Un cambio radical
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El plante mediático
Carmen Otte y Juan Ortega han decidido irse cada uno por su lado, dentro de la difícil situación en que se encuentran tras él cancelar la boda de este sábado. En estos momentos la improbable reconciliación pasa porque ambos están en continentes distintos. La cardióloga jerezana, "destrozada" desde el sábado por la mañana cuando ya vestida de novia supo del plante de su prometido, ha decidido aprovechar el viaje de novios contratado y junto a una amiga, o varias amigas, apunta Kike Calleja en Telecinco, estaría en estos momentos en Argentina, el destino previsto.
Tras cuatro días sin salir la finca familiar en Jerez, donde se refugió para estar lo más aislada posible del ruido mediático exterior, Otte ha dado el paso de celebrar el viaje que debía ser el de la gran escapada con su marido. Juan Ortega asumió que pagaría todo el desembolso de la celebración nupcial, que ascendería a 90.000 euros, cuantía en la que también estaría incluido el viaje de luna de miel para dos personas. Otte ha dado el salto al océano y estaría ya disfrutando del verano austral en tierras argentinas.
El diestro, por su parte, resignado a toda la marejada que ha ocasionado su determinación de no casarse, con el grave disgusto para los suyos y su familia política, se ha dirigido a Madrid y desde allí a la localidad de Checa, en la provincia de Guadalajara y en las proximidades de Albarracín, en Teruel, según ha revelado el cronista Kike Calleja. En la finca de unos amigos se encuentra el torero, alejándose de su entorno habitual y continuando con su preparación física de cara a la nueva temporada taurina.
Ortega decidió el sábado por la mañana a primera hora, horas antes de la ceremonia prevista al mediodía en la iglesia de Santiago de Jerez, no acudir a su boda, comunicándoselo a sus padres y a su pareja. El sacerdote catalán, amigo personal, que lo iba a desposar le aconsejó ser coherente. "No lo veo", repetía el diestro que se asomó al abismo mental al pensar que iba a asumir un compromiso para toda la vida. Con Carmen Otte había vivido unos últimos meses llenos de esas dudas que arreciaron el sábado. No se veía preparado para una vida en común y la diferencia de criterios con su futuro suegro, Miguel Ángel Otte, destacado ingeniero agrónomo (estudios que completó también Ortega), habría sido un factor clave para calcular un error personal que no quería aumentar, pese al doloroso plante. Desde el entorno del diestro se manejan estas circunstancias y una opción que no tendría vuelta atrás. Un viaje de no retorno en lo sentimental que cada uno de los no contrayentes ha iniciado lejos de sus respectivas ciudades y lejos de curiosos y fotógrafos.
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