Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Entrevista/Concha Velasco
Han pasado unos meses desde que Concha Velasco se retirara de los escenarios tras 67 años de carrera. Lo hizo en septiembre en el Teatro Bretón de Logroño, donde reside parte de su familia. La habitación de María fue su última gran función sobre las tablas que tantas y tantas alegrías le han dado en su carrera.
La eterna chica yeyé no suele conceder entrevistas, pero este lunes reapareció en el programa de Julia Otero en Onda Cero y confesó el mayor de sus miedos ahora: no quiere que el público la recuerde con un aspecto “deteriorado”. “Me cuesta mucho andar”, contó la actriz, de 82 años, quien antes de desatarse la pandemia, sufrió un “accidente” y se rompió la cadera y un brazo. “Acabo de cumplir 82 y me han sentado fatal”, reveló con el buen humor que la caracteriza.
En su caso, su jubilación no se ha debido a ningún fracaso profesional, sino a que “un día me encontré mala, y, llorando, decidí irme a vivir con mi hijo”. “Quiero que mis hijos me entierren con mis padres; y luego, mis hijos que hagan lo que quieran”, señala.
Durante esta charla radiofónica con Julia Otero –aunque la periodista no se reincorpora oficialmente a su programa hasta el 10 de enero–, Velasco ha confesado que “al principio no llevaba muy bien que mi hijo me controlara, pero ahora se lo agradezco, porque no veas lo que se agradece que venga a abrirme la cama por las noches”.
Cómoda y de lo más risueña, la intérprete ha hablado sobre su nuevo proyecto, un trabajo que tiene que ver con el cine: dobla a Nana, una tierna ovejita en la segunda parte de la película Canta2, en la que también participan otros actores de doblaje como Miguel Ángel Muñoz y Ana Milán, entre otros. “A ver si no voy a llegar, dije en la primera entrada”, ha afirmado con mucho humor, tónica que ha estado presente durante toda su intervención.
Y no sólo ha hablado de futuro, también ha recapacitado sobre su extensa y prolífica trayectoria, en el teatro, en el cine y en la televisión. “En mi vida he ganado mucho dinero con el teatro, que luego me he gastado en hacer más teatro”, afirma. “Hemos perdido mucho dinero. Todo lo que ganamos con Carmen, Carmen lo perdimos con La truhana”. “Cuando veo las voces que pongo con los personajes pienso que soy buena actriz”, ha reflexionado.
La niña de Valladolid, que desde muy joven ya deslumbraba bajo la luz de los focos, sostiene que “he tenido una carrera estupenda” y que ha sido “mucho más feliz de lo que suele admitir”. “Guardo muy buenos recuerdos de aquella niña de Valladolid que fui (...)”, recuerda, “Mi madre era republicana y me regaló un libro de Salvador de Madariaga. Pero se enamoró de mi padre, que era un militar franquista”. Sobre su pasión, la interpretación, apunta: “Si yo no fuera vanidosa, hubiera trabajado en unos grandes almacenes”.
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