'Las chicas del cable', la ficción que encumbra la moda
De moda
Uno de los elementos más importantes de la serie de Netflix es el estilismo de los personajes, un gran trabajo para ambientar la historia en su época
Si por algo se caracterizan las series producidas por Bambú (Velvet, Gran Hotel) es porque cuidan el estilismo hasta el más mínimo detalle. Esto es lo que ocurre con Las chicas del cable. Uno de los aspectos que más destacan de la ficción que estrena su cuarta temporada en Netflix el próximo 9 de agosto es la vestimenta. La primera temporada estaba ambientada en el final de los años 20 y la cuarta comienza en 1931. Unos años en los que el vestuario femenino evolucionó y supuso una revolución para las mujeres.
Si hay un atuendo característico de esta ficción es el que a lo largo de las cuatro temporadas visten los personajes interpretados por Blanca Suárez, Nadia de Santiago, Maggie Civantos y Ana Fernández cuando trabajan como telefonistas en la compañía Telefónica. Se trata del vestido celeste de estilo marinero con detalles como el lazo azul marino en el escote que se ha convertido en seña de identidad de la serie.
Pero además del uniforme de trabajo, las protagonistas visten atuendos que van acordes a la época y a la personalidad de cada una. Para el día a día predominan las camisas, las faldas y los vestidos elegantes. Para las noches cobran protagonismo los vestidos estilo flapper, que recuerdan a la época del charlestón, en los que no faltan los flecos y el movimiento. Una inspiración que bien puede venir de películas como El Gran Gatsby. A partir de ahí los responsables del vestuario de la serie consiguen looks más recatados como el de Marga, más sofisticados como el de Alba, más arriesgados como el de Carlota y más elegantes como el de Ángeles. La forma de vestir tan diferente es algo que coincide con la personalidad de cada una.
En cuanto a los complementos destacan los sombreros, los bolsos y las joyas. A lo largo de las tres temporadas que ya han visto la luz ha habido un desfile de sombreros que no ha dejado indiferente. La mayoría son de fieltro tipo cloché. Un tipo de sombrero poco extravagante pero muy elegante. En cuanto a los bolsos destacan los más pequeños pero sofisticados. Y en cuanto a las joyas las perlas predominan entre los complementos de las mujeres. Otros aspectos muy importantes que completan el vestuario de las protagonistas son el maquillaje y la peluquería. Los cortes de pelo son de lo más innovadores. Melenas cortas en las que no faltan las ondas son las que más presencia tienen en la serie de Netflix. En cuanto al maquillaje los labios de colores fuertes como el rojo es lo que más llama la atención.
También es muy importante el vestuario a la hora de marcar la diferencia de clase entre los personajes. Tan solo hay que observar la ropa que llevan personajes como el de Concha Velasco o sus hijos para comprobar que están a un nivel económico superior que sus empleados.
Uno de los vestuarios que más destaca es el del personaje interpretado por Ana Polvorosa. En la cuarta temporada Sara Millán ya se siente más liberada en cuanto a su sexualidad. Millán ha pasado de ser la jefa de las telefonistas, vistiendo vestidos propios para estar cómoda en el trabajo, a lucir ropa de hombre tras desvelar que se siente como tal. La de los hombres también es una vestimenta que está muy cuidada en Las chicas del cable. Los trajes de chaqueta propios de la época, los sombreros, los chalecos y las corbatas son constantes en los personajes interpretados por Martín Rivas y Yon González.
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