La 'maldición' de la corona de Isabel II que heredará Camilla
Casa real británica
La joya que llevará la esposa del príncipe Carlos cuando sea 'reina consorte' luce el famoso diamante Koh-i-Noor, sobre el que pesa una larga y polémica historia.
Camilla de Cornualles, la mujer de Carlos de Inglaterra, ya tiene la joya de la corona preparada para lucir en la ceremonia de entronización del heredero. Se trata de una pieza de valor incalculable que lleva el famoso diamante Koh-i-Noor de 105 quilates, original de la India.
La histórica corona de la reina madre, creada por el rey Jorge VI en su coronación, en 1937, contiene 2.800 diamantes y fue un regalo del sultán de Turquía a la reina Victoria en 1856 como gratitud por el apoyo británico en la guerra de Crimea. Ahora será la duquesa de Cornualles la portadora de esta valiosa joya cuando su marido acceda al trono, según publica el periódico Daily Mail. La joya, realizada por Garrard, fue la primera en montarse en platino.
Camilla recibirá la corona cuando Carlos acceda al trono y ella ejerza de reina consorte. Isabel II hizo público el pasado sábado 5 de febrero, en la víspera de su Jubileo de Platino, su más "sincero deseo" de que su nuera sea considerada como tal cuando Carlos la suceda en la jefatura del Estado. Como agradecimiento a este nombramiento, su hijo agregó: "Somos profundamente conscientes del honor que representa el deseo de mi madre". El heredero señaló que "la devoción por el bienestar de todo el pueblo inspira aún mayor admiración con el paso de los años".
La prensa británica especula con la posibilidad de que en realidad Isabel II, ya hace años, hubiera dado permiso a Carlos para referirse a su esposa como 'reina Camila' cuanto este fuese rey.
La historia de la futura corona de Camilla
El diamante Koh-i-Noor es quizás la pieza más famosa y controvertida de las joyas de la corona británica. Originalmente descubierto en la India, fue dado por el último gobernante sij, Dulip Singh, a la reina Victoria. Fue establecido en la corona de la consorte británica, y fue usado más recientemente por la reina madre para la coronación de su esposo, el Rey Jorge VI, en 1937. Tan recientemente como en 2016 fue objeto de batallas legales entre el Reino Unido y la India, que quieren recuperar el tesoro.
Es imposible saber exactamente cuándo se descubrió este diamante único, pero su primera referencia escrita está en un registro del siglo XVII, según la revista Smithsonian. Fue una de las dos joyas centrales del elaborado Trono del Pavo Real encargado por el gobernante mongol Shah Jahan, siendo la otra el Rubí de Timur. Cuando el líder de Persia, Nader Shah, invadió Delhi en 1739, desmanteló el trono, llevándose las joyas con él y llevándolas en un brazalete.
Regresó a la India a principios de 1800 cuando pasó a manos del gobernante sij Ranjit Singh, pero enseguida se despertó el interés de los británicos por la joya, según artículos de opinión de periódicos de la época en los que se insta a la Compañía Británica de las Indias Orientales a poseer el diamante a cualquier coste. No tendrían que esperar mucho: después de la muerte de Ranjit, hubo cuatro gobernantes en solo cuatro años antes de que finalmente, el último gobernante sij, Dulep Singh, se lo regalara a la reina Victoria como parte de un tratado.
La pieza se exhibió en 1851 como parte de la Gran Exposición y miles de personas fueron a admirarlo, al igual que lo hacen hoy en la Torre de Londres, y muchos destacaron su pequeño tamaño, ya que el diamante de 105,6 quilates ocupa el puesto 90 como más grande del mundo.
Después de las críticas, el príncipe Alberto hizo recortar y pulir la piedra de diamante, y Victoria eligió usarla como broche. La esposa de su heredero, la reina Alejandra, lo convirtió en una corona. Desde entonces, ha sido usado por tres consortes reales, incluida la reina María y la reina madre, en cuyo ataúd fue colocado en su funeral en 2002. Cada nueva ceremonia de coronación ha sido reformado, pero aún no se sabe si Camilla elegirá hacer lo mismo, o simplemente volverá a usar el diseño de la reina madre, realizado por Garrard.
El duque de Edimburgo decidió no llevarlo durante la coronación de la reina Isabel II, posiblemente debido a la superstición de que trae mala suerte a cualquier hombre que lo use. La propiedad de esta piedra, desde luego, ha sido objeto de debate, e incluso se ha acusado a los británicos de robarla, siendo reclamada en varias ocasiones por países como India, Pakistán e Irán. Varios escritos y expertos aseguran que sobre el diamante de la corona de la monarca pesa una maldición por la que "quien posea este diamante dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios o una mujer pueden llevarlo con impunidad".
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