La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
delito de Homicidio imprudente
Una juez de Sevilla ha procesado a los dos policías locales que en julio de 2021 abatieron a Juan José V. G., un delincuente con numerosos antecedentes y conocido como el "Demonio", durante el atraco a mano armada que tuvo lugar en un supermercado Cashfresh de Amate, y en el que los agentes dispararon sobre el atracador después de que éste irrumpiera en el establecimiento, amenazando a los empleados y clientes, entre los que había incluso un niño, y llegara a efectuar incluso dos disparos dentro del supermercado.
A pesar de las circunstancias de aparente legítima defensa en las que se desarrolló la actuación policial, según todos los indicios recabados en la investigación, la juez de Instrucción número 8 de Sevilla, Reyes Flores, ha dictado un auto, con fecha 30 de mayo, en el que ha procesado por un delito de homicidio imprudente a los dos policías locales que entraron en el supermercado y dispararon sobre el delincuente.
En el auto, al que ha tenido acceso este periódico, la juez relata cómo se produjeron los hechos en la tarde del 23 de julio de 2021, cuando Juan José V. G., acompañado de otro delincuente, se dirigieron sobre las 20:00 horas al supermercado Cashfresh de la calle Contador.
En el vídeo que se adjunta con esta información puede observarse cómo el atracador y su cómplice detienen un ciclomotor -que previamente habían robado- justo en la puerta del negocio y, acto seguido, Juan José V. G. -conocido como el Demonio, aunque en realidad a él le apodaban realmente como Guajito y heredó el mote de su hermano Daniel, muerto en prisión hace muchos años- irrumpe en el local esgrimiendo una escopeta de cañones recortados que también había robado con anterioridad.
El atracador ocultaba su rostro con un casco de moto y a la entrada sorprende en la línea de cajas a los clientes que estaban pagando sus compras y guardando los alimentos en un carro, como es el caso de una señora que va con un niño pequeño de corta edad. El atracador golpea con la escopeta el mueble de la caja varias veces, ante lo cual la cajera le entrega un cajón con dinero, pero como había poca cantidad, el delincuente le dice "esto es una mierda, dame más dinero".
Acto seguido, sale del local y le entrega el cajetín a su compinche, pero vuelve a entrar, apuntando de nuevo a la cajera y golpeando nuevamente el mostrador, diciéndole que le abra la otra caja, considerando igualmente que hay poco dinero, por lo que le exige que abra la tercera caja. En ese momento, Juan José V. G. vuelve a salir fuera del local para entregarle la caja al otro atracador y, al volver al supermercado, ve que la puerta se ha cerrado, por lo que "da un disparo con el escopeta hacia la puerta, que impacta en los cristales y se fractura la culata del arma, que cae al suelo". En el vídeo se observa cómo se produce el disparo, generando una nube de polvo, y las dos empleadas del establecimiento se tiran rápidamente al suelo buscando cubrirse, presas del pánico.
El atracador continúa guardando en una bolsa de plástico el dinero de esta caja y aprovecha incluso para hacerse con un teléfono móvil que se le ha caído al suelo a una de las empleadas, que le cuenta al asaltante que no tiene las llaves de la "caja fuerte" que el Demonio le pide con insistencia.
Después se observa como el atracador se marcha por un pasillo en busca de esa caja fuerte, llegando a "empujar" con el arma a una de las trabajadoras, que lo lleva hasta una pequeña oficina ubicada junto a la salida de emergencia del supermercado. La empleada comienza entonces a abrir la caja y Juan José realiza un segundo disparo, esta vez "contra el suelo", precisa la juez. Una vez abierta la caja, la empleada huye corriendo del lugar, quedando el atracador "agachado cogiendo el dinero del interior de la caja, que introducía en sus bolsillos".
Han pasado tan sólo unos minutos desde que se inició el atraco, aunque había "clientes y empleados que se habían refugiado en la zona de panadería y en las cámaras" frigoríficas. Dice la juez que sobre las 20:05 horas la emisora de la Policía Local dio el aviso del atraco por llamadas telefónicas a la Policía Nacional y es cuando los dos agentes que se hallaban en las inmediaciones reciben el aviso y se dirigen a la calle trasera del negocio, en concreto, a la calle Polvero, donde un trabajador les indica que los atracadores están ahí dentro y les abre la puerta.
En el auto, la juez sostiene que los dos agentes investigados "deciden entrar empuñando sus armas", pero no recoge que minutos antes habían recibido llamadas alertando de que se trataba de un robo a mano armada y que se habían escuchado los disparos realizados por el Demonio. Tras acceder al local, el empleado le indica dónde se hallaba el trabajador, momento en que uno de los agentes se gira y, según la juez, ve al atracador "agachado en la caja, a través de los cristales de la puerta", efectuando este agente dos disparos, mientras que su compañero, que se ha vuelto a la puerta efectúa otros dos disparos.
No precisa tampoco la juez, como puede observarse en otros vídeos de las cámaras de vigilancia del establecimiento, que el atracador lleva la escopeta en sus manos y, continúa la instructora, "no dispara en ningún momento e inicia una huida por el pasillo hacia el interior, portando el arma sin volverse en ningún momento", disparando de nuevo uno de los agentes.
Añade que el delincuente salió corriendo "con las manos en alto" y que uno de los agentes lo persigue gritando "policía" y "al suelo", realizando este funcionario un nuevo disparo "tropezando en la carrera con un carrito de compra y cayéndosele su pistola", de lo que puede desprenderse que este último disparo es fortuito. El Demonio "se desploma y cae al suelo boca abajo", mientras uno de los agentes lo reduce y al ver que está malherido, "intenta reanimarlo sin éxito".
La juez de Instrucción número 8 de Sevilla considera que la actuación de los dos agentes que abrieron fuego para reducir a un atracador armado que había abierto fuego previamente en un local con trabajadores y clientes, ninguno de los cuales resultó finalmente herido, puede ser constitutivo de un delito de homicidio imprudente, por lo que ha procesado a los dos agentes.
La causa se dirige además contra un tercer agente, familiar de uno de los policías que abatieron al Demonio, al que la juez atribuye un delito contra la Administración de Justicia por supuestamente haber "borrado" parte de las grabaciones de las cámaras personales que los dos agentes llevaban en el pecho.
Un atracador armado que abre fuego en el negocio
La principal clave del caso es que el atracador Juan José V. G. irrumpió en el supermercado de Amate provisto con una escopeta de cañones recortados que, además, no dudó en usar durante el asalto. Llegó a efectuar al menos dos disparos para intimidar a los empleados para que accedieran a entregarle el dinero de las distintas cajas. Queda por determinar si algún cartucho quedó sin detonar.
La Policía Local acudió a un aviso de atraco con tiroteo
Los dos agentes que se personaron de inmediato en el supermercado Cashfresh de Amate la tarde del 23 de julio de 2021 respondieron a un aviso de atraco a mano armada y en el que tenían conocimiento de que se habían producido disparos, según las llamadas de alerta recibidas en la jefatura de la Policía Local. Por eso, cuando acceden al establecimiento lo hacen con sus pistolas desenfundadas.
El atracador encañonó a los agentes
Los vídeos grabados por las cámaras del establecimiento reflejan como el atracador fallecido sale de una habitación con el arma en sus manos y es cuando sale huyendo por un largo pasillo se le cae la escopeta. Todo transcurre en cuestión de pocos minutos y la juez hace constar en el auto que en ese momento el delincuente no dispara, pero la amenaza era real puesto que había disparado ya antes.
El relato que hace la instructora para imputar a este agente parte de que tras haber abatido al atracador, los dos policías locales se trasladaron a una clínica para ser asistidos, y esas cámaras personales, que habían grabado la actuación desde que recibieron el aviso del atraco, continuaron encendidas, incluso en la clínica.
La juez considera que es entonces cuando ese tercer policía local les indica a los otros dos agentes que "no declaren de momento a la Policía Nacional, que respondan que están indispuestos y que las grabaciones se las queda y no las ve nadie", se refiere a las cámaras personales de estos policías.
Transcurrido un mes desde que se abrió la investigación judicial y una vez emitido un primer informe de la Policía Nacional, prosigue la juez, "se aportan por los agentes investigados dichas grabaciones y las cámaras para acreditar que responden a lo grabado; examinadas las cámaras, se advierte del borrado de parte de la grabación, que finaliza en el momento del fallecimiento del atracador". De ahí que la juez considere que esta actuación puede ser constitutiva de un delito contra la Administración de Justicia por parte de este tercer agente.
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