Rechaza un acuerdo para pasar 30 meses en la cárcel y acaba condenado a 9 años por abusar de una menor en Sevilla

Abusos sexuales

La víctima, de 13 años, estaba “embobada” con el acusado, de 20, y este la presionó para que tuviera sus primeras relaciones sexuales bajo la advertencia de que, en caso contrario, "dejaría de ser cariñoso con ella"

La niña "ni siquiera había besado a nadie", mientras que el encausado, Jorge Nathanael A.S., había grabado vídeos eróticos e incluso aparecía "en una página porno"

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El caso ha sido juzgado en la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla.
El caso ha sido juzgado en la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla. / D.S.

Jorge Nathanael A.S., un joven natural de la República Dominicana pero también con la nacionalidad española, debió haber hecho caso al sabio refranero de su país adoptivo y a esa máxima de que más vale un mal arreglo que un buen pleito. Acusado de abusar sexualmente de una niña de 13 años, sobrina de un amigo suyo, la Fiscalía le aceptó un acuerdo por el que habría sido castigado con dos años y medio de cárcel, pero lo rechazó y prefirió ir a juicio. La jugada no le salió precisamente bien y nadie podrá decir que fuese una sorpresa, porque él mismo admitió que había tenido sexo con la menor. Resultado: la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla ha acabado condenándolo a nueve años de prisión. El Ministerio Público y la víctima pedían once años y su defensa, la absolución.

La sentencia, fechada el 7 de mayo y facilitada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), prohíbe al abusador acercarse a menos de 300 metros y comunicarse con la joven durante quince años, lo inhabilita para cualquier profesión que conlleve contacto con menores durante el mismo tiempo y le impone el pago de una indemnización de 6.000 euros para la víctima.

Los hechos ocurrieron en 2020. Jorge Nathanael tenía 20 años y a partir de abril empezó a frecuentar el domicilio de la menor, que creyó que estaban empezando “una relación sentimental”. Sin embargo, “con la clara intención de satisfacer su apetito sexual”, él emprendió primero “un simple tonteo” que “fue incrementándose con besos y caricias en las nalgas y otras partes del cuerpo, primero por encima de la ropa y después por dentro”, hasta que llegó a los tocamientos en los genitales. “Cuando la menor mostraba su reticencia”, relata el tribunal, el acusado “le decía que dejaría de ser cariñoso y de hacerle caso”. También le advertía que “era bueno para las chicas de su edad mantener relaciones con hombres mayores”.

A partir de julio, el encausado fue a más y protagonizó “varios intentos de penetrar analmente a la menor”. Ella se opuso. El 16 de agosto, sin embargo, él la tumbó boca abajo en su cama, “le bajó la ropa” y consumó el asalto sexual “pese a que la menor le había dicho que no estaba preparada”.

La Sección Cuarta establece que Jorge Nathanael “atentó contra la indemnidad sexual” de la víctima, quien en el juicio manifestó que no fue consciente de lo que pasaba porque “estaba embobada” con el acusado. “Lo que quería era recibir atención y cariño y se sentía incómoda por la conducta de él, pues realmente no quería mantener relaciones sexuales. Accedía porque el acusado le decía que en caso contrario dejaría de hacerle caso y que era normal lo que hacían. Tras los hechos se ha dado cuenta de que él la trató como un objeto y la dejó de lado tras alcanzar su objetivo”, recalca la Sala.

La defensa pidió la atenuante prevista en el artículo 21.7 del Código Penal, que elimina la responsabilidad penal si la menor da su consentimiento a la relación y existe “proximidad” entre los dos sujetos “por grado de desarrollo o madurez”. “En el caso de autos no es posible concluir tal proximidad o simetría”, replica la Audiencia. Para explicarlo recuerda la diferencia de seis años y medio entre ambos, que es “considerable en ese rango de edad” y se acentúa porque la niña “carecía de cualquier tipo de experiencia sexual previa”. De hecho, contó que “ni siquiera se había besado con nadie”. El otro, en cambio, no sólo “tenía una novia desde hacía tiempo” sino que incluso había hecho sus pinitos como actor porno, se supone que amateur. Así se lo refirió la víctima a las psicólogas. Les dijo que el acusado les reveló a ella y a su primo “que había hecho vídeos porno” y que ese familiar le confirmó que “había visto al procesado en una página porno”.

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