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Una princesa moderna en 10 claves

I. Brea

02 de septiembre 2017 - 09:39

Princesa del pueblo, Reina de corazones, Princesa sin reino... Muchos fueron los sobrenombres que recibió Diana de Gales en su corta vida. Murió con sólo 36 años, pero fueron suficientes para marcar un punto de inflexión en una monarquía anacrónica. Más próxima al pueblo que a las rígidas normas de la realeza, donde nunca llegó a encajar, fue una princesa adelantada a su tiempo, una princesa moderna que sentó las bases para la monarquía del siglo XXI. Y es fácil comprobarlo en diez pasos:

1. Fue la primera princesa que dio a luz en un hospital. El príncipe Guillermo fue el primer heredero al trono británico que no nació en palacio. Diana tuvo claro que sus hijos nacerían sin distinciones y eligió el St. Mary Hospital para su alumbramiento.

2. Fue la madre que quiso ser . Las fotos de Diana disfrutando junto a sus hijos en una atracción de Disney dieron la vuelta al mundo. No era habitual ver a los monarcas prodigando cariño a sus descendientes en los actos oficiales, una máxima que ella siempre pasó por alto. "Dar abrazos no tiene efectos secundarios", solía decir. No obstante, fue estricta con su educación: les obligaba a hacer cola en las grandes superficies y a pagar sus caprichos con el dinero de su paga.

3. No le importaba mostrarse al natural. ¿Cuándo hasta entonces se había visto a una princesa luciendo una gorra de béisbol o bailando con John Travolta? Lady Di sentó las bases para que hoy Máxima de Holanda o la propia Letizia no se escondan cuando lucen indumentaria informal.

4. Rompió los estrictos códigos de etiqueta de la monarquía británica. Si el negro es un color elegante, ¿por qué sólo lucirlo en los funerales? La princesa de Gales sabía que el color negro le sentaba muy bien y apostó por él en numerosos actos oficiales sin importarle el qué dirán de una monarquía que seguía siendo demasiado encorsetada.

5. Fue la cara humana de la monarquía británica. Cuando se implicaba en una causa benéfica, no lo hacía de cara a la galería, sino porque de verdad creía que su aportación podía ser significativa. Lo dejó claro cuando el sida era una enfermedad de la que apenas se tenían datos y cuando visitaba las cárceles o a los toxicómanos. Lady Di dejaba su corona a un lado en todos estos proyectos solidarios y no le importaba las cámaras, es más, se solía sentar de espalda a ellas para poder prestar más atención a lo que le contaban los afectados.

6. No le importó enfrentarse al poder en su lucha contra las minas antipersonas. Cuando defendía una causa, la llevaba al extremo y así quedó demostrado en más de una ocasión con su implicación en la erradicación de minas antipersonas. No le importó elevar su voz contra ministros de su país, el gobierno de EEUU o la OTAN .

7. Habló públicamente de sus desórdenes. Cuando la anorexia era un tema tabú, ella reconoció que padeció este desorden alimenticio casi desde el principio de su matrimonio. Con posterioridad, otras princesas como Victoria de Suecia también reconocieron haber luchado contra el mismo fantasma.

8. Se reveló contra las infidelidades. Dicen que un día el príncipe Carlos le dijo que no estaba dispuesto a ser el único príncipe de Gales que no tuviera amantes. Y aquella frase le cayó como un rayo. Se obsesionó tanto con Camilla que hasta la buscó en la iglesia el día de su boda (y lo peor fue que la encontró)

9. Enamorada de la moda. Nunca hasta entonces se había visto a una princesa en el front row de un desfile de moda. Pero Diana no era mujer de una sola aguja ni de modistos de palacio y se dejó ver con su estilista, Anna Harvey, en el desfile del diseñador Joe Casely-Hayford. Fue inspiración para muchos grandes diseñadores y tuvo especial relación con Valentino. Contó con la complicidad de grandes tops de los 90 para dar una sorpresa en palacio a su hijo Guillermo.

10. Fue la primera princesa considerada celebrity. Si Gracia de Mónaco fue una actriz que soñó con ser reina, el caso de Lady Di fue justo al contrario. A la princesa le habría encantado tener un sitio en el cine. Era frencuente verla con los famosos en los grandes estrenos. Mantuvo especial amistad con Michael Jackson (quien la consideró siempre su amor platónico) y posó como una auténtica modelo para la cámara de grandes fotógrafos como Testino o Demarchelier.

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