"En el aire no pienso que me estoy jugando la vida"
Juan Velarde, piloto
El madrileño, una de las figuras más destacadas de la aviación deportiva en este país, es el único español en el campeonato Red Bull Air Race World Series.
Juan Velarde ha llegado a ser una de las figuras más destacadas de la aviación deportiva en España gracias a un claro referente: su padre, piloto activo durante más de 50 años, capitán B747 y un gran entusiasta del aire. "Desde niño me transmitió su pasión y a la vez respeto por la aviación" cuenta el madrileño, único representante español en la Red Bull Air Race World Series, el espectacular campeonato a nivel mundial de aviones deportivos, que combina las acrobacias con la velocidad. En la actualidad, Velarde es comandante de un Airbus A330, pero su carrera comenzó hace varias décadas cuando, con sólo 15 años, empezó a volar planeadores. Tras finalizar el colegio, Velarde viajó a Anchorage, Alaska, para lograr su Licencia de Piloto Privado y regresó a España, donde trabajó remolcando aeroplanos mientras estudiaba para ser piloto comercial. Luego se convirtió en instructor de vuelo en Fort Worth, Texas. En España fue piloto de aviones de carga y se unió a Iberia a los 22 años. Fue en 1999 cuando se inició en el vuelo acrobático y en 2004 entró a formar parte del equipo nacional.
-¿Qué características hacen única a la Red Bull Air Race para un piloto?
-La Red Bull Air Race es la competición de motor más rápida del planeta y, como piloto de competición, lo máximo a lo que podía aspirar. Volamos a casi 400 km/h, a 20 metros del suelo y entre obstáculos. Esta combinación de velocidad, potencia y precisión, hacen que sea única en el mundo.
-Cuando uno pone en marcha su avión, ¿es consciente de que se está jugando la vida?
-Al contrario de lo que pueda parecer desde fuera, estoy convencido de que en la Red Bull Air Race no me juego la vida. Si lo pensase, no volaría. Es obvio que este tipo de vuelo implica ciertos riesgos, como cualquier deporte de motor, pero la seguridad es nuestra principal premisa. Analizamos los riesgos para saber dónde está el peligro y así evitarlo.
-Ha hecho de su afición su profesión consiguiendo además hitos que lo diferencian del resto. ¿Qué significa para usted volar?
-Volar a este nivel me aporta una sensación enorme de libertad en los tres ejes del espacio y, sin duda, una capacidad muy grande de control por ser capaz de hacer volar un avión de estas características con el nivel de precisión con el que lo hacemos. Para mí volar significa estar en crecimiento constante: siempre se puede mejorar y siempre hay algo nuevo que aprender.
-Su pasión la heredó de su padre. ¿Qué aprendió de él?
-Mi padre ha sido piloto activo durante más de 50 años y desde niño me transmitió su pasión y a la vez respeto por la aviación. Siempre ha sido un referente para mí en este aspecto, y el ejemplo de su experiencia y sensatez me ha ayudado a tomar las decisiones correctas en muchas ocasiones. La verdad es que hace años no me podía imaginar que iba a estar compitiendo en la Red Bull Air Race, pero también es cierto que el camino se va haciendo poco a poco y uno va asumiendo las cosas que van pasando de forma natural.
-¿Cuáles considera que son las tres cualidades que debe tener un piloto?
-Un buen piloto tiene que ser responsable, perseverante y humilde.
-¿Qué le aporta a usted cada tipo de vuelo?
-Los dos tipos de vuelo son muy diferentes entre sí pero se complementan uno al otro. El vuelo de competición como el de la Red Bull Air Race está basado en sensaciones y podría decir que llegas a volar por instinto, sin ni siquiera tener que mirar los instrumentos. En cambio el vuelo de línea aérea se basa en normas y procedimientos muy estrictos y en el manejo de una tecnología avanzadísima.
-¿En qué momento dio ese giro a su carrera para convertirse también en piloto de acrobacias? ¿Qué le dijo su familia?
-El vuelo acrobático me había atraído desde siempre, y cuando empecé a volar enseguida sentí curiosidad por saber qué se podía llegar a hacer con un avión. Los primeros loopings de mi vida los hice con mi padre a los 17 años, y desde entonces supe que eso era a lo que me quería dedicar. Mi familia siempre lo aceptó, menos mi madre, que la pobre no quería saber nada del tema. De hecho no me había visto nunca volar hasta hace muy poco. Después de tanto tiempo lo ha acabado aceptando.
-Cómo recuerda esa primera acrobacia.
-Lo recuerdo perfectamente como un sentimiento increíble, estaba emocionado. No quería que se acabase el vuelo, por mi hubiese estado todo el día haciendo loopings, toneles y caídas de ala. Al aterrizar estaba exultante y creo que no pensé en otra cosa durante semanas.
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