La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
'In the air'
"La vida cabe en un clic". Lo canta Jorge Drexler, y podría entenderse también que la vida cambia en un clic. Si no que se lo digan a Alec Baldwin, quien al parecer sin querer se ha llevado por delante la vida de una persona de un disparo, de un clic. A menudo, los giros de guión vitales, los más importantes, se producen en un instante, en un momento, en una décima de segundo. Es lo que ocurre con las armas de fuego, que cambian o fulminan vidas.
El pasado viernes, al enterarme del suceso ocurrido al actor en pleno rodaje y todo apunta que por un error, pensé cómo debería sentirse Alec Baldwin. Si este suceso no lo protagonizara un nombre tan conocido, seguramente no habría generado tal cantidad de comentarios en todas las direcciones. Sin embargo, a efectos humanos, Baldwin está solo.
El dolor es el más solitario de los sentimientos. Puede que lo agudice la falta de compasión ajena, o los comentarios deshumanizados, o puede que lo alivie ligeramente y de manera temporal el calor de quienes nos quieren y proyectan su empatía pero, finalmente, cada uno de nosotros siente el dolor en soledad, porque lo llevamos tan dentro que aunque sonriamos por fuera, no logramos olvidarlo y mucho menos borrarlo.
No quiero ni pensar lo que sentiría yo de haber apretado ese gatillo; no quiero ni imaginar el desgarro que un hecho así debe provocar en quien lo protagoniza; no quiero ni jugar a experimentar el dolor solitario de Baldwin. Un dolor tan inmenso provocado por algo tan diminuto como un clic.
Si hacemos balance de lo vivido, a poco que hayamos cumplido unas cuantas décadas, seguramente hay uno o varios clics que torcieron, en un momentito, algún plan que teníamos proyectado y nuestra vida en color pasó a mostrarnos el futuro inmediato en blanco y negro o viceversa... aunque, no seamos agoreros, también hay clics que nos salvan la vida.
"La vida cabe en un clic". Lo dice Drexler y es una verdad como un templo, a veces dolorosa y a veces mágica, porque también un clic puede abrir esa puerta que tantas veces intentaste empujar y no había manera.
La letra maravillosa de Jorge Drexler dice algo más: “La vida cabe en un clic, en un abrir y cerrar, en cualquier copo de avena... se trata de distinguir lo que vale de lo que no vale la pena”. Aquí es donde quizás deberíamos emplearnos más a fondo, porque los clics fatídicos o inoportunos algunas veces son fortuitos, pero nuestra manera de enfocar la vida y elegir entre lo importante y lo accesorio depende un poco más de cada uno de nosotros. Esa sí es una decisión individual, también solitaria. El azar está ahí, pero siempre es bueno darle un empujoncito a la balanza hacia el lado bueno.
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