La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
'Super Bowl'
El artista canadiense The Weeknd brilló en el espectáculo de entretiempo del Super Bowl, la final de fútbol americano de Estados Unidos, con un impactante espectáculo lleno de alegorías que, por primera vez, no se desarrolló desde el campo de juego.
Tras los primeros dos tiempos del partido entre los Kansas City Chiefs y los Tampa Bay Buccaneers, toda la atención se enfocó en las gradas del Raymond James Stadium, de Tampa (Florida), donde The Weeknd, vestido con una chaqueta roja de lentejuelas de Givenchy (firmada por el director creativo Matthew M. William) sobre un atuendo monocromático en negro, comenzó la presentación con una mezcla de sus principales éxitos.
Después de interpretar segmentos de su primera producción, House of Balloons, acompañado de un coro cuyos integrantes llevaban un uniforme de robot postapocalíptico, el artista siguió desde un laberinto de espejos con Can't Feel My Face, Feel It Coming y Save Your Tears.
Luego fue el turno de Earn It, el tema de la película 50 sombras de Grey, que cantó acompañado de una orquesta en vivo y delante de asientos iluminados de tal forma que daban la sensación de ser edificios que luego se transformaron en la silueta de un cementerio. El artista cerró el espectáculo con Blinding Lights, la canción que lo convirtió en el 'rey de Tik Tok' durante los primeros meses de la pandemia. Y al escucharse los primeros acordes del tema el campo de juego se llenó de centenares de bailarines vestidos igual que The Weeknd.
A diferencia de todas sus presentaciones de 2020 y principios de 2021, en las que se había visto primero golpeado, luego con vendas y después con una alteración grotesca de sus facciones -todo producto de un performance visual-, el cantautor canadiense apareció en Tampa con su cara al natural.
Por contra, sus bailarines llevaban vendajes que servían de tapabocas y mantenían el concepto que el artista viene desarrollando desde principios de 2020, en el que mantiene su crítica a la falsedad de la sociedad actual y el concepto impuesto de belleza.
Al tiempo que sonaban los acordes de la canción, el artista bajó al campo, donde los bailarines se movían como un ejército macabro, en formación perfecta y con una marcha en la que se respetaba los dos metros y medio de distancia social. La formación se rompió en torno al artista, quien cerró el espectáculo a la luz de imponentes fuegos artificiales y con todos sus bailarines tendidos sobre el campo.
A diferencia de la vistosa presentación de Jennifer López y Shakira del año pasado, que desató numerosas críticas por lo explosivo y sensual de su presentación, The Weeknd apostó por un espectáculo más sobrio y totalmente audiovisual.
Aunque el espectáculo del medio tiempo suele ser una producción híbrida para el espectador en el estadio y el que está en casa, esta vez se sintió como un espectáculo totalmente televisivo. Y se trató de una apuesta personal de The Weeknd, que destinó siete millones de dólares de su propio bolsillo para poder ofrecer esta experiencia cinemática.
La parte artística del Super Bowl había comenzado horas antes con un concierto de Miley Cyrus en las afueras del estadio, que fue transmitido en vivo por Tik Tok. La artista interpretó, entre otras canciones, su sencillo Nothing Breaks Like a Heart.
Además, compartió el escenario con Billy Idol, con el que interpretó Night Crawling y White Wedding, ante una audiencia de 7.500 trabajadores de salud. Los homenajeados, procedentes de distintas partes del país, habían sido invitados sin costo alguno por parte de la National Football League (NFL), como símbolo de su agradecimiento al personal sanitario que ha luchado contra la pandemia de la covid-19.
Estos trabajadores y los 15.000 espectadores admitidos presenciaron la magistral interpretación del himno nacional estadounidense por parte de la cantante afroamericana de soul y R & B Jazmine Sullivan y el cantante de country Eric Church, de raza blanca.
En una sección inédita, la joven poetisa Amanda Gorman, quien llamó la atención por su participación en la toma de posesión de Joe Biden, recitó un poema en honor al educador californiano Trimaine Davis.
Los jugadores y sus técnicos, muchos sin mascarillas, y otros con ella pero la nariz al descubierto, les aplaudieron mientras se preparaban para iniciar el partido.
Aunque la capacidad del Raymond James Stadium llega a los 75.000 espectadores, apenas 23.000 fueron admitidos, lo que disparó aún más los tradicionalmente altos precios de entrada al Super Bowl. Las entradas, ya caras de por sí normalmente, llegaron antes de comenzar el partido hasta los más de 100.000 dólares en la reventa.
También por 100 dólares también se podía estar en el estadio en una imagen impresa en un cartón de tamaño real. Con estas figuras se llenaron las sillas vacías y por televisión daba la impresión de que todas las gradas estaban llenas.
Los que ven el Super Bowl por su contenido de cultura pop también pudieron disfrutar de anuncios innovadores, muchos con temas ecológicos y con un humor menos infantil que en años anteriores. Sin embargo, grandes anunciantes como Budweiser decidieron donar los millones que usualmente invierten en publicidad en el Super Bowl a iniciativas contra el coronavirus. De hecho, la retransmisión comenzó con un minuto de silencio para recordar a las víctimas y una llamada del presidente estadounidense Joe Biden a usar siempre mascarillas en público.
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