Britney Spears retrata su tutela como un auténtico "secuestro"
Escandaloso testimonio en el juicio
En una nueva vista por su custodia legal, la cantante relata la explotación que presuntamente ha sufrido a manos de su padre, James Spears, y sus abogados en los últimos 13 años
Entre los momentos más impactantes, cuando confesó que no le dejan quitarse el DIU para ser madre de nuevo
Nadie sabía lo que la 'princesa del pop' iba a decir en su primera intervención ante la justicia desde 2019. Britney Spears ha narrado el calvario que ha supuesto en los últimos 13 años que su tutela legal recaiga en su padre, James Spears, quien según ella la ha explotado y controlado hasta la extenuación en la última década. La cantante, de 39 años, clama por su libertad en un alegato que pone los pelos de punta y no parece que salga de boca de una persona que no está en su sano juicio como para que, con 39 años, no pueda hacerse cargo de su propia vida y de su carrera.
"Quiero mi vida de nuevo", imploró la estrella durante una intervención telefónica en un juzgado de Los Ángeles, que marcó la primera vez que Spears se opuso públicamente a esta figura legal que comenzó en el año 2008,figura legal que comenzó en el año 2008 tras una mediática etapa marcada por un comportamiento errático.
Fue la propia cantante quien pidió hablar. "No había vuelto a intervenir porque en la audiencia anterior no me sentí escuchada", se justificó. Su acelerado discurso, de más de treinta minutos, hiló una lista de impactantes declaraciones que no se esperaban ni los fans ni la prensa presente en el juzgado.
"Esta tutela está pagando el sueldo de mucha gente. Estoy harta", continuó. La artista cuestionó el sentido de la tutela legal, una figura que en Estados Unidos se reserva para personas incapacitadas o con enfermedades graves que no pueden hacerse cargo de sí mismas. "No tiene sentido que una persona bajo una tutela legal gane dinero", argumentó después de denunciar que estuvo obligada a trabajar contra su voluntad durante su exitoso espectáculo de Las Vegas, que entre los años 2013 y 2017 fue una de las principales atracciones de la ciudad. Spears retrató la tutela como una especie de secuestro del que se beneficia su familia y un grupo de abogados que llevan años recibiendo el dinero que ella ha ganado con su "duro trabajo".
La declaración ha sido tan intensa que la jueza tuvo que pedirle que hablase un poco más despacio para poder transcibir correctamente sus palabras. Con una coherencia implacable, la cantante pidió el fin de su tutela, el encausamiento de sus padres y los miembros de su tutoría, y desgranó punto por punto los horrores a los que se ve sometida: sin intimidad, sin privacidad, sin ningún derecho sobre su horario, su trabajo, sus amistades, y bajo la constante amenaza de no volver a ver a sus hijos, o a su novio.
En un momento estremecedor de su relato, Britney reveló que la obligan a llevar un DIU puesto, dado que ni siquiera puede dar consentimiento sobre las prácticas médicas sobre su cuerpo: "no me dejan casarme ni tener un hijo", reveló. "Las personas que me han hecho esto no deberían quedar impunes". "No soy feliz, no duermo y lloro todos los días", continuó. "Me gustaría demandar a mi familia y compartir mi historia con el mundo", llegó a decir la cantante, quien cree que su padre y otros implicados deberían acabar en prisión.
De James Spears, el padre de la intérprete de Toxic, se rumorea que en la última década ha dilapidado la fortuna de su hija, que debería rondar los 200 millones de dólares y ha quedado reducida a poco más de 60. Entretanto, la cantante cuenta una vida de auténtica esclavitud que parece sacada de una película de terror.
La jueza que escuchó su testimonio, Brenda Penny, agradeció sua palabras, que calificó de valientes, y acordó con las distintas partes implicadas una nueva sesión cuya fecha está por determinar. Mientras Spears hablaba un centenar de personas se manifestó a la puerta de los juzgados, convocados bajo el lema #FreeBritney.
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