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La herencia de Paquirri
La finca Cantora, o lo que es lo mismo, la herencia que le dejó Paquirri a Isabel Pantoja cuando falleció en septiembre de 1984, es una de la propiedades más famosas de la crónica rosa. Cantora era el proyecto de vida de Paquirri con Isabel, un terreno de 500 hectáreas que cuenta con una casa de dos plantas, piscina, una nave de almacenaje, zona de monte, dehesa, cultivos, cuadras para los animales y una zona de tentadero. En definitiva, todo lo que suele formar parte de un cortijo andaluz.
La finca está ubicada en la carretera A-396, en el término municipal de Medina Sidonia, a unos 7 kilómetros de la citada localidad jandeña. La casa de la finca tiene dos plantas. En la parte baja, de 637 metros cuadrados, hay varios salones y la cocina. En la parte superior se encuentran principalmente los diferentes dormitorios de la estancia. Pero no todo queda ahí, Cantora dispone de todo tipo de comodidades entre las que figuran un salón de juegos, gimnasio, bodega, sauna, oficinas y garajes.
Desde hace años se está hablando de la posible venta de la finca Cantora para solucionar los problemas económicos de Isabel Pantoja, que pese a ello sigue residiendo la mayor parte del año en dicha propiedad junto a su hermano Agustín. Por ello, en el año 2017 se puso a la venta con un precio de salida de 7 millones de euros, una cifra superior a su valor de mercado, ya que la tasación de la finca por parte de peritos oficiales del Estado la situaban en una horquilla que oscila entre los 4,5 y los 5 millones de euros. Cabe reseñar que de una hipotética venta el 51% sería para Isabel Pantoja, mientras que el 49% restante iría para su hijo, Kiko Rivera, según se recoge en el testamento de Paquirri.
Una de las principales polémicas en torno a la herencia de Paquirri tuvo que ver con los objetos personales del torero que se encontraban en la finca Cantora. La exmujer de Paquirri, Carmina Ordóñez, pretendía que esos objetos personales pasasen a sus hijos Fran y Cayetano Rivera. Aunque el juez le dio la razón, Isabel Pantoja nunca entregó esas pertenencias a los hijos del torero, alegando un supuesto robo en la finca. La versión de la tonadillera fue puesta en tela de juicio por su propio hijo en el programa La herencia envenenada de Telecinco. Kiko Rivera aseguraba que había visto las pertenencias personales de su padre en una misteriosa habitación de Cantora que estaba cerrada a cal y canto. Desde aquel momento, la relación entre madre e hijo no ha sido la misma, y pese a algunos acercamientos por problemas de salud, la brecha sigue abierta. El asunto de la herencia continúa enquistado, al igual que la venta de la finca Cantora, un hecho que está lejos de materializarse por las altas pretensiones económicas de Isabel Pantoja.
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