Alberto de Mónaco deja entrever que Charlene podría sufrir una depresión

El soberano monegasco afirma en una entrevista que la dolencia de su esposa "no es sólo física".

La princesa Charlene, en una imagen de archivo.
La princesa Charlene, en una imagen de archivo. / Efe
Fátima Díaz

18 de noviembre 2021 - 16:49

Tras meses de incesantes rumores, por los que muchos ya daban por seguro el divorcio de Alberto y Charlene de Mónaco, finalmente desde el palacio monegasco han terminado por hablar sobre lo que le ocurre a la princesa. Ha sido su propio esposo, el príncipe Alberto, quien ha desvelado que su cansancio "no es sólo físico", lo que apunta a una posible depresión o episodio de ansiedad. En las imágenes de su vuelta a Mónaco a principios de mes ya se le vio un aspecto muy desmejorado.

La estancia en Sudáfrica de la princesa Charlene se prolongó inesperadamente durante seis meses por una grave infección de oídos y boca que se complicó hasta el punto de que tuvo que pasar varias veces por quirófano. Eso la mantuvo alejada de su marido y de sus dos hijos, Gabriella y Jacques, lo que podría estar pasándole factura ahora. Mientras se recuperaba de su dolencia otorrinolaringológica, su familia la visitó en un par de ocasiones pues su dolencia le hacía imposible volver en avión al Principado.

Hace unos días, desde el palacio de Mónaco explicaron que Charlene iba a retirarse un tiempo de la vida pública para recuperarse al cien por cien, ya que se rumoreaba que no iba a residir junto a Alberto y sus dos hijos. Ahora Alberto de Mónaco, en una entrevista en Monaco Matin con motivo del Día Nacional de Mónaco, ha explicado que Charlene "no está en el Principado, pero podremos visitarla muy pronto. No puedo decir más por discreción". El príncipe añadió que su esposa "está mejor, pero todavía necesita descanso y paz. Hay fatiga, no solo física, que solo se puede tratar con un período de descanso y seguimiento".

Charlene y Alberto, en una foto antes de marcharse ella a Sudáfrica hace seis meses.
Charlene y Alberto, en una foto antes de marcharse ella a Sudáfrica hace seis meses. / Efe

Antes de su viaje a Sudáfrica ya se especulaba con que vivía en un apartamento situados a 300 metros del palacio de los Grimaldi. Pero el caso es que su paradero actual es un completo misterio.

El príncipe, de 63 años, también ha hablado de su papel como padre de los dos mellizos que tiene con la sudafricana. Ha admitido que "he escuchado a demasiados amigos y conocidos decirme que se arrepienten de no haber estado para sus hijos", y por este motivo, quiere ser un padre presente en su día a día.

La princesa triste

Las lágrimas de Charlene en su boda con el príncipe Alberto.
Las lágrimas de Charlene en su boda con el príncipe Alberto. / Efe

A sus 43 años, Charlene de Mónaco fue bautizada por los medios de comunicación como 'la princesa triste'. La ex nadadora se casó con Alberto de Mónaco hace diez años, con 33, cuando él tenía 53. La imagen de su boda de ensueño dio la vuelta al mundo, no por la pomposidad del enlace, que también, sino por el semblante alicaído de la princesa durante la ceremonia.

Las lágrimas de Charlene al salir de la iglesia, un gesto común entre muchas recién desposadas, se interpretaron por la opinión pública más como una señal de tristeza y desamparo que como felicidad y emoción. Todo ello se unió a la información publicada por el francés L'Express, en la que se aseguraba que la ya princesa de Mónaco se habría intentado escapar no una, ni dos, sino hasta tres veces, para evitar la celebración del matrimonio.

Charlene se limpia las lágrimas antes de salir de la iglesia tras su boda.
Charlene se limpia las lágrimas antes de salir de la iglesia tras su boda. / Efe

Igualmente, la salida a la luz del polémico contrato que Charlene se vio obligada a firmar antes del enlace también dio mucho de que hablar. Aunque la práctica es común en todas las familias reales europeas, los detalles de este caso concreto hicieron saltar todas las alarmas. El acuerdo incluía la obligación de que Charlene permaneciese casada con Alberto durante -como mínimo- cinco años, así como darle un heredero que garantizase la continuidad de la dinastía Grimaldi.

Ahora, la esposa de Alberto II de Mónaco podría estar acusando psicológicamente esta presión que lleva ya una década sufriendo.

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