El acusado de apuñalar a su ex pareja en Los Pajaritos culpa a la fallecida
Crimen machista
La abogada defensora presenta al presunto asesino como una "víctima del sistema por el hecho de ser hombre"
La primera sesión del juicio con jurado sobre el caso de Enrique Román, acusado de matar a su ex pareja apuñalándola en el descansillo de su edificio en octubre de 2018 fue también la primera vez en la que se pudo oír su versión porque no ha querido declarar a lo largo del proceso judicial. Tanto su declaración ante el tribunal como el alegato de la defensa culpan a la víctima que, según el acusado, a las 8:00 del 23 de octubre se abalanzó sobre él "llevando un cuchillo de grandes dimensiones". La peculiar narración de los hechos por parte del acusado señala que, en el forcejeo el arma "tuvo la mala suerte" de clavarse hasta en dos ocasiones en pulmones y corazón de Fátima E. que también presentaba una herida en el cuello "como si hubieran querido degollarla".
Ante este peculiar planteamiento, la fiscal María Isabel Novoa preguntó cómo era posible que el cuchillo se diera la vuelta para herir a la víctima. La única explicación dada por Enrique Román fue "forcejeo". Según Román, ella sabia que ese día iba a Córdoba "y como allí tenía a mi ex mujer y a mi hija y sabía que si mi mujer me dejaba a mi niña volvería con ella, Fátima se enfadó y por eso me atacó e insultó". Según el acusado, la víctima era la que quería volver con él y le acosaba. "Ella me buscaba", aseguró.
Pero la versión de Enrique Román comenzó a perder la endeble consistencia que tenía cuando la fiscal comenzó a preguntar por el cuchillo utilizado en el "forcejeo". El acusado explicó que llevaba una pequeña bolsa de basura cuando salió de su casa y se encontró con Fátima, pero que no la tiró "por los nervios de lo que acababa de pasar" y la arrojó por la ventanilla del coche pero no recuerda "si el cuchillo estaba dentro o fuera de la bolsa", aunque tampoco estaba en el lugar del crimen, según la fiscal.
Varias puñaladas en corazón, pulmones y cuello
Y es que, nada tiene que ver la narración del acusado -que no está obligado a decir la verdad- con el escrito de la fiscalía, al que se ha sumado la acusación particular ejerecida por la Junta de Andalucía puesto que la mujer asesinada tenía dos hijos menores de edad que pasaron a la tutela de la administración autonómica. La fiscal explicó durante las alegaciones previas que Enrique Román y Fátima E. habían mantenido una relación desde 2016 hasta octubre 2017. Ambos vivían en el mismo edificio; él en la segunda planta y ella en la tercera. Fátima decidió poner fin a la relación y en octubre de 2018, el acusado la asaltó en el descansillo entre ambas plantas con un cuchillo de grandes dimensiones con el que le asestó varias puñaladas que le alcanzaron el corazón y los pulmones. Este fue el último crimen machista ocurrido en Sevilla en 2018.
La fiscal considera que es un delito de asesinato porque el acusado quitó la bombilla la noche anterior "para que el rellano estuviera poco iluminado" y la esperó escondido en la escalera. Solicita también las agravantes de parentesco y género.
Enrique Román aprovechó que Fátima volvía cada día sobre las 8:00 de acompañar a su hija al instituto para preparar a su otro hijo que entraba en el colegio más tarde, por lo que conocía las costumbres de la víctima. Asimismo, añadió que Enrique Román había preparado una coartada porque "ese día el acusado tenía un juicio en Córdoba, al que iba a ir con su hijo, hacia donde fue cuando mató a Fátima". Sin embargo, ante la herida que llevaba en la mano, causada según él al intentar arrebatarle el cuchillo a la mujer, tuvieron que parar en Écija, desde donde fue trasladado al Virgen del Rocío.
Tampoco fue muy claro Enrique a la hora de narrar su confesión a la Policía. El acusado explicó que llamó a su vecina desde el hospital Virgen del Rocío, donde le curaron el corte que tenía en la mano, para preguntar por la víctima y él mismo pidió que le pasaran con la Policía, aunque en otro momento dijo que él había llamado directamente a la Policía. "Cuando salí del lugar de los hechos ella estaba viva. No supe reaccionar".
"No todos los hombres son maltratadores"
La abogada del acusado, Eva María Fernández presentó a su defendido como "víctima del sistema" justificando su planteamiento en que "no todos los hombres, por el hecho de ser hombres son maltratadores". Ahora bien, se da la circunstancia de que el procesado tiene antecedentes por violencia de género y mientras mantenía la relación con la víctima estuvo en la cárcel por quebrantamiento de una orden de alejamiento. La abogada insistió en que Fátima "no era una mujer indefensa y era capaza de enfrentarse en una pelea violenta" que estaba amenazada, además de por su ex marido, "por el vecino de enfrente, de etnia gitana". "Ella se escondió en el rellano y con el cuchillo intentó atacar a mi cliente", apostilló
El ministerio público solicita la pena de 25 años de cárcel y 10 más de libertad vigilada post penitenciaria, además de una indemnización de 90.450 euros para cada uno de los dos hijos de la víctima. La defensa, al entender que "no hay delito" pide la libre absolución.
La víctima lo había denunciado en 2016, pero no la ratificó y renunció tanto a las posibles acciones civiles y penales que le correspondían como a ser reconocida por el médico forense, lo que determinó que un juzgado de lo Penal dictara a mediados de 2017 una sentencia absolutoria.
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