Un cambio radical
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La realeza europea
El mundo entero pone su mirada en Balmoral, el castillo donde la Reina Isabel de Inglaterra ha pasado sus últimas horas. Residencia monárquica a la que muchos historiadores apuntan como posible génesis de una tradición sevillana ligada a la casa real británica.
Fue allí donde nació la Reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII y a quien hacen responsable, en gran medida, de haber introducido en España el gusto por la mermelada de naranja amarga, un exquisito manjar que Isabel II ha consumido a lo largo de su vida y que se ha obtenido durante muchos años con frutos sembrados en el propio Alcázar de Sevilla.
Fue hace poco más de seis meses cuando se recogieron las últimas naranjas de este recinto palaciego -exponente del arte mudéjar- para que llegara al mismo Buckingham Palace. Según detalló entonces la directora de este recinto, Isabel Rodríguez, es del Patio de la Alcubilla de donde salen los cítricos amargos con los que se elabora la mermelada que endulza el paladar de su Graciosa Majestad y de todos los que en la corte británica tienen la dicha de disfrutar de tan sevillano manjar.
No se conoce con precisión cuándo comenzó esta costumbre. Como se apuntó antes, hay quien sitúa su origen en el reinado de Alfonso XIII, que sentía especial predilección por este tipo de confitura, muy del gusto de su mujer, Victoria Eugenia, una inglesa que nació en el Castillo de Balmoral (residencia real de Escocia desde 1848) y que nunca perdió las costumbres culinarias de aquel país. Lo cierto es que el envío de las naranjas amargas del Alcázar a la Gran Bretaña se mantuvo hasta la década de los 80, cuando dicha tradición se interrumpió.
Fue en 2019, año en que el añorado Manuel del Valle -regidor de Sevilla en los 80- accedió al cargo de alcaide del Alcázar y entre sus propuestas se encontraba la recuperación de esta bonita práctica. El primer año, según recuerda Isabel Rodríguez, se enviaron los cítricos directamente a la Embajada del Reino Unido en Madrid para que se los hicieran llegar a la residencia de Isabel II. Pero después, tras recibir una valija diplomática, es el propio cónsul en Sevilla, Joe Cooper, el que acude a recoger los frutos que se cultivan en uno de los más amplios y bellos jardines de Europa.
El cónsul británico fue el que a finales de febrero estuvo en el Alcázar sevillano para llevarse unos 25 kilos de naranja amarga, recogida a mano. También pidió limones. Al acto de entrega asistieron el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz y el delegado de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera. Estos cítricos se llevaron a Madrid, donde el embajador Hugh Elliot elaboró la mermelada siguiendo una receta tradicional de su abuela inglesa, la cual mantiene en secreto. Y de allí se envió a Buckingham Palace para que la reina Isabel siguiera disfrutando en su mesa del derivado de un fruto que introdujeron los almohades en Andalucía y que, llegada la primavera, en plena floración, regalan uno de los mejores aromas de esta tierra.
Algunos historiadores aseguran que el Alcázar de Sevilla conserva el naranjo más antiguo del mundo, plantado en el siglo XVI como regalo de Carlos I a su amada esposa, Isabel de Portugal. Aunque hay quien mantiene que el ejemplar lleva allí desde mucho antes, en los tiempos de Pedro I. Para algunos el cruel y para otros, el justiciero. Es empeño del Ayuntamiento de Sevilla mantener esta tradición con la casa real británica.
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