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El falso "Santo" niega haber abusado de la hija del matrimonio , sólo "le hacían masajes en el cuello" por sus dolencias

Abusos y maltrato

La sede de la Audiencia de Sevilla. / M. G.
R. Rocha

07 de noviembre 2022 - 18:06

El hombre que aseguraba ser San Francisco Javier, al que llamaba su "hermano bendito", ha asegurado ante el tribunal de la sección Séptima de la Audiencia de Sevilla que le juzga junto a su mujer y su hija por un supuesto delito de malos tratos y abusos sexuales a una menor, que nunca tuvo relaciones sexuales con la niña de la familia con la que vivían. Según F. J. S. M. , que no ha respondido a las preguntas de la acusación particular, ejercida por Juan Ramón de la Vega, sólo le han tocado para hacerle masajes en el cuello para calmar las dolencias que tiene.

El falso santo ha afirmado, además, que tiene un hábito de fraile y que nunca maltrató a los niños. Durante la sesión se reprodujeron unos audios en los que, entre otras cosas, el acusado entraba en un supuesto trance o a su hija, I, S. R., también acusada, interrogando al niño de la familia para controlar sus movimientos.

El principal acusado, F. J. S. M., su mujer I. R. C. y su hija I. S. R. están acusados de hacer creer a una familia que era la reencarnación de San Francisco Javier, haciendo que se dirigieran a él como “el Santo”, pasando a residir en el domicilio de esta familia, donde sometieron a sus hijos a diversos malos tratos e incluso abusó sexualmente de una adolescente con la excusa de exponerla a rituales religiosos para "limpiarla". Por este motivo, además de ser víctimas del supuesto engaño, los padres están también acusados de un delito de abandono de familia.

Según la Fiscalía, el individuo les hacía creer que entraba "en trance" y a través de él "hablaba San Francisco Javier". También les decía que recibía "correos del más allá y que hablaba con personas fallecidas". El Ministerio Público considera que los principales acusados se aprovecharon de la situación de "vulnerabilidad emocional" del matrimonio para, con la excusa de ayudarles a superar su problemas de pareja, ir ganándose poco a poco su confianza, influyendo en ellos en un proceso de "persuasión coercitiva". Esta persuasión consiste, precisa el fiscal, en una modalidad de influencia caracterizada por la aplicación de estrategias abusivas de forma "planificada y engañosa", consiguiendo ejercer una influencia mayúscula sobre el núcleo familiar que formaban el matrimonio y los dos hijos, por entonces de 14 y 11 años.

El matrimonio perdió cualquier tipo de capacidad crítica frente a la influencia del "Santo” y fueron apartándose de sus respectivas familias. En el año 2017, el falso "San Francisco Javier", su esposa y su hija se instalaron en el domicilio del matrimonio y sus dos hijos. Les dijeron que era una mudanza temporal para poder “cuidar” de la madre, que sufría una depresión severa, pero la situación se prolongó y fue ahí donde comenzaron los malos tratos y los abusos a la adolescente.

Una situación que derivó, indica la Fiscalía, en la “completa anulación de la voluntad” del matrimonio, que pasó a no tener "ningún control sobre el dinero de sus cuentas bancarias o sobre el gasto diario de la familia, ni sobre las actividades o pautas para la formación de sus hijos, y tampoco podían tomar ninguna decisión que no fuera aprobada por los procesados".

Purgas y castigos

La convivencia se desarrollaba en un "ambiente enrarecido" en el que "el Santo" sometía a la familia a diversos tipos de ritos, con la celebración de unas sesiones "de tintes supuestamente religiosos”, en los que F. J. S. hacía unas llamadas “purgas” que incluso podían consistir en que el matrimonio o sus hijos se vieran "compelidos a colocar las manos sobre la llama de una vela, llegando incluso a sufrir quemaduras", relata el Ministerio Público.

También sometían a los menores a malos tratos de carácter psíquico y emocional, como golpear al perro de la hija o amenazar con matarlo como "castigo cuando ella no se sometía a sus deseos", y en otras ocasiones sometían a los dos hijos del matrimonio a "adoctrinamientos de tintes pseudoreligiosos", y les amenazaban con mandarlos a un sitio que denominaban "la orden", separándolos se sus padres y donde sería educado severamente.

La situación de "sometimiento y maltrato físico y emocional" de los menores se prolongó durante más de dos años, hasta 2019, dada la situación de indefensión en la que se encontraban debido a que sus padres "se habían desentendido por completo de cumplir los deberes legales de asistencia a los mismos inherentes a la patria potestad, dejándoles a plena merced de las decisiones” de la familia de los procesados, que llegaron incluso a apodar a la hija como la veneno, insultándola y diciéndole que tenía dentro "al maligno".

Pronto al enrarecido ambiente psicológico se le sumaron unas condiciones de vida complicadas. El escrito de la Fiscalía señala que como dejaron de pagar el agua, les cortaron el suministro, y el falso santo obligó entonces a los dos mejores a realizar a diario numerosos viajes cargados con garrafas de cinco litros, y cuando se quejaban, los humillaban vaciándoles las botellas y tirándolas al suelo despectivamente para que tuvieran que ir de nuevo a llenarlas.

Abusos sexuales para "limpiar" a la hija

Por si esta descripción de cómo vivía la familia fuera poco, la Fiscalía añade que la hija de la pareja fue sometida a abusos sexuales desde que tenía 14 años, algo que comenzó con motivo de un viaje que las dos familias hicieron en 2016 a Navarra. Fue allí donde el supuesto “San Francisco Javier” con la excusa de que tenía que “limpiarla” la sometió a diversos tocamientos para satisfacer sus deseos libidinosos. Después la conminó a que guardara silencio sobre los abusos, diciéndole que en caso de que lo contara no la iban a creer y que lo ocurrido se quedaba entre ella y "el de arriba”.

Tras ese primer abuso, continuó sometiendo a la niña a diversos tocamientos en numerosas ocasiones. En febrero de 2017, de nuevo con la excusa de que tenía que “limpiarla”, la sometió a un nuevo ritual en el que la penetró vaginalmente.

En el año 2018, “El Santo” decidió que la niña dejara de estudiar para quedarse en casa haciendo las labores domésticas, pero al final le buscaron un trabajo de asistenta en Marbella, donde contó lo que le había sucedido a la persona para la que trabajaba y el caso fue denunciado.

La Fiscalía acusa a “El Santo” su mujer y su hija de dos delitos contra la integridad moral y dos delitos de maltrato habitual, por los que pide para cada uno 9 años de prisión y 12 años de libertad vigilada, mientras que reclama otros 15 años de cárcel y 10 años de libertad vigilada para el principal acusado por un delito de abuso sexual continuado, por lo que éste último se enfrenta en total a 24 años de cárcel.

A los padres de los dos menores, el Ministerio Público los considera responsables de dos delitos de abandono de familia, si bien aprecia en ambos la circunstancia eximente completa de anomalía o alteración psíquica.

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