El brutal relato del crimen machista de la Macarena: la Policía halló al asesino dormido junto al cadáver de Maricel
Violencia de género
La Fiscalía pide 26 años de cárcel para el homicida confeso, al que acusa de estrangular a su pareja, darle “bocados” y agredirla con unas pesas, una botella rota y un cuchillo porque "no aceptaba" que ella rompiese con él
Mata a su ex pareja degollándola en Sevilla
La calle Niña de la Alfalfa, a medio camino entre La Barzola y el Polígono Norte, amaneció el domingo 3 de septiembre de 2023 con la trágica noticia de que Maricel, una filipina afincada en Sevilla, había sido asesinada esa noche por su hasta entonces pareja, Christopher M.E., un compatriota con el que acababa de romper porque había emprendido una relación con otro hombre. El homicida se reconoció como autor del crimen ante la Policía. Un año después de aquel truculento hecho, el juicio sigue pendiente de fecha en la Audiencia de Sevilla pero ya se conoce la pena que la Fiscalía solicita para el acusado: 26 años de cárcel. Así figura en su escrito de calificación provisional, que también es un estremecedor y crudo relato de lo ocurrido antes, durante y después del asesinato.
Christopher, de 44 años en el momento de los hechos, y Maricel, de 46, se conocieron en Vigo y comenzaron su relación en septiembre de 2020. En abril de 2021, él aterrizó en Sevilla para trabajar en un restaurante de Nervión. Ella viajó un mes después. Convivían en una habitación que habían alquilado en un piso donde residían otros compatriotas suyos. Maricel era viuda: paradójicamente, su marido había sido asesinado en Filipinas. De ese matrimonio venían sus dos hijos, un chico de 27 años y una chica de 24.
De junio a agosto de 2023, la víctima trabajó como interna para una familia en la playa y el procesado se quedó en Sevilla. Un día, a él se le estropeó el móvil y al utilizar la tableta de su novia “comprobó que había tenido una conversación con un chico llamado D.”, según indica la Fiscalía. Poco después, ella regresó a la ciudad por unas horas, él “le pidió explicaciones” y ella “le dijo que quería dejar la relación”.
Aquella vez no pasó nada, pero el drama se precipitó cuando ella retornó por fin de su trabajo veraniego el 2 de septiembre. Entonces confirmó a Christopher que “había empezado una relación” con el otro hombre. “El acusado, que no aceptó la ruptura, se enfureció y le dio dos bofetadas”, prosigue la acusación pública. A pesar de esa primera agresión, ambos salieron por la tarde a dar una vuelta por un parque cercano y beber cerveza. Maricel “sólo bebió un vaso”, mientras que su acompañante se tomó el resto de la botella y compró otra que se llevó a la habitación.
Tras regresar de ese paseo vespertino, Maricel contó por teléfono a su excuñada que “no se encontraba bien”, así que esta última mujer y su hija fueron a recogerla y se marcharon a cenar a casa de los suegros de su antigua familiar política. Allí contó a todos el episodio del abofeteamiento. El matrimonio le ofreció pasar la noche con ellos, pero ella “declinó la invitación” porque al día siguiente debía marcharse de nuevo con la familia para la que trabajaba de interna. A las once de la noche estaba de vuelta en su bloque, aunque antes quedó con su excuñada y la hija para ir a misa el domingo.
Cuando entró en la habitación que tenían alquilada, Christopher ya estaba allí y de nuevo le insistió en que quería dejar la relación. A continuación se acostó. A las dos de la mañana, sin embargo, comenzó la violenta secuencia que pondría fin a su vida. El acusado le dio primero otras dos bofetadas y “la cogió por el cuello e intentó estrangularla para que no gritara”. Después cogió “dos mancuernas” de hacer ejercicio y la golpeó en la cabeza. Antes de quedarse “inconsciente y sin posibilidad alguna de defenderse”, Maricel “consiguió gritar un poco, pero no fue suficiente” para que la oyera la única inquilina que estaba a esa hora en el piso. Acto seguido, él “fracturó la botella” que había comprado, ya vacía, y con ella agredió a la víctima “por todo el cuerpo y la cara”. Acto seguido la atacó con un cuchillo y finalmente “le dio varios bocados en el cuerpo”.
Pasadas las cinco de la madrugada, continúa la Fiscalía, Christopher usó el móvil de la ya fallecida para mandar mensajes tanto a la nueva pareja de ella como a su hija. Al primero lo llamó “gilipollas, estúpido e idiota” y le dijo que habían terminado. La hija de Maricel, en cambio, no picó. Cuando le exigió que se pusiera su progenitora, él acabó escribiéndole “tu madre está durmiendo profundamente”. Tras eso se cambió de ropa, salió a comprar una botella de whisky y “se echó en la cama al lado” del cadáver. Y no sólo se tendió, sino que “se quedó dormido” hasta que la Policía, alertada por los familiares de la mujer y por una inquilina que había visto sangre en el baño, lo despertó sobre las 9.45 de la mañana.
La Fiscalía pide veinticinco años de prisión para Christopher por un delito de asesinato con alevosía, con las agravantes de parentesco y género, y un año por un delito de maltrato en el ámbito familiar. También reclama que se le prohíba acercarse a los dos hijos de la víctima.
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