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El Barriga confiesa el crimen de Brenes: "La Fiscalía tiene razón en el homicidio, fui yo"

Jurado popular

El testigo número 1 del caso Arny confiesa que acabó con la vida de un hombre al que había conocido en la cárcel y que intentó hacer lo mismo con su pareja en una casa de Brenes, pero niega que tratase de matar a un segundo varón

Ninguno de los dos supervivientes se ha presentado en el juicio celebrado en la Audiencia de Sevilla, en el que la Fiscalía inicialmente pide 31 años de cárcel para el acusado

El testigo número 1 del caso Arny será juzgado a partir del 19 de junio por matar a un antiguo compañero de cárcel

José Antonio Sánchez Barriga (de espaldas), durante la primera sesión del juicio por el crimen de Brenes. / José Ángel García

José Antonio Sánchez Barriga, que se hizo famoso en los años 90 al ser el testigo protegido del caso Arny, ha reconocido este lunes en la Audiencia de Sevilla dos de los tres delitos por los que ha empezado a ser juzgado por un jurado popular y por los que se expone a una petición de la Fiscalía de 31 años de cárcel. El caso tiene que ver con la muerte violenta de un hombre, al que conoció en la cárcel, y el intento de matar a otras dos personas. Los hechos ocurrieron el 5 de febrero de 2021 en una vivienda de Brenes y el acusado ha confesado que acabó con la vida de la primera víctima y que trató de hacer lo mismo con su pareja sentimental, pero ha negado cualquier intervención en la segunda tentativa de homicidio, que se saldó con otro varón herido.

"En parte la Fiscalía tiene razón. En la parte del homicidio tiene razón, fui yo. El homicidio lo reconozco, el intento de homicidio de la mujer también, pero el del otro no fui yo", ha resumido El Barriga, que sólo ha contestado a su abogado.

El interrogatorio, en realidad, no ha durado ni cinco minutos. Tras confesar esa parte de la acusación, el encausado ha alegado que estuvo consumiendo droga "horas antes" del crimen y ha explicado que la discusión que tuvo tan fatal desenlace tuvo su origen igualmente en las sustancias estupefacientes: "Íbamos a vender en el pueblo y al final pusimos una parte de dinero cada uno. La mía consistía en 27 o 28 euros. Yo fui a un bazar a por una botella de whisky, pero estaba cerrado. Y al llegar ya faltaba una parte de mi dinero", ha relatado.

Hasta ahí ha llegado la declaración del homicida confeso. Y poco más ha dado de sí la primera de las cuatro sesiones previstas de esta vista, ya que ninguno de los dos testigos principales, los supervivientes de aquella noche, se ha personado en el Palacio de Justicia. La esposa del fallecido, según ha informado la fiscal, se encuentra en un estado "semicatatónico", así que "no está en condiciones físicas ni mentales" para comparecer ante un tribunal. Y el segundo hombre, por su parte, "vive en la calle" y no ha podido ser citado. A falta de su testimonio en persona, la acusación ha aportado al jurado la declaración que este varón ofreció ante el juzgado que investigó el caso. Y lo mismo ha hecho con otros dos testigos trascendentales, una pareja que vivía en la planta baja de la casa de Brenes y que vio bajar al Barriga con el arma que empleó, un hacha utilizada para podar que se conoce como calabozo.

El primer testigo en desfilar ante el jurado ha sido el médico de guardia que atendió a los heridos la misma noche de autos. Tras certificar que la principal víctima ya no presentaba signos de vida, atendió en primer lugar a su novia, que estaba sentada en una silla "quieta, inmóvil". "No hablaba, no se quejaba", ha destacado el galeno, a pesar de que presentaba una herida en la cabeza y otra en la mano.

Después bajó a asistir a la segunda víctima no mortal, que igualmente presentaba una herida en la cabeza que también suturó. "Nos quedamos sin grapas", ha resaltado el testigo para significar la importancia de las heridas tanto en la mujer como en el hombre. También ha aclarado que, al contrario de la tesis de la defensa, la herida "tenía pinta de haber sido con un arma blanca" y no con una botella rota.

La última parte del juicio ha estado centrada en la detención del Barriga, que se produjo horas después en la azotea de un fumadero de droga de la misma localidad. En ese inmueble había alquilado el encausado una vivienda de la planta baja. Así lo ha indicado el dueño de la casa, que en una comparecencia surrealista a ratos ha empezado diciendo que no conocía a José Antonio para finalmente asegurar que lo conoce "desde chico, desde que era un niño". También ha recordado que, al llegar la Policía a su propiedad, les advirtió de que tuvieran cuidado y de que el Barriga "no les hiciera daño", ya que "tenía algo en las manos".

Este mismo testigo, además, ha respondido que no sabe cómo llegó el investigado a la azotea, ya que en teoría la casa estaba cerrada y hacían falta las llaves. Nada que ver con lo que ha narrado un primo hermano del Barriga que también vivía allí: "Aquello era un fumadero y estaba 24 horas abierto. Allí había de todo", ha dicho.

El juicio continuará mañana martes con las declaraciones de varios agentes, entre ellos quienes arrestaron al acusado y a los que este, según la fiscal, también confesó todo. 

La defensa, por el contrario y antes de que su cliente reconociera dos de los tres delitos, ha pedido su absolución al establecer que no tuvo nada que ver con los hechos. Como alternativa, en caso de veredicto de culpabilidad, ha solicitado que se le aplique las eximentes completas de anomalía psíquica y drogadicción.

La petición de la Fiscalía, por su parte, se divide en 15 años de cárcel por un delito de homicidio consumado, con la agravante de reincidencia porque ya fue condenado por la misma infracción en 2005, y 8 años por cada una de las dos tentativas de homicidio que también le atribuye.

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