Un cambio radical
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"Sólo quiero limpiar mi imagen". Johnny Depp ha reconocido en el juicio que le enfrenta a su ex mujer, Amber Heard, por difamación que su única intención es dejar atrás esa imagen de maltratador que la actriz le ha atribuido públicamente. El litigio, que ya dura diez días y se retomará el lunes, se prevé que dure alrededor de un mes y tiene visos de convertirse en uno de los más escabrosos de Hollywood... por no decir escatológico.
El protagonista de Piratas del Caribe ha acusado a Heard de dejarle restos fecales en su cama el día que se marchó del hogar conyugal. La intérprete ha mostrado vídeos de él visiblemente ebrio y en actitud violenta, dando porrazos a muebles y arrojando su teléfono móvil al suelo. La psicóloga que ha hablado con ambos habla de un "abuso mutuo" aunque lo que está en juego verdaderamente en este proceso judicial es el futuro profesional de Depp.
Un año después de que un tribunal de Reino Unido fallara en su contra, Johnny Depp protagoniza el que los medios de comunicación estadounidenses han calificado como "el mayor juicio por difamación en inglés del siglo XXI". Insultos, golpes, drogas, alcohol y hasta heces. En la tóxica relación que mantuvieron Depp y Amber Heard hubo de todo, y buena parte se está destapando estos días. El intérprete asegura que nunca ha golpeado a una mujer, pero denuncia que sí que ha sufrido quemaduras, bofetadas e incluso que Heard le seccionó parte de un dedo. Ella ha compartido vídeos de una etapa que Depp pretende dar por zanjada tras rehabilitarse de su alcoholismo, sostiene. Aún así, algunas de las grabaciones de audio desvelan crueles manifestaciones sobre su todavía esposa: "¡Ahoguémosla antes de quemarla! Después fornicaré su cuerpo quemado para asegurarme de que está muerta", fue uno de los textos que el actor ha admitido haber escrito, ante las preguntas del abogado de su ex. Él lo achaca a que suele tener un “humor negro” con sus amigos.
A todo esto aún se espera que los abogados de Depp demuestren una presunta infidelidad de Heard, y nada menos que con el también actor James Franco, citado a testificar la semana próxima.
La historia se remonta al año 2011. Amber Heard y Johny Depp se conocieron en el rodaje de la película Los diarios del ron. La química traspasó la pantalla y comenzaron a salir en el 2012. Tres años más tarde contrajeron matrimonio en una íntima ceremonia, aunque su vida de matrimonio no duraría mucho porque 15 meses después, en mayo de 2016, Amber solicitó el divorcio acusando a su marido de violencia doméstica. Días después una corte de Los Ángeles le le concedió una orden de alejamiento. “Soporté un abuso emocional, verbal y físico excesivo por parte de Johnny, que incluyó agresiones furiosas, hostiles, humillantes y amenazantes cada vez que cuestioné su autoridad o no estuve de acuerdo con él”, expuso la intérprete entonces.
En agosto de ese mismo año, en medio del proceso de divorcio, Heard se retracta y retira la solicitud de orden de alejamiento, a cambio de sellar un acuerdo valorado en más de 6 millones de euros. Las contradicciones comenzaban al lanzar un comunicado conjunto que decía: “Nuestra relación fue intensamente apasionada y, a veces, volátil, pero siempre unida por el amor. Ninguna de las partes ha hecho acusaciones falsas para obtener ganancias financieras. Nunca hubo ninguna intención de daño físico o emocional”, señalaron. En 2017 volvieron a la carga.
El 18 de diciembre de 2018 Amber Heard publicó un artículo en The Washington Post en el que volvía a hablar de la violencia que había sufrido. Aunque no se refirió directamente a su agresor, volvió a poner el nombre de Johnny Depp sobre la mesa.
La decaída de Depp llegó justo después de ese artículo. El actor nunca pensó que Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017) sería la última película que rodaría en el universo de Hollywood. En estos cinco años sin trabajar se estima que ha perdido unos 600 millones de euros. Los informes sobre el comportamiento errático de Depp en el set, el gasto extravagante y el abuso de drogas no están haciendo sino desempolvar la sórdida sociedad hollywoodiense.
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