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Descubrir algo nuevo de Lola Flores, una artista que no es escondió y vivió de cara a la galería, es complicado a estas alturas. Pero la periodista y escritora sevillana Marina Bernal lo ha conseguido en la última biografía de La Faraona, titulada Lola, el brillo de sus ojos, que saldrá al mercado en diciembre coincidiendo con que en enero de 2023 se celebrará el centenario de su nacimiento.
26 años después de su fallecimiento, Bernal descubre a una Lola Flores referente como mujer, no sólo como artista. El título, sin ir más lejos, hace referencia a unas declaraciones suyas en una entrevista con Jesús Quintero, quien ha colaborado en estas memorias. "¿Sabes por qué yo estoy tan guapa, Jesús?", le dijo Lola. "Porque el brillo de los ojos no se opera y lo que llevas dentro sale hacia fuera".
Quintero cuenta que Lola y él tenían un proyecto en común que nunca llegó a materializarse. Ambos habían hablado sobre hacer juntos un programa de televisión, "una charla entre dos buenos amigos, cara a cara", para el que incluso ya habían encontrado el nombre.
En esta obra intervienen también Juan y Medio y Charo Reina, sobrina de Juana Reina, quienes forman parte del círculo íntimo de la familia Flores hasta el punto de que ambos fueron invitados a la boda de Elena Furiase, la hija de Lolita, hace unos meses en la localidad gaditana de Vejer de la Frontera.
Además, incluye declaraciones de la periodista Rosa Villacastín, que conoció de primera mano la etapa marbellí de la artista. Por último también recoge recuerdos de la jerezana María José Santiago, paisana y gran amiga de Lola, cuyo padre comenzó cantando con ella y al que cariñosamente llamaba El niño.
El libro Lola, el brillo de sus ojos contiene, además, más de un centenar de fotos, muchas de ellas inéditas, donde aparece Lola en el balcón de la casa en la que nació en Jerez (Calle Sol, 45); el día de su boda con Antonio González El Pescaílla –fue a las seis de la mañana y no se vistió de blanco, ni llevó traje largo–; también bailando con la duquesa de Alba, o su colección de pinturas que hizo para poder pagar a Hacienda.
Marina Bernal conoció y entrevistó personalmente a Lola en distintas ocasiones. La cantante y bailaora tenía un vínculo muy especial con Sevilla, ciudad a la que se trasladó siendo una niña y donde transcurrió gran parte de su infancia.
La autora cierra con este tomo una trilogía sobre grandes artistas andaluces con proyección internacional que arrancó con Rocío Jurado (Canta, Rocío, canta), y continuó con Raphael en su 60 aniversario artístico (Soy Raphaelista). El libro pertenece a la colección Vidas gráficas, editada por Sevilla Press, en la que se hace un recorrido fotográfico por la vida de destacados personajes de la vida cultural y social de Andalucía.
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