La coronación de Isabel II, el orgullo que fabrican los británicos
Conmemoración
Tras el Jubileo de Platino, la soberana británica será homenajeada con un recuerdo a su ceremonia en Westminster en 1953, la primera coronación retransmitida por TV
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La figura de Isabel II crece en su reconocimiento histórico en la recta final de su reinado. El Jubileo de Platino, 70 años de la sucesión a su padre, Jorge VI, ha sido el homenaje a una monarca que, viuda, a sus 96 años, reside en el castillo de Windsor con una delicada salud y con bastantes problemas de movilidad. Isabel de Inglaterra, sea cual sea el tiempo que por salud le depare en el trono, ya ha cerrado todos los aspectos de su sucesión, por fallecimiento o abdicación, con el príncipe de Gales y su esposa, Camilla, que recibirá tratamiento de reina consorte. Los duques de Cambridge y sus hijos, con una imagen excelente de cara a la opinión pública británica, garantizan la solidez de la monarquía británica, extendida a países como Australia o Canadá, rozando el siglo siguiente.
Ahora corresponde rendir tributo a la reina de medio siglo XX y una cuarta parte del XXI, una longevidad que llega a superar a la legendaria reina Victoria.
En la residencia real de Windsor se preparan ahora los acontecimientos para el 70º aniversario de la coronación del 2 de junio de 1953. La celebración en Westminster es cada vez más el símbolo de una nueva época del Reino Unido, superada la Segunda Guerra Mundial y la descolonización rápida y progresiva del vasto imperio.
La interpretación es el arranque de una época de progreso y globalización en la que el Reino Unido ha de mantener su situación de privilegio renunciando a señas de identidad. Un nuevo mundo desde las ruinas de la posguerra.
En Windsor se prepara una exposición de este jubileo de la coronación con una semblanza de lo que era el poder en Buckingham a principios de los años 50, con la exhibición de documentos inéditos más fotografías y atuendos de todo lo que fue la celebración del ascenso al trono de Isabel II, un año después de la muerte de su padre.
El vestido de la coronación
En dicha muestra podrá verse de cerca el vestido de la coronación que lució la reina británica en aquella fresca mañana londinense. Es un modelo en satén blanco, con un delicado bordado a modo de celosía vegetal. Una iconografía con símbolos de la flores del Reino Unido (como el cardo escocés o la rosa de York), confeccionada en hilos de oro y plata, con incrustaciones de perlas y cristales. Fue un vestido pensado para que se inmortalizara en imágenes en el cine y a través de la televisión.
La coronación de Isabel II fue la primera ceremonia real de esta envergadura que se retransmitía por televisión. No sólo en el Reino Unido sino en cualquier otro país. En España el juramento de rey Juan Carlos fue el 22 de noviembre 1975, dos días después del fallecimiento de Franco, en una ceremonia sencilla.
Lo sucedido en Westminster en 1953 es una epifanía de la monarquía británica a punto de iniciar un tiempo diferente. El profuso vestido de Isabel II era obra de Norman Hartnell, el mismo diseñador que elaboró el traje nupcial de la entonces princesa en su boda con Felipe de Edimburgo en 1947. Para la coronación se eligió entre ocho modelos diferentes.
En la exposición en Windsor también se exhibirán las joyas personales lucidas por la reina, como el collar perteneciente a su bisabuela Victoria, encargado en 1858 y con 28 diamantes sudafricanos. Fue el mismo collar que llevaron las sucesivas reinas consortes en las coronaciones de Eduardo VII, Jorge V y su madre Isabel Bowes-Lyon en la ceremonia de Jorge VI.
Con los atributos del cetro y corona y el manto de armiño, la reina quedó inmortalizada en un retrato captado por sir Herbrert James Gunn, fotografía gigante que también formará parte de la muestra de homenaje, junto a la imagen oficial distribuida de la reina, obra de Cecil Beaton. Junto a los dos retratos se acompañarán un amplio muestrario del archivo sobre todo lo que fue representativo en aquella jornada real, desde los preparativos a la celebración posterior.
El Reino Unido, como país, está en la encrucijada, pero la reina se convierte en pegamento social y referencia para reclamar el pasado y cimentar el futuro.
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