El marido de la reina danesa vuelve a desairarla
El marido de la reina Margarita II de Dinamarca, Enrique, abrigaba la secreta esperanza en 1974 de ser nombrado rey en lugar de príncipe consorte. Desde entonces ha insistido en ese deseo que nunca se cumplirá, al menos en vida, y ha protagonizado muchos gestos en los últimos años mostrando su distanciamiento con la monarca, incluso dejándola sola en pleno viaje oficial.
La última provocación de Enrique de Dinamarca, de 83 años, ha sido la de anunciar que no desea ser enterrado en el mauoselo de la familia real en la catedral de Roskilde, junto a su esposa. Los resquemores vienen de lejos y el consorte quiere hacer ruido hasta el último momento.
El príncipe está jubilado desde hace ocho meses de todas sus labores institucionales, labor de la que se ha apeado en esta semana Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II, con una edad mucho más avanzada, 96, y sin haber puesto en cuestión su título y posición dentro de la familia real.
El noble francés Henri Maria de Laborde, nacido en la comarca de Burdeos, se casó con la entonces princesa danesa en 1967. Padre de dos hijos, el heredero Federico y Joaquín, no ha tenido una buena relación con su mujer en las últimas décadas. Con su jubilación anunciada en las pasadas Navidades renunció al título de príncipe, a lo que se suma ahora su desaire sobre el lugar donde quiere ser enterrado, renegando del previsto, la mencionada catedral en una pequeña población cerca de Copenhague, primera capital danesa, pidiendo descansar en cualquier otro rincón.
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