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Muere Alfredo Flores, fiscal jefe de Sevilla durante dos décadas

obituario

Adquirió un gran prestigio en la carrera fiscal en sus más de 40 años de profesión y en al menos una ocasión rechazó el puesto de Fiscal General del Estado

Currista confeso, fue hermano mayor de San Gonzalo y pregonero de la Semana Santa en 1981

Así fue el discurso de jubilación de Alfredo Flores

Alfredo Flores, en el banco de Salamanca de la Plaza de España. / Pedro Román

El que fuera fiscal jefe de la Audiencia de Sevilla durante casi dos décadas, Alfredo Flores Pérez (Salamanca, 1933), ha fallecido esta madrugada en Sevilla a la edad de 89 años, según han confirmado a este periódico fuentes cercanas a la familia. El eterno fiscal jefe de Sevilla llevaba varios días hospitalizado con una dolencia que finalmente le ha provocado la muerte. El responso por Alfredo Flores tendrá lugar este miércoles a las 20:00 horas en el tanatorio de la SE-30 y mañana, a la 11:00 horas, se procederá a la incineración.

Alfredo Flores, que era académico de número de la Real Academia sevillana de Legislación y Jurisprudencia, llegó a Sevilla el 7 de abril de 1962, en el que sería su único destino en la carrera fiscal. Alumno de Manuel Clavero en la Universidad de Salamanca, Alfredo Flores fue secretario judicial antes que fiscal, tras aprobar las oposiciones en 1959 y ocupar destinos en Aliaga (Teruel) y Alcañices (Zamora).

En sus primeros pasos como fiscal en Sevilla le tocó investigar el suicidio de Juan Belmonte y el asesinato de un abogado. En 1975 fue nombrado teniente fiscal de la Audiencia de Sevilla y, desde el 4 de enero de 1985, fue fiscal jefe hasta que se jubiló en septiembre de 2004, tras cumplir los 71 años. A lo largo de su trayectoria en la carrera fiscal, Alfredo Flores adquirió un gran prestigio profesional y, según ha podido saber este periódico, rechazó en al menos una ocasión el puesto de Fiscal General del Estado.

Su sincero amor por la ciudad que le acogió y su pasión por la Semana Santa y el sentimiento cofrade le llevaron a pronunciar el pregón de la Semana Santa de 1981. Fue hermano mayor de la Hermandad de San Gonzalo, y hermano de los Gitanos y del Rocío del Salvador. Los que le conocían recuerdan que ya en los años 80 fue el primero en hablar de la Justicia como "servicio público" y no como poder.

Alfredo Flores en una de sus últimas actuaciones como fiscal en la Audiencia de Sevilla antes de jubilarse. / josé ángel garcía

Uno de sus secretos mejor guardados es si era sevillista o bético, una cuestión a la que, cuando se le pregunta, siempre responde de la misma manera: "¡Soy de la Unión Deportiva Salamanca!". A Flores le gustaba el flamenco espontáneo y siempre dijo que su primer apellido procede de raíces gitanas.

Además, era un gran aficionado a los toros: currista confeso y seguidor, entre otros, de Antonio Ordóñez, Santiago Martín, El Viti, y Diego Puerta. Suya es esta frase pronunciada en un pregón taurino en Córdoba, en la que criticó ciertas actitudes de algunos asistentes a los espectáculos taurinos: "Para comer, en casa; para hablar, en el Ateneo; y para sufrir, en la plaza de toros".

Algunos de los fiscales que trabajaron con Alfredo Flores en los más de cuarenta años en los que prestó servicio en la Fiscalía hispalense destacaron como una de sus cualidades que siempre estaba en los momentos en los que se le necesita, tanto en el terreno profesional como en el personal. Es defensor a ultranza "de los suyos", como se refería a la plantilla del Ministerio Público en Sevilla y amaba a su profesión por encima de todo.

Los malos tratos en la cárcel y los casos Guerra y Arny

El momento profesional más difícil de Alfredo Flores se produjo, sin duda, con el caso Asunción, en el que el entonces ministro del Interior llegó a estar imputado en relación con los presuntos malos tratos a internos en la cárcel Sevilla-II (ahora Sevilla-I), a mediados de 1991. Flores se vio obligado a pedir el archivo del caso, con el apercibimiento de que sería expedientado en caso de no hacerlo, y todo ello debido a las interferencias políticas que se produjeron en una época en la que Eligio Hernández estaba al frente de la Fiscalía General del Estado.

Lo anecdótico es que, aun cuando la Fiscalía pidió el sobreseimiento, su escrito de conclusiones estaba redactado de tal forma que recogía los distintos malos tratos a los presos, que fueron esposados y aislados durante muchos días, pero al final concluía, por esas directrices políticas, que los hechos no eran constitutivos de delito. El caso sentó en el banquillo a varios responsables del entro penitenciario y al inspector general de prisiones de la época, quienes, finalmente, fueron absueltos por la Audiencia de Sevilla, aunque con un voto particular de condena del magistrado Miguel Carmona.

Alfredo Flores, un reconocido cofrade que fue pregonero de la Semana Santa en 1981. / juan carlos vázquez

También fue molesta para Flores la polémica que mantuvo con los abogados defensores del caso Arny, sobre prostitución de menores, en el que el fiscal jefe tuvo que retractarse de unas declaraciones en prensa después de denunciar que algunos de los testigos protegidos habían sido presionados y amenazados con practicarles una tortura conocida como la corbata colombiana.

En cuanto al caso Guerra, mantuvo que la Fiscalía salió fortalecida como institución en una investigación que se inició por el Ministerio Público y que se prolongó tres meses antes de su remisión a los juzgados.

Otro de los casos que marcaron sus últimos años al frente de la Fiscalía hispalense fue el vertido tóxico de Minas de Aznalcóllar, en el que Alfredo Flores asumió las riendas desde el principio del desastre, el 25 de abril de 1998, aunque posteriormente delegó el seguimiento de la instrucción en el fiscal de Medio Ambiente. Tras una larga investigación,que duró varios años, la Fiscalía no titubeó a la hora de respaldar el archivo de las actuaciones penales decretado por la juez de Sanlúcar la Mayor, al compartir su criterio de que los imputados, entre ellos algunos funcionarios, no habían incurrido en una imprudencia que pudiera perseguirse penalmente.

Las últimas intervenciones de Flores en la acusación pública antes de su jubilación se produjeron en el año 2004, cuando logró condenas a una madre acusada de ahogar a su bebé recién nacido y a un individuo juzgado por abusar sexualmente de sus tres sobrinas.

En el plano político, Alfredo Flores se confesaba abiertamente como cristiano-demócrata, lejos de cualquier extremismo, ya fuese de izquierdas o de derechas, y en su día se mostró en contra de la guerra de Iraq.

Los que le criticaban decían de él que era soberbio y que le gustaba demasiado salir en prensa. En cuanto a lo primero, Flores reconoció en su día que algo podía haber de cierto, mientras que en la cuestión mediática el fiscal siempre defendió que era parte de su trabajo.

Tras su salida de la Fiscalía, Alfredo Flores se incorporó al prestigioso bufete Montero-Aramburu, donde asumió la dirección del área de Derecho Penal de la firma durante años.

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