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El duque desconocido

Alfonso Díez se convertirá hoy en el tercer duque para Cayetana de Alba aunque, hasta ahora, los datos sobre la vida del anónimo funcionario palentino han ido conociéndose en los medios con 'cuentagotas'.

Alfonso Díez y Cayetana en un reciente festejo taurino.
Ricardo Castillejo

05 de octubre 2011 - 01:00

Alfonso Díez Carabantes. Nacido en Palencia el 15 de noviembre de 1950. Aún no ha cumplido, por tanto, los 61 años y, a partir de su enlace con Cayetana de Alba, será el tercer duque consorte de una de las casas nobiliarias más destacadas, y más mediáticas, de nuestro país. Funcionario del Estado en Madrid, Díez ha permanecido soltero y sin compromiso hasta ahora, aunque siempre ha mantenido en su corazón la admiración hacia su inminente esposa.

Hermano de Pedro Díez, amigo que fuera de Jesús Aguirre -segundo marido de la duquesa-, Alfonso es descendiente de José Díez, personaje palentino muy conocido y padre de once niños. En 1972 él tenía 24 años y Cayetana, 48, coincidiendo entonces en una edición del Rastrillo de Nuevo Futuro de la que quedó una relación cordial que se retomó cuando, en 2007, se reencontraron a la salida de una sala de cine. "Si llego a saber lo que se avecinaba, hubiese sido más cauto. Pensaba que iba a ser todo más sencillo", ha confesado Díez en relación a cómo, a partir de ese instante, se han desarrollado los acontecimientos.

Aficionado a las antigüedades -a las que se dedica su mencionado hermano-, Alfonso es también un amante de la ópera -y la música clásica en general-, de los viajes y del buen vino, del Séptimo Arte, la natación, el esquí y el submarinismo. De mediana estatura y pelo rubio ondulado, este atractivo caballero ha enamorado a una de las "grandes de España" y, a la vez, la ha puesto "en jaque" en lo tocante a sus relaciones familiares. Y es que, desde el principio, ninguno de los hijos de Cayetana vieron con buenos ojos este enlace sobre el que circulaban rumores de intereses "ocultos" por parte del contrayente. "Siempre te he visto como una diosa" o "Mi "porcelanita", son solo algunos de los muchos piropos que, la duquesa, ha escuchado en boca de su compañero durante estos últimos tiempos. "Es estupenda, la más inteligente, la más intuitiva, te sigue… Sé que, con lo que tengo, no me va a faltar nada el resto de mi vida. Yo no estoy ni cinco minutos con nadie que no me interese", han sido las declaraciones con las que, por parte de él, se han intentado desmentir todas esas falsas acusaciones. Y, a pesar de que, en primera instancia, los descendientes de la estirpe de Alba, no quisieron saber nada de esta historia, con posterioridad, la situación parece haberse normalizado. "Me decían que les parecía un disparate lo que íbamos a hacer a estas alturas y que su madre fuera a casarse. Yo respondí que era un asunto que a mí no me correspondía. Nunca quise interferir en esa parte", confesaba Alfonso al respecto y esperando, con paciencia, a cumplir con aquel refrán que afirma que "un hecho vale más que mil palabras". Impulsó la operación de hidrocefalia de su amada -que la llegó a sentar en una silla de ruedas- y, sobre todo, ha demostrado sentir por ella un amor verdadero prestándole su brazo, su atención, su dedicación a cada minuto y, más allá, mitigando la soledad que había entristecido el corazón de tan querido personaje. Eso ha provocado el que, el círculo más cercano a la duquesa, haya empezado a admitir a este nuevo miembro y que, por ejemplo, Carmen Tello -la hermana que Cayetana nunca tuvo-, haya sido elegida como madrina de una celebración sobre la que aún se ciernen incógnitas.

¿Irán Jacobo Martínez de Irujo e Inka Martí? ¿Ha sido real la varicela que, dicen, impedirá acudir a Eugenia al día más feliz de su madre? Dudas que, poco a poco, se resolverán y que, sea como sea, no enturbiarán la felicidad que se respira en Dueñas. Ahí, al Palacio, ha ido viniendo su nuevo inquilino en las jornadas festivas que, como trabajador que es, ha ido logrando en el puesto que ocupa en su Comunidad Autónoma, haciéndose a la que, a partir de hoy, será su hogar y su ciudad. Sevilla, el lugar donde, Cayetana y Alfonso, se declararán promesas de "fidelidad y cariño eternos", fue el primer escenario donde ambos se presentaron al mundo, apareciendo en la Iglesia de los Gitanos -a cuya hermandad está muy vinculada la duquesa- para demostrar la solidez, ante Dios y el resto, de unos sentimientos que han superado todos los obstáculos.

Por fin, tras los "dimes y diretes" que desmentían o afirmaban el romance, tras varios intentos frustrados de pasar por el altar, Díez lucirá anillo de casado. Se acabaron los viajes en el AVE y las conjeturas. "Cayetana sí merece la pena, pero todo el tinglado que se formó es, ciertamente, mucho tinglado". Un coherente análisis de una situación que parte de una premisa: "nobleza, obliga".

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