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La asesina de Dos Hermanas: una mujer "inestable" con "tendencia al descontrol de sus impulsos"

Jurado popular

Los psiquiatras, tres de sus antiguas parejas e incluso su hija mayor trazan el perfil personal y mental de Joyce G.S., que antes del crimen acudió a una consulta de Salud Mental "en busca de ayuda"

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La acusada, durante una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

La mujer que atropelló, agredió y acuchilló hasta la muerte a sus vecinos en una finca de Dos Hermanas, tal como ella misma confesó ante el jurado que la está enjuiciando en la Audiencia de Sevilla, es una persona “inestable” e “impulsiva” con una “tendencia al descontrol” e incluso acudió por voluntad propia a una consulta de salud mental “en busca de ayuda”. Ese es el perfil de Joyce Greyce G.S. que ayer, durante la maratoniana tercera sesión del juicio, trazaron no sólo los forenses psiquiátricos que se entrevistaron con ella, sino tres de sus antiguas parejas y hasta su propia hija mayor. El trastorno de la acusada, el consumo diario de hachís y su hartazgo por las amenazas de su vecina respecto a la custodia de sus hijos, que eran “su mundo y su vida”, desataron el brutal ataque que acabó con el fallecimiento de Cristina y Manuel en la tarde del 24 de julio de 2020. La violencia fue tal que la mujer “ya no se movió” después de ser arrollada con el coche.

De todos los testimonios, el más objetivo por su condición de peritos fue el de los psiquiatras que entrevistaron a Joyce. Ante el tribunal confirmaron que la acusada, de 44 años y nacionalidad brasileña, padece un trastorno mixto de personalidad y rasgos límites. Básicamente tiene “tendencia al descontrol impulsivo” y ella misma “acudió motu proprio a Salud Mental por esa falta de control de sus impulsos”, explicaron los peritos. En su opinión, la autora del doble crimen tenía “ideas paranoides”, es decir, que “no llega a valorar la realidad tal como es al cien por cien” y por tanto vive en “un estado permanente de alerta y desconfianza”.

En el caso concreto del conflicto con sus vecinos, sin embargo, “había un fondo de veracidad”. En otras palabras, las amenazas con dejarla sin la custodia de sus hijos eran reales y actuaron como “un precipitante” de ese ataque mortal. Otra vecina que compareció como testigo relató que poco antes del suceso oyó cómo la víctima, en una conversación por teléfono, decía “cuando venga la brasileña, se va a llevar una sorpresita”. “Los señores fallecidos tenían conflictos con todos los vecinos”, añadió.

El abrazo de la hija mayor

La impulsividad de la homicida había quedado más que patente en otros testimonios distintos al de los peritos. La hija reconoció que su madre es “una persona inestable”, incluso “bipolar”. “Ella va tragando, va tragando y al final explota”, dijo. También refirió que la llamó tras acabar con la vida de sus vecinos y le comentó que “se habían acabado los problemas”. “Se refería a todas las amenazas que la vecina le hacía para quitarle a los niños. Continuamente le decía que iba a llamar a los servicios sociales, era un no vivir”, recordó. Tras concluir su declaración, la hija pidió permiso a la magistrada para abrazar a su madre. “Llevo tres años sin hacerlo”, suplicó. La presidenta no se lo impidió.

En la misma línea se pronunciaron tres parejas de la acusada, entre ellos quien había sido su marido. “Antes ya había llegado a las manos con alguien, es conflictiva e inestable, pero más impulsiva que calculadora”, apuntó. “Siempre estaba fumando porros, a veces la tranquilizaban pero si los mezclaba con cerveza se le iba un poco la pinza. Era más bien impulsiva, de mecha corta. Cuando explotaba, explotaba”, señaló otro de sus novios. “Era impulsiva cuando se mosqueaba, pero no era agresiva”, matizó otra de sus parejas.

El día de los hechos sí fue agresiva y sí explotó. Según el forense que realizó la autopsia a las víctimas, el hombre presentaba 27 lesiones y la mujer, 23, entre ellas un “degüello impresionante” en el cuello ejecutado con "un cuchillo de cortar carne de casi un cuarto de kilo de peso” que llegó a seccionarle la médula espinal. Aunque esta segunda víctima cayó inconsciente al suelo tras ser atropellada, aún estaba viva cuando la acusada la acometió: primero con unos “bloques de hormigón”, con los que le fracturó la base del cráneo, y después con el citado cuchillo “de cortar carne”.

A la espera de conocer este jueves las conclusiones definitivas, la Fiscalía pide para Joyce G.S. casi treinta años de cárcel por dos delitos de asesinato con las atenuantes de confesión y anomalía o alteración psíquica.

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