La pasarela de las 1001 flamencas
SIMOF
Ocho fueron las firmas que ayer se dieron cita en un Salón Internacional de la Moda Flamenca, donde pudieron verse unas coloristas colecciones que demostraron cómo existe un traje para cada mujer
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Desde las doce y media y del mediodía, y hasta las nueve y media de la noche, se sucedieron, una tras otra, las puestas en escena de las diferentes firmas congregadas ayer viernes en el Simof 2011 para presentar unas colecciones que, en general, dejaron buen sabor de boca entre el público asistente. Un multitudinario aforo que no dejó de aplaudir ideas como las de Arte y Compás, firma que optó por una mujer joven con siluetas ceñidas y predominio de tirantes, por un lado, y mangas con amplitud de vuelo, por otro. Fondos lisos -o estampados-, mezclados con lunares se alternaron con otros blancos lisos salpicados de claveles rojos que, distribuidos por el conjunto, constituían una de las notas más destacables de una colección titulada, precisamente, Claveles por mi cuerpo. Posteriormente, D'repentelola desplegó un auténtico homenaje a la figura femenina a través de sutiles movimientos surgidos de suaves tejidos que, del rojo al rosado, evocaron la luz del Mediterráneo. Con superposición de cuadros y motivos florales, los responsables del diseño de esta empresa unificaron elementos y abrieron el abanico hacia el acercamiento de diferentes estilos.
Avanzando a lo largo de la tarde, Pepa Castro fue la encargada, Por chicuelinas, de abrir un pase durante el que el mundo del toro estuvo más que presente. Utilizando el tul como novedoso tejido, la sevillana se acercó a la Fiesta Nacional, al Rocío y, por supuesto, a la Feria, contando con originales complementos como flores en diademas y abanicos pintados a mano con imágenes naif alusivas a la temática general. Predominio de sesenteros cortos, una sastrería impecable (para amazonas y caballistas), uso del croché, volantes que se giran hacia arriba (modificando la que suele ser su habitual colocación) y un espectacular cierre de trajes negros, fueron algunas características de una propuesta seguida por Molina Moda Flamenca. Una marca que, con Recuerdos, ofreció una de las presentaciones más divertidas de todo lo ofertado hasta ahora y que, además, contó con la presencia de Charo Reina para animar un tiempo que, por variado, se hizo corto. Así se desplegaron ideas entre las que no faltaron volantes distribuidos en dos o tres hileras -rematadas con tiras de croché-, flecos que caían en liso desde los hombros, transparencias en la cintura y, en especial, varias creaciones entre las que destacó una de organza con gran amplitud que, coronada por un cuadrado sombrero floral, le tocó en suerte a la bella Raquel Lozano. Aparte, un palabra de honor verde agua, realizado a partir de pequeños volantitos, constituyó otra nota reseñable a la que, por último, sumamos una de las tendencias de este certamen: los volantes abullonados.
Indisolubles en su unión acudieron, como siempre, Mari Carmen Cruz -la cual quiso recordar a una tía paterna llamando Aurora a su desfile-, y Ángeles Espinar, exquisita con un trabajo bautizado De mil colores. Mientras la primera se acercó a los cortes canasteros, de talle alto, a través del empleo de bambulas, popelines y satenes (resaltados, aún más, con las maravillosas peinas, pendientes y collares de Maite Cárdenas -profesional con experiencia en otros espacios como Cibeles y Gaudí-); la segunda desnudó el cuerpo de las desfilantes engalanándolas de mantones y mantillas que, desde Villamanrique de la Condesa, enamoraron a unos espectadores absortos ante tanta belleza. Flores, motivos chinescos, pájaros y una obra de estilo costumbrista -con todos los monumentos de la ciudad hispalense-, fueron bordados sobre un arco iris de paleta interminable en la que también quiso hacerse un guiño a los dorados años 20.
En la recta final, Loli Vera descubrió, en Más que flamenca, la motivación para, en épocas de crisis, "tirar para delante". Un noble objetivo que halló en flecos y volantes, de nuevo canasteros, y en un carácter, en general, tradicional que reivindicó el encaje de bolillos como inconfundible seña de identidad de la gitana. Más rompedora, Aurora Gaviño congregó rostros como los de Toñi Salazar o Chayo Mohedano para contemplar, Amalgama flamenca, canto a esa Gaviño auténtica y vitalista que ha sabido forjar un estilo inconfundible y propio. Cinturas marcadas por semicírculos de encaje, floreados corpiños con lentejuelas, cristalitos de espejo o mangas de encaje supusieron la aventura de este alma zíngara que no tiene inconveniente en adaptar a su forma el tejido vaquero y que pisa fuerte sobre terrenos pocos usuales como el del volante fruncido o combinaciones teóricamente casi imposibles pero factibles gracias a su talento. Por último, Cristo Báñez abrazó el universo de la década de los 70 para, bajo una inspiración vintage, acercarse a tonalidades como la calabaza, el chocolate, el cobalto o la menta. Un excelente propósito seguido muy atentamente por los incondicionales de una moda, la nuestra, en continuo reciclaje. Formas canasteras, cortes sirena y otros al talle supusieron una nueva prueba de fuego en un emplazamiento donde brillaron con luz propia las batas de cola lucidas -al parecer, cierre obligado de la mayoría de los pases- por la Miss España Helen Lindes. Presencia de lujo ésta para un evento que hoy sábado debe afrontar una jornada maratoniana, donde Sara de Benítez, Carmen Latorre, Ángeles Verano o Luchi Cabrera se alzan como columna vertebral de la que, sin duda, es la pasarela del Sur con más impronta.
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