Pilar Rubio, con un traje de novia de Zuhair Murad fiel a su estilo

Boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio

La novia llevó un vestido del diseñador libanés Zuhair Murad cuajado de 'pailletes', cristales, pedrerol y brillos con velo de encaje prendido de su pelo que generó opiniones contradictorias.

Pilar Rubio llega a la Catedral de Sevilla para su boda con Sergio Ramos
Pilar Rubio llega a la Catedral de Sevilla para su boda con Sergio Ramos / Antonio Pizarro
Fátima Díaz

15 de junio 2019 - 18:47

Pilar Rubio demostró que, hasta en su boda con Sergio Ramos, sigue siendo fiel a su estilo. Con un vestido de novia repleto de brillos del diseñador libanés Zuhair Murad ha generado opiniones para todos los gustos: a algunos les pareció fiel reflejo de su personalidad, mientras que también generó algunas críticas. ¿Demasiado brillo para la Catedral de Sevilla?

Lo cierto es que era un diseño de dos piezas con sobrefalda que, al quitarse ésta, se convertía en un vestido de fiesta. Además, el hecho de que llevara los hombros al descubierto tampoco contribuía a aportar elegancia. Además, con este gesto contradice una de las normas de protocolo de la Catedral, a la que hay que acceder con los hombros cubiertos, más aún si se trata de una novia.

Con un cuerpo ceñido y escotazo, era difícil que Pilar no estuviera radiante, porque transmitía felicidad. Y tampoco se puede decir que no fuera guapa, pues ella lo es a rabiar, no le hace falta ningún aderezo.

Zuhair Murad es un prestigioso diseñador al que Pilar admira desde hace tiempo. De hecho, la presentadora voló el pasado enero a París para conocer las últimas propuestas de su línea de Alta Costura. En concreto, el vestido de la presentadora pertenece a la colección Bridal Spring 2019, aunque se trata de una modificación hecha para ella, con una falda más tupida, un escote ligeramente más cerrado y una sobrefalda añadida para conseguir mayor volumen y ese deseado 'efecto princesa'. Tal y como se especifica en la web de la firma, está inspirado en el movimiento art Decó de la década de 1930.

Un vestido 'diferente', con escotazo, sin mangas, brillos y velo de encaje prendido de un recogido. El punto rockero: su ramo de flores negro, color que significa 'amor eterno'. El novio y el padrino también llevaban sendos ramilletes negros en sus solapas.

¿Fue acertado su estilismo para una ceremonia religiosa? Quizás no. Pero iba bella, contenta, simpática y emocionada, y eso es lo realmente importante.

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