Las 'amiguitas' de Felipe de Edimburgo
Al esposo de Isabel II se le atribuyen innumerables romances en sus casi 73 años de matrimonio con la reina.
Desde Susan Ferguson a Helene Cordet, con quien se dijo que tuvo un hijo. La lista de infidelidades es interminable.
Un rebelde; éste es el adjetivo que mejor define a Felipe de Edimburgo, el eterno consorte que, tras estar más de siete décadas junto a la reina de Inglaterra, atesora un matrimonio largo, que no por ello feliz ni mucho menos exclusivo.
La mayor parte del tiempo, como revela la serie The Crown, el duque de Edimburgo ha sido motivo de escándalo debido a sus ya célebres imprudencias, en ocasiones salpicadas de gracia, en otras crueles y discriminatorias, pero que dejaron de ser ofensivas cuando el mundo entendió que ese matiz de su personalidad era irremediable. Atractivo en sus tiempos mozos, atlético, inteligente y muy varonil, era casi imposible que no le fuera desleal a su esposa, como argumenta Lady Colin Campbell, autora del libro The Queen’s Marriage: "Él emanaba masculinidad y era una promesa fuera y dentro de la cama".
Amantes se le atribuyen muchas a lo largo de las décadas y, a pesar de vivir custodiado, siempre encontraba la oportunidad de satisfacer sus deseos, incluso de compartir mujeres con algún amigo. Aún así lamentaba abiertamente no contar con las facilidades que cualquier persona podría tener para ser infiel, afirma el historiador y escritor especializado en familias de la nobleza europea Jean des Cars, quien relata que en una fiesta y entre bromas, Felipe le dijo al príncipe Bernardo de los Países Bajos: "Tú sí tienes suerte, nadie te reconoce. Puedes tener tantas amiguitas como quieras. Pero yo tengo seis guardaespaldas a mi alrededor".
Sin embargo, con todo y con séquito incluido, se las arregló para coleccionar amores. Una de sus aventuras más famosas la tuvo en los años 70 con Susan Ferguson, madre de la duquesa de York, Sarah, y de ello hay tristes testimonios: su propio esposo, Ronald Ferguson, confesó una vez a sus allegados que mientras él perdía el tiempo jugando al polo, su mujer y el príncipe practicaban otro tipo de juegos. Más tarde, la propia duquesa de York diría que en 1992, justo el annus horribilis de Isabel II (cuando se incendió el Castillo de Windsor), ellos ardían de pasión en Argentina.
Kitty Kelley, biógrafa y autora de Los Windsor, radiografía de una familia real británica, edición prohibida en Inglaterra, narra que las infidelidades del príncipe comenzaron desde su noviazgo con Lilibeth. Y cita a la actriz Cobina Wright Jr., quien irónicamente conocería a la reina Isabel en 1939. Felipe la cortejó hasta llegar al punto de ofrecerle matrimonio; no obstante, Cobina terminó por casarse en 1941 con un millonario estadounidense.
Los límites no eran parte de su vida, por eso no resultaba extraño que su propio tío, Luis Mountbatten, le ofreciera la oportunidad de tener una relación con su amante, Sasha, duquesa de Abercorn, quien además era prima de la monarca. Según Kelley, el vínculo duró años con el consentimiento de los involucrados.
Alexandra de Kent, Patricia Kluge, Lady Brabourne, Helene Cordet, Lady Romsey... Felipe estaba acostumbrado a que ninguna mujer se le resistiera, y en ocasiones ellas eran quienes lo buscaban. Con Helene Cordet se rumorea que tuvo incluso un hijo, pero uno de los mayores escándalos fue debido a Romy Adlington, novia de su hijo Eduardo cuyo testimonio asombró al mundo. Cuando sólo tenía 16 años y Felipe 66, le hacía insinuaciones, la miraba de manera lasciva y tocaba sin su permiso. Romy se sintió muy incómoda y ése fue uno de los motivos por los que decidió terminar su noviazgo.
Han pasado décadas y numerosos affaires de los cuales la reina Isabel ha tenido conocimiento, pues la mayoría ha ocurrido en sitios cercanos y con personas allegadas a la familia real.
A pesar de los innumerables deslices, nada ha sido suficiente para romper el matrimonio que este año celebrará 73 años de su boda.
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