Bertín Osborne, devastado por la muerte de su mejor amigo

El cantante ha escrito una carta en la que recuerda con cariño a su íntimo compañero

Bertín Osborne: "Estoy cabreado"

El cantante y presentador Bertín Osborne
El cantante y presentador ha escrito una carta para expresar su dolor e indignación por la muerte de su amigo. / Europa Press
Christian Rodríguez

04 de octubre 2024 - 14:40

Bertín Osborne vive el duelo por quien él llama "la mejor persona que he conocido". Así lo ha plasmado en una carta, a la que ha podido acceder Diario de Sevilla, donde se despide de su amigo, Ignacio Arizon. El hombre con quien el artista ha compartido más de 50 años de amistad ha fallecido a los 73 años, a causa de una adicción que no ha podido obviar en estas líneas.

En la misiva, Osborne recuerda cómo con 18 años ya le repetía a Arizon casi a diario que dejara de fumar. Un propósito que por desgracia no ha terminado de cumplir: "El tabaco me ha robado a mi mejor amigo, el hermano que nunca tuve, el ejemplo más genuino de la palabra 'bueno'", lamenta. El cantante hace mención de todos los intentos por ayudarle; incluso una vez en alta mar le tiró los cartones por la borda y lo amenazó con no dejarlo desembarcar para comprar más. "Todo fue inútil", se queja.

El artista de origen jerezano no puede evitar acordarse asimismo de otro amigo que perdió por culpa de su tabaquismo. También de otros de sus amigos del alma, pero, matiza, "con Ignacio me he ido yo". Su fiel compañero está presente en muchas de las historias de juventud de Osborne. "Con él fui submarinista, me salvó la vida cuando me quedé enganchado con el cinturón en las rocas del fondo", cuenta. Su amigo le dejó una valiosa lección —"me enseño a ser paciente", dice— y protagonizó una inolvidable anécdota el día de su boda. Y si algo les ha quedado pendiente: "no tuve forma de que le gustara el fútbol".

Bertín Osborne le dice adiós a su amigo con las siguientes líneas, en las que explica por qué era "mucho más que eso".

La carta íntegra de Bertín Osborne a su amigo fallecido: "El mejor compañero que uno soñaría tener"

Parece mentira estar escribiendo esto, pero no puedo estar más indignado de lo que estoy, con un ladrón que nos ha robado a todos, tantas veces, la vida de la gente que queremos.

Hace muchos años el tabaco me robó a mi querido Carlos Vergara, a quien recuerdo con esa mezcla de nostalgia, cariño y cabreo, que sentía, cada vez que le reprochaba su adicción al tabaco.

Siempre me contestaba: “artista, de algo hay que morir”. Yo me indignaba, suspiraba y lo daba por imposible, hasta que murió de verdad, mucho antes de tiempo y dejando a Regla y a los niños, huérfanos de la sonrisa y la personalidad de aquel loco maravilloso.

Hoy el tabaco me ha robado a mi mejor amigo. Al mejor compañero de más de 50 años que uno soñaría en tener. Ignacio Arizon, el hermano que nunca tuve, el ejemplo más genuino de la palabra “bueno”.

Ya con 18 años le repetía una y otra vez: ”deja de fumar”, “es una barbaridad lo que haces”, etc, etc, un día sí y otro también. Él, al contrario que Carlos, me decía: “es verdad quillo, voy a dejarlo”.

55 años después ha muerto sin poder hacerlo.

Recuerdo que le embarqué conmigo una vez y cuando estábamos en alta mar, le tiré los cartones de tabaco por la borda. Consiguió tirarse al agua (era un nadador espectacular) y, cuando llegamos a una cala, ir nadando hasta otro barco para pedir tabaco y volver nadando con un brazo en alto, porque sabía que no le dejaría desembarcar para comprarlo.

Todo fue inútil. Con él fui submarinista, nos rodearon tiburones y orcas en el estrecho, me salvó la vida cuando me quedé enganchado con el cinturón de plomos en una roca del fondo y él me lo cortó con el cuchillo.

Yo le enseñé a montar a caballo y cazábamos juntos todos los años.

Me enseñó a ser paciente cuando había problemas y yo no tuve forma de que le gustara el fútbol. Le obligaba a sentarse conmigo a ver la Champions y él, aparentando los nervios que no sentía, para que no le riñera, se fumaba medio paquete de tabaco.

Tenemos tantas anécdotas juntos que se podrían escribir dos libros.

El día que me casaba, me puso su coche en la puerta del hotel Jerez, me llenó el depósito (cosa que le costaría un mundo porque era “ahorrativo”) y me dijo: “ahí está el coche lleno, si no lo tienes claro, súbete y escápate”.

Se me han ido amigos del alma, Fermín Bohórquez y Mercedes, José María González Valverde, Marcos Domeq, etc, etc, pero con Ignacio me he ido yo.

Era mi hermano. Incluso más que eso.

Ojalá esto le sirva a alguien para que deje el tabaco. Si eso hubiera ocurrido, no volvería a haber una viuda, 2 hijas y nietos desconsolados por haber perdido a la mejor persona que yo haya conocido.

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