"No soy nada esclava del espejo"

Arantxa del Sol. actriz

'Brujas' ha supuesto su regreso teatral después de tener a su segundo hijo, Juan Rodrigo, con el torero, Finito de Córdoba.

"No soy nada esclava del espejo"
"No soy nada esclava del espejo"
Ricardo Castillejo

11 de abril 2010 - 14:23

Su hablar es tranquilo y seguro y, a simple vista, se percibe que, las cosas, las tiene más que claras. Arantxa del Sol, muy popular en la década de los 90 por sus intervenciones televisivas, aparcó un poco su carrera como presentadora y actriz para sacar adelante su matrimonio con Finito de Córdoba y su maternidad de Lucía y Juan Rodrigo. Sin embargo, la madrileña ha seguido, siempre que ha tenido oportunidad, participando en proyectos como Brujas, donde comparte cartel con Lara Dibildos, Juncal Rivero, Carla Duval y Cristina Goyanes. Un duelo de "titanes" del que, al final, todas resultan victoriosas.

-Existe un interés especial por saber la relación que, entre ustedes, hay detrás del escenario…

-¡Y no entiendo por qué esa curiosidad! (risas) Mira, te cuento un poco de cada una... Con Lara tengo una amistad muy estrecha desde hace mucho. Nos unen amigos comunes y eso me provoca un cariño especial. A Carla, aunque coincidí con su hermana, Norma, en el primer programa que presenté en Telecinco, la he conocido de verdad aquí y es la bondad personificada y una mujer con una fortaleza increíble que ha superado muchas dificultades. Respecto a Cristina Goyanes, me parece alguien muy "sanota" y, Juncal, es la más rápida de todas. Posee una facilidad increíble y es muy divertida.

-¿No echan de menos algún hombre?

-No, la verdad es que no. Bueno, están el director, Manuel Galiana -grande como intérprete y organizando nuestra labor-, el regidor y alguno más por ahí que, soportándonos a nosotras cinco, se han ganado el cielo (risas).

-¿Suele cumplir algún ritual concreto antes de salir ante el público? ¿Alguna manía?

-Pues me gusta llegar temprano y, si aparezco un poquito más tarde, me inquieto. Hablamos, nos reímos un rato, contamos chistes… Cada una tiene su camerino pero aquello es "jornada de puertas abiertos" (risas).

-¿Son muy diferentes las sensaciones que da el teatro a las de la pequeña pantalla, por ejemplo?

-Es un medio que, evidentemente, no tiene nada que ver con la tele y, sí, me agrada mucho lo que me provoca presentarme ante la gente.

-Y su faceta como presentadora, ¿la añora mucho?

-Claro que sí y, sobre todo, me acuerdo de la época en la que formaba parte de Telecinco. Fue un período de grandes galas y de grandes programas musicales que, ahora, por desgracia, han desaparecido… ¡Ojalá volvieran!

-¿Le resulta fácil compaginar esta actividad con la de su vida personal? Dicen que, las tablas, es de lo más duro para un intérprete…

-Bueno, fíjate que a mí me da la sensación de que es de las ocupaciones que más tiempo me dejan. Calcula que, al fin y al cabo, son tres o cuatro horas cada jornada con lo que es lo más cómodo puesto que conoces el horario. Aparte, como mi marido también desempeña una profesión relacionada con el ocio -en la que, bastantes fines de semana, tiene compromisos-, tampoco lo noto tanto. Incluso las giras han dejado de ser como antes. Como mucho, estás tres días fuera…

-Pero, ¿reside usted en Madrid o en Córdoba?

-En Madrid. En Córdoba sólo estuve dos años, al principio de mi matrimonio. Lucía tiene ya siete años y, los colegios, te marcan el lugar donde estás. Luego, mi actividad laboral suele reducirse también a la capital.

-Ya que la menciona, ¿ha ido su hija a verla actuar?

-Claro. Y estaba emocionada porque se quedó entre bambalinas. Fue muy divertido ya que, algunos momentos, creía que eran de verdad.

-¿Y su marido? ¿Qué impresión se ha llevado ante su personaje?

-Imagínate. Es el que más veces me ha visto en Brujas. Le encanta el teatro y, por otro lado, era consciente de que yo estaba deseando regresar. Él es muy crítico aunque menos que yo conmigo misma. Soy muy exigente.

-¿Usted ha tenido oportunidad de comprobar, a través de alguna grabación, qué tal resulta sobre las tablas?

-No. Todavía no. Me ha costado hacer eso hasta cuando presentaba programas. No sé por qué. Supongo que, no me caigo demasiado bien (risas).

-¿Prefiere el espejo para contemplarse?

-Pues tampoco soy demasiado de espejos. Me considero presumida pero, en ningún caso, esclava de ellos.

-Bueno, ¿y de bruja? ¿Cuánto tiene?

-En estos momentos, muchísimo… (risas). Soy una bruja en toda regla. Pero una bruja buena... No me gusta nada la maldad.

-¿Cree entonces en la magia?

-No, en la magia, no pero sí en el destino que, considero, está en nuestra mano y, por esa razón, tenemos la opción de cambiarlo.

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