Un cambio radical
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Se apagan las luces y las criaturas aparecen en el amanecer de la sabana. Suenan sones sudafricanos, un sello en cada musical que se ha extendido por todo el mundo con el nombre de El Rey León. Es una gran película que se reproduce en vivo cada noche en la Gran Vía madrileña. Es un destino por sí mismo y, efectivamente, acudir al espectáculo nacido con la partitura de Elton John y Tim Rice es una de esas citas imprescindibles que merecen una escapada a Madrid.
Sólo en los primeros compases el espectador sabe que ha merecido la pena hacer previsiones y buscar fechas. Al lado en la butaca contigua puede estar algún espectador tan adicto que ha ido cada temporada acudiendo al Lope de Vega para comprobar los cambios, los detalles, el perfilado que recibe un espectáculo que es una magnífica, lucida y brillante maquinaria engrasada. Cada producción de Stage (con otros musicales como Tina) es así.
El Rey León es una cantera de intérpretes, de grandes actores y bailarines, de artistas 360 con una trayectoria que va más allá de España, como es el caso del cordobés Agustín Argüello. Un cordobés de Argentina, fajado en talents musicales (es un ídolo en México, por Operación Triunfo) y es Simba adulto, el eje del segundo acto del musical, con un poderío vocal que sorprende. "Tengo que conocer más a fondo España, pero no me ha dado tiempo", insiste el cantante que tiene de compañeros en escena a Nacho Brande y Ramón Balash que dan una vida extra, una personalidad propia en esta versión española, al suricato Timón y al puerco, con perdón, Pumba. No es espóiler, Timón y Pumba son los que sacan más carcajadas al respetable.
La historia Disney se magnifica en escena: en la escenografía plena de imaginación, en la coreografía, en los coros y, por supuesto, en las interpretaciones. Mufasa, con todo el peso de las voces en la animación cinematográfica, tiene en esta temporada a un corpulento colombiano autodidacta, Víctor Manuel Nogales. Formado en compañías españolas, tiene toda la proyección. "Yo me vine con doce años a España y hasta que no cumplí los 19 no surgió la vena artística. Comencé con espectáculos infantiles y en el verano de 2018 me estuve preparando para entrar en El Rey León". Cada actor pasa por dos casting, uno el de los directores de la compañía en España y otro de los directivos de Disney, lo que da idea del listón de exigencia de una producción así.
"En nuestra carrera nunca hay nada personal. Las decisiones son profesionales. En esta profesión no te instalas en una empresa y mejoras de ahí. Cuando cambias de montaje empiezas de cero", recuerdo Argüello. De ahí el nivel que han de mantener los intérpretes de los musicales: siempre en forma, perfeccionándose y preparándose para el siguiente papel. En 2014 era sustituto de Carlos Rivera como Simba en la versión mexicana. Su casting se extendió durante ocho meses y de México, a Madrid.
"Yo entré el coro de ensamble y como sustituto de Mufasa, pasando los años te vas poniendo a prueba pero sientes que también estás en la cuerda floja", explica Nogales, que ahora es el Mufasa titular.
Los creativos de Broadway y Londres tutelan el nivel del espectáculo (otro 'control de garantía') y hay una evaluación continua, por trimestre. A su vez, cada versión tiene algunos gags propios, chistes para conectar con el público y de ahí, en la adaptación española, las peculiaridades de nuestros Timón y Pumba.
Con el muscial Aladdin en la agenda y que se estrena el 24 de marzo en la cartelera madrileña, El Rey León sigue firme. El ciclo sin fin. El rugido en la Gran Vía.
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