"Pienso en algo y lo veo en canción"
El compositor jerezano Manuel Alejandro hace un repaso de su vida profesional y personal y de su relación con los artistas a los que ha compuesto su más de medio millar de canciones
Con jechuras de cantaor, el compositor jerezano Manuel Alejandro recita letras de una canción, hasta hoy inéditas. Se acerca las manos a la cara. Parece que se arranca. Se atusa el pelo. Respira hondo y se refresca la boca con un trago de Tío Pepe. Se prepara para hablar de su vida. Lo que ha sido y es. Un ejercicio de buena memoria,. Y de mucho buen humor. Que no le falta. El artista, acompañado por el productor y paisano Juan Pedro Aladro, se ve relajado, a pesar de que cada vez que se le acerca un periodista y le pregunta si es él Manuel Alejandro, dice que no, que es su hermano gemelo (que no tiene). Acepta la entrevista con este Diario. Una conversación maridada con delicias cocinadas por un eslavo llamado Patrick, en un restaurante de la colonia Niño Jesús de Madrid. Se arranca.
Y se le daba bien al niño la música, para desgracia de su padre, Germán Álvarez-Beigbeder, que nunca quiso que su hijo Manuel Alejandro fuera compositor como él, "porque era algo que no llevaba a ninguna parte". Nunca se lo dijo, claro, pero cuando vio que repetía los cursos y no valía para otra cosa, pues le puso a estudiar música.
Nacido hace ya unas pocas décadas en la jerezana Santa Cecilia, se trasladó a la calle Merced 7, con 5 años y allí vivió hasta los 21. Bajo las directrices de un padre "recto, muy religioso, aunque algo liberal a la vez", disfrutaba de aquel barrio de Santiago, de sus gentes, de escuchar desde su pequeña cama los cantes de los gitanos en la noche, al pasar bajo su ventana. Aquello quedó grabado a fuego en la mente del futuro genio.
Él y sus seis hermanos se criaron escuchando a Bach, Chopin, Beethoven, Stravinsky. Era uña y carne con José María, "que se dedica a cuidar la obra de mi padre, para que todo quede grabado el día de mañana". Y había tan poco dinero en casa que tuvo que repetir un curso de Bachillerato para que los libros fueran compartidos por los dos niños, recuerda entre risas.
Pero quizás, por ver siempre a su padre con aquellas sonatas, sinfonías y marchas de Semana Santa, que el pequeño pensaba que no llevaban a ninguna parte, se dedicó Manuel Alejandro a la canción ligera, "así que lo primero que hacía es que a la amiguita que me gustaba pues le escribía una canción y se la cantaba. Cómo sería la cosa que cuando llegué al Conservatorio de Madrid desde Sevilla, ya como alumno de Composición, en los exámenes me cogía cantantes de clases de canto, como los actores Pedro Osinaga y María Fernanda D'Ocón, para que cantaran las canciones que componía. Y así no presentaba nada sinfónico, porque no tengo talento para ello". "Yo pienso en algo y lo veo en canción", añade. Y por la difusión de la labor de su padre, alaba la que hacen la Orquesta 'Alvarez Beigbeder' que preside la jerezana Magdalena Garrido, "porque han conseguido que su nombre esté en muchos países".
"Mi padre vivió feliz porque ni debía, ni le debían. Nunca tuvo un real gracias a Dios. ni que comprar esos televisores de ahora tan caros. Vino a visitarme a Madrid y vio que yo tocaba en bares americanos para ganarme la vida. No le gustó y me dijo que tenía que prepararme a las oposiciones de director de banda de Infantería de Marina. Tenía 24 años. Con tal suerte que una lesión que tuve a los 16 en el brazo derecho, por la que no puedo ni estirarlo, ni ponerme una corbata, me impidió entrar. Y no soy zurdo, ¿eh? Salí de allí cantando sevillanas de la alegría. Desgraciadamente o gracias a Dios, seguí con mis composiciones" (ríe).
Siempre piensa el autor que no volverá a ver su tierra, "nunca más o en una temporada, pero de una forma u otra siempre me la encuentro, por mis tíos, con mi Tío Mateo, mi Tío Pepe...", bromea. Y al pelo menciona su canción 'Procuro olvidarte', que entre otras cosas dice "...llega la noche y de nuevo comprendo que te necesito...," y eso lo dice él con el jerez. "En realidad llevo desde los 21 años en Madrid. De aquí es mi mujer, mis hijos, y quieras que no, eso te marca. Tengo esa casita en El Puerto, a la que voy de vez en cuando. El gusanillo de la tierra se me quita cuando bajo en Navidades, verano, paseo por Jerez. Le tengo a la ciudad amor absoluto y estaremos allí siempre que podamos, lo que pasa que seguro que estaría más tiempo dentro de Faustino (bar Juanito), que en otra parte".
Recuerda a su padre en ese piano grande y negro. A su izquierda, la copita de vino, cada día. "Tenía que estar muy enfermo para no tomarlo. Porque el vino que salía de aquella bodeguita de Angostillo, en Santiago, junto a nuestra casa, no podía ser nada malo". Lo dice un hombre que toma el vino al atardecer, "porque al mediodía es más complicado quitarme la copa de oloroso o fino de la mano (ríe)". "A mí me han buscado fino en Las Vegas, Los Ángeles, México... Un día, en un almuerzo con Luis Miguel, en Acapulco, me preguntó en un restaurante lo que quería tomar. Yo, sabiendo que era complicado que hubiera fino, le dije que en su defecto tomaría un margarita o un tequila. ¿Tú quieres un jerez? Sí, le respondí. Y allí apareció con una nevera y unas botellas de Tío Pepe. Bebo casi exclusivamente jerez porque te da el punto exacto para alzarte un poco de la tierra".
Sin embargo, no es el vino algo que inspire a Manuel Alejandro, es más "el deseo de hacer algo lo que me motiva, lo que me llena de vida. Eso es lo que me hace estar completo. Cuando tengo la segunda copa ya no puedo escribir". Otras inspiración, su segunda mujer, Pura, "porque la mayoría de las canciones, de una forma u otra, han tenido que ver con algo que yo he pensado de ella. Por ejemplo, 'Yo soy aquél', mi primer éxito grande, que canta Raphael, la hice antes de conocerla, porque yo entonces ya la seguía, por eso dice: "Yo soy aquél que cada noche te persigue...". Aunque en realidad la perseguía cada mañana. Ella me sigue inspirando, es de un gusto exquisito, por eso me eligió a mí (ríe). Todas las canciones se las debo a ella, mis hijos y mis nietos. De una forma u otra, las firman y las dejo en herencia".
Ha recorrido mundo y sin embargo, no le gusta viajar. Le incomoda todo. "Veo a grandes estrellas de la canción como Julio Iglesias, Plácido Domingo, Raphael y Luis Miguel, que siempre visten igual en el escenario e incluso en su vida privada... ¡Es que les hacen las maletas! Lo exige lo práctico del asunto y no el qué me pongo". A pesar de la lejanía, considera a la América hispana su segunda casa, "o primera casa. Tanto que estoy preparando un álbum (3 CD), que se llamará 'Te voy a cantar mi vida', con las canciones más conocidas y más queridas por mí. Sólo con el piano y mi voz. Y lo voy a presentar allí y en España no, porque son una treintena de canciones conocidas especialmente allí. Lo mismo lo doy a conocer en Las Vegas, cuando recoja el Grammy Latino a mi carrera el 9 de noviembre".
Se queja de que en España se le han cerrado las puertas a muchas de sus canciones. "A José José, El Puma y Emmanuel, les hice discos que triunfaron allí. Aquí, la compañía discográfica los promocionaba cuando venían a España, pero cuando se iban a su país las emisoras no los ponían más. Hay gente en América que no entiende por qué se conocen obras de Raphael allí y en España no". Busca una causa: "Aquí estábamos distraídos con los Rolling y los Beatles. Los medios llamaban a aquellos artistas horteradas sudacas. Al contrario que ahora. Hoy en España se están descubriendo los hispanoamericanos". Una época, la actual, "en la que la canción no está en primer plano. No hay programas de música, sólo de cotilleo. La chabacanería es la estrella. Para colmo, llega la piratería y las nuevas tecnologías que te regalan todo. ¿Para qué una gran producción si sabe que no puede vender? Se vive de los creadores de forma descarada. No se respeta nada. En EEUU, Inglaterra y Alemania no pasa. Aquí no se protege al autor". Desliza su opinión sobre todo lo que está ocurriendo con la SGAE , un tema que realmente le pone de muy mal humor, así que prefiere dedicarle al asunto pocas palabras: "Los medios están utilizando un léxico equivocado para el pueblo en general. Un palabrerío que no le corresponde y están criticando cosas muy delicadas, sin una base auténtica, seria y rigurosa. Se erigen en fiscales. Y es lo único que te voy a hablar de esto, léase, SGAE". Y punto.
Rocío Jurado, Raphael, Julio Iglesias, José José, Plácido Domingo, Luis Miguel, El Puma, Nino Bravo, Jeanette, Marisol, Lolita Flores, Albert Pla, Bunbury... Todos ellos, y muchos más, han interpretado canciones del jerezano. En total, más de medio millar de obras inolvidables. ¿Qué triunfa antes el autor o el artista que canta su canción? "El artista triunfa, pero el autor es respetado por lo que hace". Manuel dijo en una entrevista que había llegado a ganar más dinero que los Beatles. "Bueno, lo mejor que he dicho en una entrevista es que Frank Sinatra se había muerto con la pena de no grabar una canción mía (risas). Y la verdad, después de eso, ya puedo decir cualquier cosa. Pero lo de los Beatles..., no, no. Yo oigo cantar a los Beatles, los Rolling, Oasis, y no sé qué son. Los he oído pero el mundo les ha dado demasiada importancia, aunque es cierto que se la merecen". "El mundo anglosajón -añade- ha adelantado poco en rock, se sigue haciendo lo mismo que hace 40 años. No soy antirock, pero me gusta más lo que hacemos los españoles, los italianos y los franceces. Va más con mi espíritu". Y pone un ejemplo, aunque antes advierte que es una barbaridad, como aquello de Sinatra: "Las dos canciones mejores de los Beatles, 'Yesterday' y 'Michelle', yo apostaría que son canciones copiadas de Bach, Haendel o algo por el estilo. Yo también me he inspirado en Stravinsky, Schumann, pero cojo las tres primeras notas y luego me voy por otro sitio. Hay una canción de Raphael que se llamaba 'Sin Laura', y que venía de Schumann, pero la hice como homenaje a él, pero siempre con mi estilo y mi forma de ver la música en general". Y para explicarlo, tararea y utiliza la mesa a modo de piano. "Ta ra ra raaa....".
Se reconoce Manuel Alejandro un "romántico empedernido", y no sabe si esto un defecto o no, "viene bien para algunas cosas y para otras no". Pero es mejor "de nada mucho y de romántico me he pasado tela". Asegura que los artistas no han pretendido nunca cambiarle las letras de sus canciones. "Era o sí o sí. Yo los he querido y los quiero mucho, y ellos a mí también. Aunque muchos han destrozado canciones mías. Y me he arrepentido de una persona, pero no te lo puedo decir".
Echa un vistazo atrás y piensa que no se ha dejado a muchos artistas a los que escribirles canciones en el tintero. O sí. "Porque en realidad me hubiera gustado hacerle a todos la canción justa, pero muchos no estaban en mi línea, en mi parámetros".
Y al hilo habla de José Mercé, "a quien no pude escribirle nada porque su entorno no quiso. Él es un fenómeno y alguna vez lo haremos. Le tengo que hacer un día esa canción que nunca he escrito. Flamenco que no es flamenco. Sería de mis álbumes estrella". Y ya que está el flamenco en la conversación, Manuel Alejandro asegura que este arte, "está peor que nunca porque se acabó la calle Nueva, la calle Sol y ya no es lo mismo. Cada uno vive ya en un sitio y los niños ya no maman esa esencia de antaño".
¿Satisfacciones? "Sí, mis canciones me han dado muchas, pero más me da mi familia. Pero mi canción tiene que ser sencilla, sobre el sentir del día".
Muy ilusionado con el Grammy, asegura sin embargo que nunca aceptaría un 'Honoris Causa', "porque me parece algo desfasado, si me lo dieran lo rechazaría".
¿Jubilación? "No, no me jubilo porque no sé levantarme sin hacer nada, sería demasiado Tío Pepe. Eliminaría la palabra anciano del diccionario, es despectiva. Tengo más ganas que nunca de componer y además, no me puedo retirar porque la SGAE no te da ninguna jubilación. He vivido la época que me ha tocado y no querría estar en otra, como el siglo XVIII. Había mucha suciedad y no existía el whisky tan refinado que hay hoy (ríe). Soy muy sibarita".
Lector de prensa escrita, dice sin embargo que es un amante de las nuevas tecnologías e inversor en teclados digitales. "Creo que todo esto es un avance, sobre todo, los móviles, que sólo son un mal para los infieles".
Como un arrebato, una especie de posdata, se refiere de nuevo a Jerez, para que no se olvide nadie que "todas mis letras tienen un pellizco de los barrios de San Miguel y Santiago. Un quejío que nunca perderé".
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