La novia dio el paso
A falta de famosos, el público se hacía fotos con reporteros televisivos · Sevillanas y un pasodoble patriótico con una pianista ucraniana y una violinista cubana.
Como no se siente más que nadie, a la novia ayer le sobraban hasta los zapatos. Sus sevillanas dieron la vuelta al mundo en todas las televisiones, homenaje subliminal a las clases que en su tiempo recibió de Enrique el Cojo. Al tercer intento, el ramo de flores rebasó la valla del público. Una doncella de Palacio le devolvió los zapatos a esta cenicienta del siglo XXI que encontró a su príncipe azul.
Prado Ortiz, gaditana, y Liria Duzmán, granadina, las dos de 21 años, estudiantes de Comunicación Audiovisual, recordaron sus clases de Literatura en Bachillerato cuando veían al fondo la placa que recuerda que allí nació Antonio Machado. ¿Quién le presta una escalera a Óscar Vargas? Este cámara mallorquín que vino con la cadena alemana RTL (pese a su origen luxemburgués, una de las más potentes de Europa), le hizo un homenaje involuntario al poeta nacido en Dueñas.
Alguien le trajo una escalera envuelta en plástico. "La he comprado en la ferretería más cercana. 34 euros". Le divirtió la historia a Marcel Buckard, el reportero alemán que cubría la boda. El cámara estaba en una situación privilegiada. Lucía una camiseta del CSKA de Moscú de baloncesto. "En verano estuvimos en su casa de Ibiza. Una pasada, con un acantilado privado".
Las inmediaciones de Dueñas, 5, se iban llenando de frikis: un doble del rey Juan Carlos, el hombre-yogur, un joven con una hucha con la que recaudaba fondos para el viaje de los novios... Vicente Tarancón, alicantino de Altea, traía plastificada una portada de La Verdad de Murcia en la que se le veía junto a la duquesa de Alba en Alicante. Ayer vino a Sevilla para cantarle un pasodoble, No sé vivir sin España, con la colaboración de la pianista ucraniana Iryna Zhebrun y la violinista cubana Esperanza Verdesio. El cantante es sobrino del cardenal Tarancón y estuvo 18 años de emigrante en Suiza.
A falta de famosos, la gente se hacía fotos con los reporteros televisivos. El gran Mariñas, el histrión al que Camilo José Cela noqueó de un puñetazo en Marbella, llegó a primera hora. No le dejaban entrar, pero Manuel, el diligente casero de Dueñas, salió para fotografiarse con él.
El día que salían las nuevas cifras del paro en España, la duquesa de Alba se casaba con un funcionario del Ministerio de Trabajo del que hace años fue titular su admirado Javier Arenas. "Los ricos no dejan de divertirse y de dar jolgorios. Es una suerte hoy en día y ya está", decía una señora con un senequismo del que debían tomar nota políticos revanchistas que no son precisamente pobres.
Cámaras en los balcones. La ventana indiscreta. Manuel Pastor, vecino de Dueñas, veía la salida de los novios sin perder de vista su trabajo con la serie de azulejos del Alcázar. Nunca se vio a tanta gente junto a la placa de un poeta nacido en Dueñas el 26 de julio de 1875. Su centenario coincidió con el crimen de los Galindos, últimos meses de la vida de Franco. La duquesa por sevillanas exorcizó tan lúgubres fantasmas.
Los toreros fueron los únicos que se bajaron de los coches antes de entrar. El paseíllo imprime carácter. Cayetano, con Eva González. Francisco, solo, quizás recordando a la novia de antaño que salió de Dueñas.
Vídeo: Ainhoa Ulla
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