Los amantes de Alcalá se enfrentan a una petición de doce años de cárcel por intentar matar al marido de la mujer
Triángulo amoroso
La Fiscalía acusa a una vecina de Alcalá de Guadaíra y a un vecino de Utrera de intentar matar al esposo de ella con una escopeta de caza cerca del puente del Dragón para así "seguir con su clandestina relación"
Trío de sangre en Alcalá de Guadaíra
Los amantes planificaron matar al marido y echar su cuerpo a los cerdos
Una tórrida tarde del verano de 2021, en un solitario camino de Alcalá de Guadaíra cerca del puente del Dragón, un hombre volvía a su casa en ciclomotor cuando de repente se topó con que otro varón le disparaba con una escopeta de perdigones. La víctima sobrevivió porque, al estar en movimiento, la munición no impactó en el corazón, que es donde supuestamente apuntaba el agresor, y aunque malherido pudo seguir conduciendo hasta casa de una familiar. Lo que no sabía es que el ataque había sido planeado por su propia esposa y por su amante y que el autor de los disparos era este último. De hecho, tampoco sabía que su mujer lo estaba engañando. Ni que ambos planificaron un segundo intento de acabar con su vida. Como es lógico, ese caso derivará en el correspondiente juicio y la Fiscalía ya tiene escrito de acusación: la pareja, que está en libertad, se enfrenta ni más ni menos que a una petición de doce años de cárcel por el presunto intento de asesinato, más otro año en el caso del amante por otro delito de tenencia ilícita de armas.
El suceso, que provocó la inevitable conmoción en Alcalá y fue noticia en su día, ocurrió sobre las cuatro y media de la tarde del 13 de julio de 2021 pero la génesis fue anterior. Yésica R.F. estaba casada y tenía un hijo con la víctima y al mismo tiempo mantenía “una relación sentimental en secreto” con Juan Manuel M.R. Ella tenía 38 años y él, 46. “Movidos por el deseo de eliminar obstáculos para seguir con su clandestina relación”, como apunta la Fiscalía en su escrito, decidieron matar al marido. El plan consistió en que el hombre esperaría escondido al esposo y le dispararía con la escopeta.
Aquella tarde, en efecto, Juan Manuel M.R. se ocultó detrás de unos matorrales en un camino cerca del Parque de la Retama, a esa hora “solitario”, y estuvo “en permanente contacto” con su cómplice mientras aguardaba a la víctima. A las 15.23 horas, la mujer le mandó un Whatsapp: “Tate atento que me ha dicho el niño que el padre sale casi ya”. “Si a las 4.30 no pasa, te vas”, le escribió después.
Faltó poco para que así fuese, porque el marido pasó sobre las 16.25. Entonces, el amante le disparó “de modo sorpresivo” apuntando “hacia la zona del corazón”. “No llegó a acertar sólo por un error de cálculo y por la dificultad derivada de hallarse el objetivo en movimiento”, explica la acusación pública. La víctima, pese a sufrir “múltiples heridas” en el brazo izquierdo de las que tardó más de 260 días en recuperarse, consiguió conducir hasta la casa de su cuñada, desde donde una ambulancia ya lo trasladó al hospital.
La mujer y su querido, sin embargo, no cejaron en su intento de eliminar al marido y después de esa primera tentativa “aún continuaron planeando acabar con su vida”, pero “no pudieron culminar su propósito” porque antes fueron detenidos. Cuando eso sucedió, Juan Manuel M.R. llevaba en su coche una escopeta de caza para la que no tenía licencia, un machete “de grandes dimensiones”, una peluca rubia y un pasamontañas. Los investigadores dedujeron que ese macabro catálogo formaba parte del plan para asesinar al esposo.
Después de comparecer ante la Policía y ser puestos a disposición judicial, el Juzgado de Instrucción número 1 de Alcalá acordó el 7 de agosto que ambos entrasen en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Yésica apenas estuvo encerrada cuatro meses, hasta el 17 de diciembre de ese mismo año. Juan Manuel estuvo más tiempo, pero el 22 de diciembre de 2022 le tocó la lotería de Navidad en forma de libertad. Desde entonces están en la calle, aunque con una orden de alejamiento respecto a la víctima.
La calificación de la Fiscalía también recoge que el homicida está diagnosticado de “trastornos mentales del comportamiento” por su adicción a las drogas, sobre todo la cocaína, pero matiza que ese factor “no provoca alteración cognitiva” en él. Es decir, que sabía lo que hacía. La toxicomanía “sí puede afectar sus facultades volitivas”, esto es, su voluntad. Aun así, la acusación no incluye ninguna atenuante en los dos delitos que le imputa. A la mujer le atribuye uno solo, el intento de asesinato.
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