Diez años sin Carmina Ordoñez
Se cumple una década desde que 'la Divina' fue hallada muerta en su domicilio de Madrid La madre de Cayetano y Fran Rivera hizo de su propia existencia un espectáculo y tuvo a toda España pendiente de ella hasta el final
Vivió demasiado deprisa y, a pesar de ello, supo dejar su huella imborrable en el tiempo. Hija, esposa y madre de torero, Carmina Ordóñez nunca negó que había sobresalido más que aquellos que, por su profesión, deberían haber sido más conocidos que ella. Y sin embargo, siempre tuvo el increíble don de eclipsarlos a todos. 'La Divina' o 'La Reina de corazones', como la llamaba la prensa rosa, hace una década que se marchó, pero no así su recuerdo.
Hija del torero Antonio Ordóñez y Carmen González, "Carmina Dominguín" nació el 2 de mayo de 1955. Por su sangre corría la sangre torera de dos familias y, a su lado, más como amiga que como hermana, siempre tuvo a Belén, con la que muchos medios quisieron enfrentarla por posibles rivalidades. Pero 'La divina' siempre tuvo en su vida un lugar privilegiado para su hermana, que murió en 2012 a causa de un enfisema pulmonar, pero que desde 2004 ya arrastraba la gran pena que le produjo haber perdido a su hermana Carmen.
Carmina se tomó la vida muy en serio, pero siempre a su manera. Solía decir que necesitaba estar enamorada, "y si no es que estaré muerta". El primero que robó su corazón fue, como no podía ser de otra forma, un torero: Francisco Rivera Paquirri. Junto a él protagonizó en 1973, con solo 17 años, una boda que se convirtió en un gran acontecimiento social. Sin embargo, el matrimonio sólo duró seis años, ya que en 1979 Carmen y Francisco se dieron cuenta de que eran dos personas incompatibles: Él, profundamente enamorado tanto de ella como de su profesión, hombre criado entre toros y campo. Ella, enamorada de lo que la vida podía ofrecerle y de la ciudad. Se separaron, pero de su unión quedaron dos hijos hoy en día reconocidos por la prensa y la sociedad: Fran y Cayetano Rivera.
El segundo amor de su vida y su esposo durante once años fue Julián Contreras, un cantante y compositor que no obtuvo demasiados beneficios como tal pero que siempre estuvo muy cerca de Carmina. Se separaron por incompatibilidad de rutinas, ya que él mismo reconoció que a veces cuando él se levantaba ella se acostaba. Siempre se trataron bien a pesar de haber puesto fin a su matrimonio, y de esta unión también quedó un hijo, que fue el que más cerca de su madre vivió su declive final: Julián Contreras junior. Estando con Julián tuvo que comunicar la muerte de 'Paquirri' a sus hijos mayores, encuentro que, según ella misma reconoció, fue el momento más duro de su vida.
A pesar de sus infititos ratos de alegría en El Rocío, uno de sus lugares más amados, y de su larga lista de pretendientes, su vida dejó pronto de ser tan feliz. En sus últimos años tuvo que enfrentarse al hecho de que su primogénito, Fran, tomara la alternativa, lo que hacía que ella se lavara el pelo cada vez que él toreaba o que no se cortara las uñas en día de corrida. Así de supersticiosa era Carmen, una madre que siempre afirmó que además de madre era mujer y que, aunque sus hijos eran lo primero para ella, nunca iba a renunciar a la otra parte de su vida.
Sin embargo, la otra parte de su vida estaba a punto de ser destrozada por varios motivos. El primero de ellos fue, según ella, Ernesto Neyra, al que acusó de malos tratos y con el que se encontró varias veces en los juzgados, si bien él siempre salió absuelto. El otro motivo, seguramente el principal, fue su adicción a varias sustancias peligrosas como los somníferos, a los que se aficionó, también según sus propias palabras, el día en que murió su madre.
Tal día como hoy diez años atrás, Carmen Ordoñez era encontrada sin vida en su domicilio de Madrid despertando mil y una teorías sobre su muerte. Pero sobre todas las declaraciones posteriores y habladurías, lo único que queda claro es que Carmen sigue siendo tan 'Divina' como siempre y continúa siendo noticia diez años después de decir adiós.
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