La reina María, la Windsor rumana

Nacida como princesa María de Edimburgo, nieta de la reina Victoria I de Inglaterra, ha sido la monarca más querida por los rumanos por la dedicación a su país

La reina María de Rumanía, que nació princesa de Edimburgo, en su ascenso al trono en  1922.
La reina María de Rumanía, que nació princesa de Edimburgo, en su ascenso al trono en 1922.
Fátima Díaz

21 de agosto 2021 - 07:06

La princesa María de Edimburgo, la nieta más bella de la reina Victoria, siempre fue inglesa por educación, pero rumana de corazón y espíritu. Cuando llegó a aquel país, que hacía poco que existía tras su independencia del Imperio Otomano, era una niña de tan solo 17 años, inexperta e insegura y que no amaba a su futuro esposo, el príncipe heredero Fernando. Ambos eran como el día y la noche. Fernando era tímido y católico y se negó a convertirse a la fe ortodoxa. María era inteligente, curiosa, anglicana y deportista. No, estaba claro que sus sonrisas fueron muy leves cuando se casaron en 1893, pero los 34 años que iba a durar su matrimonio se convertirían en años en los que los acontecimientos que sacudieron Europa les hizo unirse más, y si no hubo amor, al final sí hubo cariño, amistad y alianza entre ambos, dado que María siempre amó a un solo hombre, el príncipe Barbu Stirbey, igual que él a ella.

Foto de niña de María de Rumanía.
Foto de niña de María de Rumanía.

Con todo, María y Fernando tuvieron seis hijos: Carlos II, rey de Rumanía (1893-1953); Isabel, reina consorte de Grecia (1894-1956); María, reina consorte de Yugoslavia (1900-1961); Nicolás (1903-1979); Ileana, archiduquesa de Austria por matrimonio (1909-1991), y Mircea (1913-1916).

Conocida como la ‘Abuela de los Balcanes’, pocos consortes reales ejercieron tanta influencia como ella

Conocida como la ‘Abuela de los Balcanes’ y ‘Madre del pueblo rumano’ –demostrando sin duda que la sangre de su abuela Victoria I corría por sus venas–, pocos consortes reales ejercieron mayor influencia que la reina María durante el reinado de su marido.

María con su esposo, el rey Fernando I de Rumanía.
María con su esposo, el rey Fernando I de Rumanía.

Tuvo 21 años para adaptarse a la corte rumana y aprender sus tejemanejes y hasta que murió el rey Carlos I en 1914, coincidiendo con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Lo primero que hizo María fue convencer a su esposo de entrar en combate al lado de la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) en 1916. Aquello fue sin una prueba de fuego para la reina, debido a que los alemanes invadieron Bucarest y la familia real tuvo que huir a Moldavia y dirigir desde allí la contraofensiva. Hubo un momento en que Rumanía casi llegó a desaparecer, dado que los alemanes tenían invadido el oeste y sur del país mientras que los bolcheviques habían invadido el norte en 1917 tras destronar a Nicolás II, primo de María. Una tentativa de paz forzada y humillante se puso sobre la mesa, pero María se negó a firmarla, Fernando I igualmente, y la lucha siguió. Milagrosamente la llegada de ayuda americana, inglesa y francesa, más la del propio pueblo rumano que se sumó a las filas del ejército, ayudó a expulsar tanto a los alemanes como a los comunistas. En 1918 los reyes Fernando y María regresaron a Bucarest y empezó la reconstrucción del país.

María se ganó aún más el cariño de su pueblo al servir como enfermera durante la guerra, haciendo frente no solo a operaciones, amputaciones y muertes sino también a las epidemias de tifus y cólera que azotaron a las tropas. Muchas veces el matrimonio real llegó a visitar las trincheras para dar ánimos a los soldados.

La reina María de Rumanía, antes princesa de Edimburgo.
La reina María de Rumanía, antes princesa de Edimburgo.

María de Edimburgo no solo fue popular por su arrojo político, también como escritora. Escribió sus memorias, varios artículos para revistas y publicó varios cuentos de hadas y mitología para niños. También es autora de un libro titulado Mi país en el que cuenta la historia de Rumanía.

Pero el momento álgido de su popularidad llegó en 1919 cuando, en representación de Rumanía, viajó a la Conferencia de Paz de París, siendo recibida con gran entusiasmo por los franceses. Al primer ministro Clemenceau le impresionaron tanto la elegancia y carácter de aquella mujer que le devolvió a Rumanía los territorios de Valaquia, Transilvania, Bucovina y la Besaravia, antaño del imperio austrohúngaro, a través del Tratado de Trianon (1920).

En 1922 María y Fernando fueron coronados tras una gira por los nuevos territorios rumanos. En 1926 la reina se encontraba de visita por Estados Unidos, haciendo campaña para que Rumanía fuera reconocida, cuando tuvo que regresar precipitadamente pues su esposo estaba muriéndose. Incluso estuvo en España en 1929 con su hija Ileana y se barajó un posible casamiento con el Príncipe de Asturias, el cual no se celebró finalmente debido a la hemofilia que padecía él.

Con su hijo Carlos la relación fue siempre terrible y María acabó trasladándose a su casa cerca del Mar Negro, donde se dedicó a la jardinería, la colección de antigüedades y a estar con el príncipe Stirbey. El reinado de Carlos II fue acercándose cada vez más a las potencias del Eje, algo que a María le preocupaba. El rey no la escuchaba, e incluso le llegó a prohibir que se acercara a la corte. Carlos pronto empezó a ensuciar la reputación de su madre, a la que tachaba veladamente de promiscua, borracha y derrochadora, algo que diez años después los comunistas aprovecharían para injuriar a la corona aún más.

La reina María, en su trono.
La reina María, en su trono.

La salud de María se deterioró gravemente a partir de 1937-38 y su médico le diagnosticó una cirrosis muy grave, y eso que ella nunca consumió alcohol. La trasladaron a un sanatorio en Italia donde notó una leve mejoría, pero su estado ya era terminal y, consciente de que se moría, María pidió volver a Rumanía. Murió en el castillo de Sinaia el 18 de julio de 1938 a la edad de 63 años. La princesa inglesa que llegó desde Gran Bretaña para escribir su propia historia fue enterrada al lado de su esposo en el Monasterio de Curtea de Arge.

Podría decirse que María de Rumanía murió a tiempo de no ver su legado hecho pedazos por su propio hijo, porque tan sólo dos años después Rumanía entró en la Segunda Guerra Mundial y Carlos fue depuesto por el dictador fascista Antonescu y su hijo Miguel, nieto de María, fue coronado nuevo soberano. El reinado de Miguel I terminó el 31 de diciembre de 1947 cuando el primer ministro Petru Groza le obligó a firmar su abdicación a punta de pistola. El país se convirtió en una república socialista de corte soviética y la memoria de la familia real fue ensuciada.

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