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Un hombre acusado de apuñalar a su novia en el cuello en La Puebla de Cazalla afirma que le dio un “picotazo accidental”

Violencia machista

La Fiscalía pide trece años de cárcel por intento de asesinato y la víctima asegura que su agresor le "clavó

el cuchillo lentamente" y le echó sangre en la cara al mismo tiempo que le decía "mira qué guapa estás"

Un hombre intenta degollar a su mujer en La Puebla de Cazalla

La mujer apuñalada por su pareja en La Puebla de Cazalla no había denunciado antes

Prisión para el hombre que quiso degollar a su pareja en La Puebla de Cazalla

El suceso ocurrió en la madrugada del 24 de abril de 2022 en La Puebla de Cazalla. / José Ángel García

La Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla dejó ayer visto para sentencia el juicio a José G.V., un vecino de La Puebla de Cazalla para quien la Fiscalía solicita trece años de cárcel porque considera que intentó asesinar a su pareja, una mujer catorce años más joven que él. Ella le comunicó que no podía continuar con la relación y él reaccionó clavándole un cuchillo de doble hoja en el cuello. El acusado, con un historial de depresión, alcoholismo y adicción a la cocaína, aseguró que nunca fueron pareja y se defendió explicando que no la había atacado y que el corte, un “picotazo accidental e involuntario”, se produjo cuando él intentó suicidarse y ella trató de impedirlo. La víctima contó una versión distinta: eran novios, él no intentó suicidarse sino “hacer el ridículo”, le “hincó” el arma blanca “lentamente” y le echó sangre en la cara mientras le decía “mira qué guapa estás”.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 24 de abril de 2022. El acusado, aficionado del Betis, salió junto a la víctima a celebrar que su equipo acababa de ganar la Copa del Rey. Según el hombre, de 57 años, para entonces ya no había “ni relación”. “Yo no me lo tomé como una relación de pareja y para ella éramos conocidos”, contó. “Éramos novios desde antes de Navidad”, replicó la mujer, de 43 años, aunque después admitió que lo había dejado “una semana antes”. Pero a continuación le dio otra “oportunidad” porque “él prometió que no iba a beber más”.

“La relación no era mala, pero él era un poco obsesivo cuando estábamos con mis amigos, decía que no le prestaba atención”, comentó la víctima. “La relación ya estaba totalmente rota. En Semana Santa fuimos a Torremolinos. A ella, como decía su hermana, no había quien la aguantase cuando se tomaba dos copas. Me puso la cabeza como un bombo y estuve a punto de suicidarme en el hotel, eso después de haberme bebido una botella de ginebra”, recordó el encausado. José G.V. llegó a cifrar en cuatro sus intentos de suicidio. La testigo, preguntada por cuántos había visto, respondió: “Yo he presenciado un intento de hacer el ridículo, porque si uno se quiere tirar por la ventana, se tira, no se queda ahí delante a decir ‘me tiro’”.

El acusado asegura que el cuchillo acabó en el cuello de ella cuando él intentó suicidarse y la mujer trató de impedirlo

La noche de los hechos, ambos coincidieron “fortuitamente” en un bar, según el investigado. “Después quiso venir a mi piso. Discutimos, me rompió una camisa de Carolina Herrera y yo le rompí un reloj. La cabeza me volvió a estallar y quise suicidarme con un cuchillo. En el primer amago no me di bien el corte porque estaba en una situación lamentable. Cuando ella vio que iba en serio, quiso quitarme el cuchillo y le di un picotazo. Fue accidental e involuntario. Yo me asusté, creía que era más grave y me hice cortes en la muñeca. Me dieron doce puntos. Le dije ‘si tú mueres, yo también’. Después fui a lavarme. Cuando volví, ella ya no estaba”. Luego me desmayé”, indicó José G.V. Según el policía local que acudió a la casa, más que desmayado se lo encontró “dormido”.

El relato de la víctima se pareció muy poco al de su supuesto agresor. “Cuando el Betis ganó la Copa, me preguntó si podía tomar una copa. Bebió tres, se estaba comportando. Después yo felicité a un amigo muy bético y ahí se le cruzó la cara. ‘Vamos a tener la fiesta en paz’, le dije. Ya en casa empezó a insultarme y le dije que estaba agotada y que no podía más con esa relación. Él fue al cuarto de baño, volvió y no sé dónde tenía el machete, de repente me lo vi aquí [señalándose el cuello] y me lo estaba clavando lentamente. Yo lo tenía ahí puesto, me lo estaba hincando cada vez más y no lo sacó hasta que le dije que lo quería. Él me decía que también se moría, pero que me llevaba a mí por delante. Yo era su saco de boxeo para desahogar su ira. Pues mira, apúntate a boxeo y a mí déjame”, narró la mujer, que convenció al acusado para que fuese al baño (“no sea que se te infecte la muñeca”, le avisó) y entonces huyó. “¿Perder el conocimiento él? Anda ya, si estaba mejor que yo”, sentenció. En el turno de la última palabra, el acusado le dedicó una frase final: “Le deseo a la víctima lo mejor en la vida”.

Ni la herida en el cuello ni los cortes en la muñeca eran graves

Los distintos peritos que intervinieron en el juicio dejaron claro que ni la vida de la mujer ni la del hombre corrieron peligro en ningún momento. Respecto a la víctima, los forenses que la examinaron en el hospital de La Merced, en Osuna, señalaron que una lesión como la que sufrió “no es grave, no produce la muerte y se trata fácilmente”, aunque “si la herida hubiese sido un poco más profunda, habría afectado a órganos vitales”. De hecho, los médicos resolvieron el corte con tres puntos de sutura.

En cuanto al presunto intento de suicidio de José G.V., los cortes en la muñeca “no eran muy graves y no afectaron a ninguna estructura”, en palabras de la doctora que lo recibió en Urgencias. Los especialistas en psiquiatría que lo valoraron también establecieron que, aunque pudo actuar “de forma impulsiva” porque ese es un rasgo propio de su personalidad, también “sabía lo que hacía”.

Tras oír todos estos testimonios, la Fiscalía elevó a definitiva su petición de que sea condenado a trece años de prisión por tentativa de asesinato, con las agravantes de parentesco y género, y una multa por otro delito de daños leves, así como que indemnice a la mujer con unos 15.000 euros. El acusado ya ha consignado 5.000 para así ganarse la atenuante de reparación del daño.

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