que para manejar los cuerpos y arrojarlos a la fosa debieron intervenir "más de una persona".
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