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El escenario del triple crimen atribuido al Pollino fue limpiado a conciencia

Triple asesinato en Dos Hermanas

El inspector de la Policía Científica que participó en la inspección ocular relata ante el jurado las enormes dificultades que tuvieron para recuperar los cadáveres de la fosa séptica.

Un agente de Homicidios dentro de la fosa donde fueron recuperados los cadáveres.

El domicilio ubicado en el número 168 de la calle Cerro Blanco de Dos Hermanas, donde se produjo el triple asesinato del turco Yilmaz Giraz, su mujer, Sandra Capitán, y la hija de ésta, Lucia Begines, fue limpiado a conciencia después de que se produjeran los crímenes para no dejar rastro de los mismos. "El domicilio con total seguridad había sido limpiado, no me cabe la menor duda, estaba totalmente limpio", así de contundente se ha pronunciado un inspector de la Policía Científica que intervino en la inspección ocular durante los levantamientos de los tres cadáveres.

El funcionario policial, que ha declarado este miércoles en el juicio que se sigue contra Ricardo García Hernández, el Pollino, y los otros seis acusados, ha relatado en primer lugar las "dificultades terribles" que tuvieron para acceder al inmueble en la mañana del 30 de septiembre de 2017, dado que el mismo contaba con unas medidas de seguridad "bastante fuertes", lo que provocó que tuvieran que acceder al mismo tras desanclar las rejas de una ventana.

En una primera inspección, los agentes no apreciaron que allí pudiera vivir nadie, puesto que prácticamente no había muebles, y se buscó restos de sangre en las habitaciones con diversos elementos químicos, pero el domicilio estaba completamente limpio.

Un agente interviene en la excavación de la fosa.

Los miembros de la Policía Científica, ha proseguido el inspector, fueron llamados ese mismo día por la tarde, con motivo de las excavaciones que se estaban realizando en el cuarto de baño, que avanzaban de forma muy lenta y con muchas dificultades. Así, fueron recogiendo, a medida que se profundizaban en la excavación, diversos objetos, como hebillas o piezas metálicas o un fragmento de una brida de color negro. "Las dificultades fueron enormes para avanzar en la excavación y tuvieron que participar además del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) de la Policía, la Unidad Militar de Emergencias (UME) y los Bomberos de Dos Hermanas", ha destacado el funcionario policial.

Según los testigos que han declarado en el juicio, la fosa había sido cubierta con casi ocho metros cúbicos de hormigón líquido, y varios albañiles la habían cerrado posteriormente con mortero y ferralla, con lo que la estructura había quedado muy compacta.

A medida que avanzaban las labores en la fosa, que tenía una profundidad unos dos metros, los agentes de la Policía Científica fueron recuperando otros objetos como una funda de unas gafas, una vaina de un proyectil percutido y una pieza metálica, hasta que sobre las 00:30 horas del 1 de octubre de 2017 aparecieron restos que podrían ser humanos. En ese momento, se interrumpió la inspección ocular, que se reanudó sobre las 15:00 horas de ese día, una vez personada en la zona el médico forense y la comisión judicial.

La botella de agua encontrada, marcada con un círculo rojo.

A continuación fue hallada una "botella de agua pequeña", en cuyo interior había seis vainas percutidas y un cargador completo sin percutir. En ese momento, según el funcionario, ya se habían "vislumbrado los cuerpos" de las tres víctimas y además se halló un conjunto de bridas y cinta americana, "todo envuelto en forma de pelota".

Después de hallar todos estos objetos, las labores continuaron para la extracción de los tres cadáveres de las víctimas, que fueron igualmente "difíciles", ha dicho el inspector, que ha añadido que en el caso de las dos personas adultas, los cuerpos estaban "semientrelazados".

La botella de plástico, con las vainas percutidas en su interior.

Durante la declaración de este funcionario de la Policía Científica, el magistrado que preside el juicio ha hecho una advertencia para que no se muestren "imágenes escabrosas" del reportaje fotográfico que el testigo ha ido enseñando durante su comparecencia.

Tanto en la botella de plástico como en las vainas no se hallaron ningún tipo de huellas, si bien en la botella sí se comprobó que había ADN de uno de los acusados, David Ramón Hurtado Pino, el Tapita, quien en su declaración en el juicio ha reconocido que estuvo bebiendo agua en una botella pero ha negado cualquier participación en los asesinatos, dado que según ha sostenido se marchó del domicilio tras dejar reducido al turco y antes de que entraran a la vivienda la mujer y la niña.

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