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El joven de la Manada Ángel Boza se enfrenta a una posible pena de hasta 5 años

El proceso por el robo de unas gafas al miembro de la Manada

El artículo 242 del Código Penal establece una pena de cárcel entre tres años y medio y los cinco para los que cometan un robo con violencia o intimidación en un establecimiento público y utilizando para ello armas o medios peligrosos

Ángel Boza saliendo de los Juzgados, en una imagen de archivo. / EFE

El miembro de la Manada Ángel Boza, que se encuentra en prisión sin fianza desde el pasado 2 de agosto por el robo con violencia de unas gafas de sol en el Corte Inglés del Duque de Sevilla, se enfrenta a una posible condena de hasta cinco años de prisión, de acuerdo con el auto de procesamiento dictado por el juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla, Juan Gutiérrez Casillas, que le ha atribuido un delito de robo con violencia con resultado de lesiones y utilización de instrumento peligroso, por haber embestido con su vehículo contra uno de los vigilantes que lo sorprendieron tras el robo.

El artículo 242 del Código Penal establece una pena de prisión de entre dos y cinco años para "el culpable de robo con violencia o intimidación en las personas", y añade que cuando "cuando el robo se cometa en casa habitada, edificio o local abiertos al público o en cualquiera de sus dependencias, se impondrá la pena de prisión de tres años y seis meses a cinco años". Además, este artículo establece que las penas por este delito se impondrán "en su mitad superior cuando el delincuente hiciere uso de armas u otros medios igualmente peligrosos, sea al cometer el delito o para proteger la huida, y cuando atacare a los que acudiesen en auxilio de la víctima o a los que le persiguieren".

De acuerdo con este artículo, la Fiscalía de Sevilla podría solicitar una condena de entre tres años y medio y cinco años de cárcel por el robo que se imputa a Ángel Boza, ya que se dan varias de las circunstancias que podrían elevar la pena: robo en un establecimiento público, usando un instrumento peligroso -el coche- y haber acometido a los vigilantes que le dieron el alto y lo siguieron.

En el auto que transforma las diligencias previas en un procedimiento abreviado, al que ha tenido acceso este periódico, el juez de Instrucción número 16 de Sevilla, Juan Gutiérrez Casillas, describe los hechos que sucedieron en torno a las 19:15 horas del 1 de agosto pasado, cuando el miembro de la Manada se apoderó de unas gafas de sol de la marca Oakley en El Corte Inglés de la Plaza del Duque, ocultándoselas en un pantalón corto que vestía tras arrancarle la alarma antihurto. Dice el juez que intentó además "causar confusión dejando sus propias gafas en un expositor" de la óptica y a continuación se marchó en su coche.

Cuando salía del garaje a través de la rampa del parking, prosigue el auto, un vigilante de seguridad de los grandes almacenes se situó delante del vehículo y le ordenó que se detuviera, momento en que Ángel Boza dio un "acelerón a su vehículo para escapar, provocando que el vigilante, para evitar ser arrollado por el automóvil tuviera de improviso que dar un súbito salto a su izquierda y a la derecha del automóvil, lo que no impidió que fuera golpeado por el lateral derecho del vehículo".

Tras el "brusco acelerón repentino" y el golpe, el vigilante sufrió lesiones por las que tuvo que ser asistido en un centro sanitario, afectado de una contusión a nivel de pared abdominal, y estuvo siete días lesionado, no quedándole secuelas. La escena fue presenciada por un segundo vigilante, mientras que un tercero, ya en la vía pública, también requirió a Ángel Boza para que detuviera el vehículo, dando incluso una palmada en el cristal del coche, a lo que el conductor hizo caso omiso, continuado la aceleración del automóvil para huir del lugar de los hechos.

El juez concluye que Ángel Boza logró escapar utilizando el vehículo de modo que para ello no dudó en "embestir a un vigilante del centro comercial con el automóvil para lograr su propósito de huir con las gafas en su poder, para obtener un ilícito beneficio". Además, se saltó una señal de tráfico de giro obligatorio "a gran velocidad", introduciéndose en La Campana para intentar escapar de la acción policial y del lugar de los hechos, siendo finalmente interceptado por la Policía Local en la ronda histórica, en concreto, en la Puerta de la Carne.

En este auto, el instructor decidió igualmente mantener la situación de prisión sin fianza para Ángel Boza, al estimar que "se mantienen las consideraciones que llevaron a la adopción de dicha medida cautelar", tal y como había solicitado la Fiscalía de Sevilla.

El juez tomó esta decisión al considerar que existe riesgo de fuga y “teniendo en cuenta la naturaleza del presunto delito cometido, la pena que pudiera corresponderle, las circunstancias del hecho y antecedentes del investigado”, así como “para garantizar la eficacia de la investigación procesal y la disponibilidad del investigado a los llamamientos judiciales”.

El letrado Agustín Martínez, que representa al joven investigado había solicitado su puesta en libertad porque entendía que no se dan ninguna de las circunstancias para mantenerlo en prisión, dado que a su juicio no existe riesgo de fuga, ni posibilidad de ocultación, alteración o destrucción de las fuentes de prueba, ni tampoco de reiteración delictiva.

El letrado argumentó que los únicos antecedentes que figuran en la hoja histórico penal de Boza, al margen de la condena por los abusos sexuales en los Sanfermínes, son dos relacionadas con delitos de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas y negativa a someterse a las pruebas de detección de alcohol, por lo que “no resulta acreditada la afirmación del instructor, no siendo ajustada a la realidad la existencia de antecedentes penales por delitos contra la propiedad”.

El robo de Ángel Boza fue grabado por las cámaras de vigilancia del Corte Inglés y el vídeo figura como una de las principales pruebas de cargo. El vídeo dura exactamente cuatro minutos y 44 segundos. Ése es el tiempo que Boza estuvo en la óptica de El Corte Inglés de la Plaza del Duque, donde se apoderó de las gafas de sol, un robo por el que fue enviado a prisión, dado que en la huida fue perseguido por varios vigilantes de seguridad del establecimiento y algunos resultaron heridos al ser acometidos por el joven.

En el vídeo se observa cómo Ángel Boza entra con tranquilidad en la óptica –a las 19:26 horas del pasado 1 de agosto, según recoge el reloj de la grabación–, donde en ese momento hay dos dependientes, uno de ellos atendiendo a un cliente y otro haciendo una consulta en un ordenador. Boza, que viste pantalón corto y va en chanclas, se dirige a los expositores de las gafas y tras echar un vistazo, comienza a probarse algunos pares. En algún momento aparece un tercer empleado del centro comercial. Boza no se dirige a ninguno de ellos en ningún instante para interesarse o preguntar por alguna de las gafas.

En el vídeo se ve cómo sale del establecimiento con la misma tranquilidad, en menos de cinco minutos, siendo entonces perseguido por los vigilantes de seguridad que habían detectado el robo. Boza se hallaba en en libertad a la espera de que se resuelvan los recursos contra la condena de nueve años de cárcel por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento a una joven en los Sanfermines de 2016.

Su abogado defensor, Agustín Martínez, considera que de las declaraciones ante el juez de los vigilantes se desprende que la sustracción de las gafas no fue un robo violento –que puede conllevar una condena de entre dos y cinco años de cárcel– sino un hurto al que correspondería una pena de multa.

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