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La muerte de un joven durante un arresto en Mairena
La autopsia descarta que la muerte de Carlos B. G., el hombre de 37 años que falleció el 12 de septiembre de 2022 después de ser reducido por la Guardia Civil,se debiera precisamente a la actuación de los agentes que lo redujeron después de que la víctima protagonizara un altercado a las puertas de su domicilio familiar en Mairena del Aljarafe. El consumo de cocaína, cannabis y alcohol es la causa que provocó la muerte, según sostienen los forenses en el informe de autopsia, al que ha tenido acceso este periódico y que los expertos del Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla ratificaron ayer íntegramente en una comparecencia ante el juez de Instrucción número 2 de Sevilla, que investiga el caso.
La autopsia concluye que la muerte de Carlos B. G. se produjo como consecuencia de una "encefalopatía hipóxico-isquémica post-parada en el contexto de un Síndrome de Delirium Agitado (SDA) inducido por cocaína". El fallecido había consumido cocaína y cannabis y presentaba una tasa de alcoholemia de 1,06 gramos por litro, por lo que presentaba "al menos una intoxicación etílica aguda moderada", según recoge el informe de autopsia.
Para los médicos forenses, la causa fundamental de la muerte es el Síndrome de Delirium Agitado (SDA) inducido por cocaína, por cuanto después de haber consumido esta sustancia, así como cannabis y alcohol sufrió un "cuadro de agitación, comportamiento auto y heteroagresivo muy violento, con agresión física y verbal a sus padres y destrozo de materiales", una situación que ya se había producido en otras ocasiones en relación al consumo de sustancias psicoactivas, requiriendo también de la intervención policial para su detención.
Recoge asimismo el informe que durante la intervención de la Guardia Civil, Carlos B. G. agredió a los agentes, les amenazó de muerte, "con una actitud violenta y agresiva persistente" -les lanzó incluso dos martillos- y desatendió las órdenes verbales de la Guardia Civil, que finalmente procedieron a su reducción física, un arresto que fue grabado en vídeo por el padre y difundido en las redes sociales.
Sobre estos vídeos, los forenses consideran que en los mismos se aprecia claramente como dos agentes llevaron a Carlos al suelo para intentar detenerlo y colocarle los grilletes pero incluso en esa situación, el joven "mantuvo una resistencia enérgica con gran fuerza en todo momento, de modo que los agentes procedieron a la contención mediante una maniobra de 'carotid sleeper hold'", que es una técnica habitual de reducción física empleada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Los forenses añaden que, tal y como se describe en los cuadros de SDA, Carlos B. G. sufrió una "parada cardiorrespiratoria súbita mientras estaba siendo detenido" y la autopsia descarta la existencia de lesiones "traumáticas graves con repercusión visceral o signos propios de una muerte asfíctica por comprensión del cuello o restricción toraco-abdominal", sino que por el contrario, "tanto el desarrollo de los acontecimientos como los datos clínicos de la asistencia médica de urgencias y de UCI, los resultados de las pruebas complementarias químico-toxicológicas y anatomo-patológicas confirma que dicha parada cardiorrespiratoria súbita fue secundaria a un SDA inducido por cocaína en un consumidor crónico".
El informe de autopsia relata asimismo que "inmediatamente" después de la pérdida de conciencia, los guardias civiles iniciaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar básica "perfectamente realizadas, alternándose entre compañeros para no detenerlas en ningún momento, y solicitaron la intervención urgente de los servicios sanitarios de emergencias", pero a pesar de la recuperación del ritmo cardíaco y del traslado al hospital, el joven sufrió un "daño cerebral grave e irreversible (encelofatía hipóxico-isquémica) a consecuencia de la parada cardiorrespiratoria mantenida, y ésta fue finalmente la causa de su fallecimiento siete días después".
Y de esta forma, concluye el dictamen de los médicos forenses, a partir de los antecedentes del caso, de los datos de la autopsia y de las pruebas complementarias, "queda probado más allá de toda duda que Carlos B. G. sufrió el día 12 de septiembre un Síndrome de Delirium Agitado que terminó con una parada cardiorrespiratoria súbita durante las maniobras de reducción física de intensidad moderada que la Guardia Civil aplicó para su contención". Como conseuencia de esa parada, sufrió los daños irreversibles que le causaron la muerte, dicen los forenses, que añaden que la "situación de estrés agudo sobreañadido al delirium agitado con la presencia policial y el forcejeo violento, que eleva a su vez los niveles de catecolaminas, puede considerarse como un factor complementario, aunque no la causa directa de la muerte".
En las conclusiones, señalan que se trata de una muerte violenta de etiología "accidental, relacionada con el consumo de sustancias psicoativas" y en cuanto a las maniobras para la reducción por parte de los agentes, "puede descartarse que la parada cardiorrespiratoria que sufrió durante dichas maniobras se debiera a mecanismos asfícticos puesto que en ningún momento se produce riesgo de compresión toraco-abdominal ni asifixia postural decúbito prono (casi durante toda la inmovilización se mantiene en posición de seguridad en decúbito lateral izquierdo) y las maniobras de carotid sleeper hold o presa braquial del cuello se mantienen durante un tiempo inferior a un minuto".
La familia del joven que falleció en septiembre pasado tras ser detenido por la Guardia Civil quiere que se investigue a los dos agentes que intervinieron en el arresto por un presunto homicidio por imprudencia, según dijo en su momento el abogado Luis Romero, que representa a los padres y que aseguró que tras ver los vídeos grabados por el padre la actuación policial le recordó a la muerte del afroamericano Eric Garner en Nueva York, que dio origen al movimiento Black Lives Matter.
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