La tata Reme del clan Bosé
Juicio contra Lucía Bosé
Lucía Bosé es juzgada por la denuncia de las sobrinas de una empleada que fue como de la familia. Ya fallecido, el personaje ha saltado al foco mediático.
Al hilo del juicio en el que se acusa a Lucía Bosé de beneficiarse económicamente de un dibujo de Pablo Picasso que éste regaló a Remedios, la tata de la familia Dominguín Bosé ha saltado a la palestra, incluso cuando en vida siempre se mantuvo en un segundo plano. El cuadro objeto del litigio se subastó alcanzando finalmente la cifra de 198.607 euros, que se embolsó supuestamente la actriz, lo que ha originando la demanda de dos sobrinas de ésta, sus herederas.
La tata Reme vio nacer a los tres hijos de Luis Miguel y Lucía Bosé: Miguel, Lucía y Paola. Los quiso como hijos propios, al fin y al cabo, pues los padres viajaban constantemente: el torero por sus largas temporadas en los ruedos, Lucía por sus películas u otras obligaciones. Pero la tata estaba siempre presente en la vida de los niños. Hubo una temporada veraniega en la que Reme tuvo que irse a vivir a la mansión de Pablo Picasso, La Californie, en la Costa Azul. Los Dominguín dejaron a los niños en la casa del pintor malagueño. Ni qué decir que los tres vástagos se encontraban a sus anchas. Reme se ganó en seguida el afecto de Picasso, quien le regalaba dibujos para que ella los utilizara en sus bordados. Es fácil adivinar, dada la extracción social de Reme y aun no ignorando la fama del pintor, que aquellos regalos no los consideraba objetos con los que comerciar o beneficiarse.
Picasso llegó a preguntarle a la tata si estaría dispuesta a quedarse a vivir en Francia, en su casa, a lo que Reme siempre contestaba que nadie ni nada la separaría “de sus niños”, es decir, de los tres hijos de Lucía y Luis Miguel. Por ese amor y dedicación a ellos, Reme renunció a su vida privada. Un picador de la cuadrilla del matador de toros se enamoró de Reme. Era uno de los hermanos Mozo, acreditados profesionales del caballo. Pero como casarse significaba dejar a sus niños, renunció al matrimonio.
Tan unida estaba Reme a Lucía Bosé y a sus tres hijos que en una época en la que la italiana pasó por serios apuros económicos, puso a disposición de su ama uno de los dibujos picassianos por ella bordados. Les dieron ocho mil liras. Suficientes para “salir del paso”. Lucía recuperó luego aquella pieza. En las paredes de Los Cardos, la finca que los Dominguín tenían en la urbanización madrileña de la Casa de Campo, colgaban dibujos de Picasso: los que le había regalado a Reme. Por supuesto que Lucia y sus tres hijos poseían otros recuerdos del genio, bien guardados en otras dependencias. Uno de aquellos dibujos hasta llevaba título: el de La churrera.
En el trance más difícil de la vida de Lucía Bosé, cuando Luis Miguel quiso separarse y quedarse con los niños, ella tomó una escopeta y amenazó al torero con disparar contra él. Testigo de la escena, Reme, la tata. En ese tiempo, alejada de Madrid, quien llevó la casa y el cuidado de los niños fue Reme. Siempre la imprescindible Reme en la educación y vigilancia de los hijos de Lucía. Porque ésta resolvió marcharse a Roma, vender una casa y procurar que la contrataran para hacer frente a sus problemas económicos. Pero si había que comprar lo imprescindible para la casa con el fin de que los Bosé no pasaran apuros, la que daba la cara era siempre la tata.
Y resulta que ahora, paradojas de la vida, aquella Reme ya desaparecida, sale a colación porque su antigua ama ha dispuesto, supuestamente de una propiedad suya, que reclaman sus herederas. Según los Bosé, fue la propia tata quien regaló ese dibujo polémico a Miguel, y éste se lo dio a su madre cuando la familia subastó material del pintor. De ahí que el cantante haya sido llamado a testificar en el juicio que se dirime ahora contra su madre por apropiación indebida. Incluso uno de los sobrinos de la tata ha arremetido contra sus propias hermanas por una demanda que, hace año y medio, dejó desolada a Lucía Bosé durante meses. En todo caso, el asunto está ya en manos de los jueces.
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