Bertín Osborne: "Estoy cabreado"
Texto íntegro de la carta de Bertín Osborne
El cantante jerezano expresa su pesar por la muerte de un íntimo amigo
Bertín Osborne ha sufrido un nuevo revés en su vida personal. El cantante acaba de perder a su mejor amigo, Ignacio Arizon. El artista de origen jerezano se refiere a él como "el hermano que nunca tuve" en una carta a la que ha tenido acceso Diario de Sevilla, en la que expresa su indignación y cabreo por el prematuro adiós a quien ha sido su compañero de fatigas durante más de medio siglo.
El también presentador lamenta que el tabaco le haya "robado" a Arizon a los 73 años, quien "ha muerto sin poder dejarlo". En el texto, Osborne recuerda sus discusiones a raíz de este vicio, pero también todas las vivencias que han compartido en su juventud y guardará siempre con cariño en su memoria. La carta de Bertín Osborne es ciertamente desgarradora, pues a sus 69 años, le apena haberse despedido ya de varios de sus "amigos del alma".
La carta íntegra de Bertín Osborne a su amigo fallecido: "Era mi hermano, incluso más que eso"
"Parece mentira estar escribiendo esto, pero no puedo estar más indignado de lo que estoy, con un ladrón que nos ha robado a todos, tantas veces, la vida de la gente que queremos.
Hace muchos años el tabaco me robó a mi querido Carlos Vergara, a quien recuerdo con esa mezcla de nostalgia, cariño y cabreo, que sentía, cada vez que le reprochaba su adicción al tabaco.
Siempre me contestaba: “artista, de algo hay que morir”. Yo me indignaba, suspiraba y lo daba por imposible, hasta que murió de verdad, mucho antes de tiempo y dejando a Regla y a los niños, huérfanos de la sonrisa y la personalidad de aquel loco maravilloso.
Hoy el tabaco me ha robado a mi mejor amigo. Al mejor compañero de más de 50 años que uno soñaría tener. Ignacio Arizon, el hermano que nunca tuve, el ejemplo más genuino de la palabra “bueno”.
Ya con 18 años le repetía una y otra vez: ”deja de fumar”, “es una barbaridad lo que haces”, etc, etc, un día sí y otro también. Él, al contrario que Carlos, me decía: “es verdad quillo, voy a dejarlo”.
55 años después ha muerto sin poder hacerlo.
Recuerdo que le embarqué conmigo una vez y cuando estábamos en alta mar, le tiré los cartones de tabaco por la borda. Consiguió tirarse al agua (era un nadador espectacular) y, cuando llegamos a una cala, ir nadando hasta otro barco para pedir tabaco y volver nadando con un brazo en alto, porque sabía que no le dejaría desembarcar para comprarlo.
Todo fue inútil. Con él fui submarinista, nos rodearon tiburones y orcas en el estrecho, me salvó la vida cuando me quedé enganchado con el cinturón de plomos en una roca del fondo y él me lo cortó con el cuchillo.
Yo le enseñé a montar a caballo y cazábamos juntos todos los años.
Me enseñó a ser paciente cuando había problemas y yo no tuve forma de que le gustara el fútbol. Le obligaba a sentarse conmigo a ver la Champions y él, aparentando los nervios que no sentía, para que no le riñera, se fumaba medio paquete de tabaco.
Tenemos tantas anécdotas juntos que se podrían escribir dos libros.
El día que me casaba, me puso su coche en la puerta del hotel Jerez, me llenó el depósito (cosa que le costaría un mundo porque era “ahorrativo”) y me dijo: “ahí está el coche lleno, si no lo tienes claro, súbete y escápate”.
Se me han ido amigos del alma, Fermín Bohórquez y Mercedes, José María González Valverde, Marcos Domeq, etc, etc, pero con Ignacio me he ido yo.
Era mi hermano. Incluso más que eso.
Ojalá esto le sirva a alguien para que deje el tabaco. Si eso hubiera ocurrido, no volvería a haber una viuda, 2 hijas y nietos desconsolados por haber perdido a la mejor persona que yo haya conocido".
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