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La intentona golpista deja 260 muertos y una gran purga judicial y militar

golpe de estado fallido en turquía 3 El pueblo frena a los tanques

2.800 soldados rebeldes detenidos y 5 generales y 29 coroneles destituidos Erdogan también suspende a 2.745 magistrados y ordena el arresto de 140 miembros del Tribunal Supremo a los que vincula con la asonada

Ilya U. Topper (Efe) Estambul

17 de julio 2016 - 01:00

La intentona de golpe militar que mantuvo en vilo Turquía toda la madrugada del sábado ha dejado un baño e sangre y ha desembocado en una muestra de fuerza del Gobierno islamista, con una gran limpieza tanto en el Ejército como en la Judicatura.

El balance de la asonada, según las cifras difundidas por el primer ministro, Binali Yildirim, es de 161 muertos, entre policías, soldados leales al Gobierno y civiles, y 1.440 heridos, a lo que se añadirían aproximadamente 20 muertos y 30 heridos entre los golpistas.

Esta última cifra contrasta con la avanzada por las autoridades militares leales horas antes, que hablaban de 104 golpistas muertos.

Más de 2.800 soldados fueron detenidos tras fracasar el golpe, y el Ministerio de Interior anunció la destitución de 5 generales y 29 coroneles.

Entre los militares detenidos se hallan los generales Adem Huduti, comandante del 2º Ejército de Turquía, que controla la lucha contra la guerrilla kurda en el sureste del país, y Erdal Öztürk, comandante del 3º Ejército, estacionado en Anatolia oriental.

Pero además, el Gobierno inició una purga de la Judicatura, y la Junta Superior de Jueces y Fiscales destituyó a 2.745 magistrados, al tiempo que el Ministerio de Justicia destituía a 5 de los 22 miembros de ese mismo cuerpo.

Al tiempo, la Policía detuvo a 10 jueces del Danistay, la máxima autoridad jurídica para contenciosos administrativos, y tiene a otros 38 en búsqueda y captura, mientras que lanzó una orden de arresto contra 140 jueces del Tribunal Supremo (Yargitay), y era arrestado Alparslan Altan, juez del Tribunal Constitucional.

A media tarde comenzó en el Parlamento una sesión especial en la que Binali Yildirim describió la jornada del viernes como "una fiesta de la democracia", resaltando que la población se había opuesto a los golpistas.

Yildirim, líder del gobernante partido AKP, obtuvo el respaldo de los tres partidos de la oposición, que condenaron el golpe de forma unánime, aunque hicieran veladas críticas a la deriva autoritaria del Gobierno.

Delante del Parlamento se reunió una muchedumbre que celebraba el fracaso del golpe pero que en sus gritos de apoyo al Gobierno del AKP llegó a pedir la pena de muerte (abolida en Turquía) para los golpistas, con gritos como "¡Dinos que matemos, y mataremos!"

Según las imágenes difundidas por las televisiones turcas, muchos militares golpistas sufrieron un violento acoso por parte de ciudadanos que habían salido a la calle de madrugada siguiendo el llamamiento del Gobierno, y algunos sólo fueron salvados del linchamiento por la intervención de la Policía.

La web opositora Odatv difundió además la imagen de un soldado al que le cortan la cabeza a la manera de los yihadistas del Estado Islámico.

Las fotos muestran un gran número de jóvenes barbudos, algunos incluso con atuendo claramente islamista, entre los manifestantes antigolpistas de la madrugada, casi todos varones, en un llamativo contraste con las manifestaciones izquierdistas que en Turquía suelen contar con tantas mujeres como hombres.

Las protestas se convirtieron en celebraciones después de que, al amanecer, los soldados golpistas abandonaran los tanques sobre el puente del Bósforo y se rindieran a la Policía, un instante transmitido en directo por las televisiones.

Hasta ese momento habían sembrado el pánico los vuelos rasantes de cazabombarderos sobre el centro de Estambul y Ankara, rompiendo la barrera del sonido con un efecto fácil de confundir con detonaciones, sin que la ciudadanía supiera si estaban pilotados por rebeldes o militares leales al Gobierno.

Según los medios turcos, dos helicópteros de los golpistas fueron abatidos por cazas, pero otros aviones bombardearon el Parlamento, dejando varios heridos y graves daños materiales.

La verdadera motivación de los conspiradores es aún oscura, pero el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, adjudicó de inmediato la responsabilidad a la red de seguidores del predicador Fethullah Gülen, hasta 2013 firme aliado del Gobierno islamista cuya ideología comparte, y desde entonces acérrimo enemigo.

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