Un cambio radical
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Cuarta temporada de la serie de Netflix
Rodar un biopic sobre una persona que aún sigue viva tiene sus ventajas, y también sus inconvenientes. En el caso de The Crown, que retrata la vida de Isabel II de Inglaterra la proeza se vuelve todavía más complicada pues involucra a la familia real británica, una de las monarquías más arraigadas de Europa. Durante tres temporadas había conseguido mantenerse ajena a la polémica. La aproximación de Peter Morgan a la vida de Isabel II a través de distintas etapas históricas siempre hubo de tomarse licencias, pero estas no empezaron a ser comentadas hasta la llegada de esta última cuarta temporada, estrenada recientemente en Netflix. Esta nueva entrega, con Olivia Colman que sigue en el papel de la reina, se mete en cuestiones tan espinosas como la relación de Margaret Thatcher con Isabel II y el matrimonio del príncipe Carlos con Diana de Gales. Y la familia real está que trina.
La semana pasada se sabía que consideran la serie de Netflix "un retrato horrible e injusto". El mismísimo secretario de Cultura británico, Oliver Dowden, expresó su deseo de que los espectadores la vean sólo como lo que es, una ficción: "Netflix debería dejar claro desde el principio que no es más que eso. Si no lo hace, temo que toda una generación de espectadores que no vivieron esos acontecimientos se tomen la ficción como hechos".
El peor parado de todos los Windsor es el príncipe Carlos, fundamentalmente en lo que respecta al trato que dio a su mujer, Lady Di, un auténtico icono y considerada incluso desde antes de su trágico fallecimiento en un accidente de tráfico la 'princesa del pueblo'. Infiel, déspota, frío. ¿Realidad o ficción?, ¿retrata realmente The Crown cómo es el heredero del trono británico? Algo que nadie ignora a estas alturas es que se casó con Diana sin amarla y sin ninguna intención de hacerlo.
Según fuentes consultadas por los periódicos Telegraph y Daily Mail, supuestamente cercanas al propio Carlos, este se habría sentido "arrastrado por el barro" y hacen referencia a dos pasajes que le han dolido especialmente. Uno es el choque entre Carlos y su muy querido lord Mountbatten, quien según la serie le envió una carta poco antes de morir reprochándole que siguiese su idilio con Camila Parker Bowles en vez de sentar cabeza, poniendo además la palabra "traidor" en boca de Carlos.
El otro momento que ha escocido especialmente es cuando el duque de Edimburgo amenaza a Diana después de que ella decida no hablarle a Carlos; según este miembro de la familia real, se trata de una "insidiosa" licencia artística por parte de la serie. Por supuesto, también ha molestado que se muestre cómo el romance entre Carlos y Camila continuó durante su noviazgo y matrimonio con Diana, cuando él asegura que se separaron antes de casarse y no retomaron su relación hasta 1986, cuando su matrimonio con Lady Di ya estaba en crisis. Tampoco contribuyen a dar precisamente buena imagen del príncipe de Gales las escenas en las que tiene un comportamiento verbalmente agresivo con ella.
El actor que interpreta a Carlos en la serie, Josh O’Connor, no está nada de acuerdo con las conclusiones que está sacando el público sobre la figura del príncipe en esta cuarta entrega. "...Como los villanos de Shakespeare, yo no he querido interpretar a Carlos como alguien malvado. De hecho, no creo que lo sea. Solo es alguien que está muy perdido, como ya vimos en la temporada tres", ha manifestado hace poco.
Por supuesto, todas las series basadas en hechos históricos tienen sus licencias creativas que reman a favor de la obra de ficción, pero quizás a The Crown se le pide una mayor rigor al hablar de una figura tan conocida e importante como la reina de Inglaterra y su familia.
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