Lucía Rivera reconoce que fue maltratada por dos exparejas

Una vida difícil

La hija de Blanca Romero y Cayetano Rivera ha confesado en el libro ‘Nada es lo que parece’ que fue víctima de malos tratos físicos y psicológicos

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Lucía Rivera ha desvelado en el libro 'Nada es lo que parece' las experiencias más desagradables de su vida.
Lucía Rivera ha desvelado en el libro 'Nada es lo que parece' las experiencias más desagradables de su vida. / INSTAGRAM

Nada es lo que parece es el primer libro de Lucía Rivera. La hija de Blanca Romero y Cayetano Rivera muestra en la publicación su lado más sincero y personal, desvelando algunas experiencias desagradables que le ha tocado vivir a lo largo de sus 24 años de vida. Entre ellas dos cobran especial relevancia: los malos tratos que sufrió con dos de sus exparejas y los problemas con la comida.

La joven modelo ha vaciado las piedras de la mochila que llevaba sobre su espalda en el libro Nada es lo que parece. “Los abusos psicológicos que sufrí en mi primera relación acabaron siendo físicos en la segunda. Ahora que me paro a pensarlo, reconozco que fui la víctima perfecta, casi hecha a medida, una niña con muchos abusos interiorizados, los celos posesivos, los insultos y los refuerzos intermitentes”, ha desvelado en su libro.

El joven con el que salí en aquel momento, Aitor, tenía problemas con las drogas y todo ello derivaba en una espiral peligrosa de la que no podía salir Lucía. Así relata su experiencia con uno de sus exnovios. “La primera vez ni siquiera la recuerdo bien, porque fueron muchas, cada vez más. Siempre lo excusaba achacándolo a que estaba drogado y entendí que esa era una manera normal de relacionarse, que yo sería capaz de hacerle cambiar, que la culpable era yo… Pero las peleas aumentaban de mes en mes, ya no solo con él, sino con todo mi entorno. Sus infidelidades, que no fueron pocas, consiguieron hacerme cada vez más pequeña y me llenaban de ira”, ha contado en Nada es lo que parece.

Lucía Rivera ha contado con todo tipo de detalles el maltrato físico y psicológico que aguantó mientras compartía su vida con Aitor. La influencer, pese a recibir malos tratos de suexpareja, no quiso tomar medidas legales contra el joven. “Siempre defendí a Aitor a capa y espada. No sé por qué, pero aseguro que sentía verdadera admiración por él. Rompió muebles, platos, tiró puertas, ventanas, me rompió ropa y todo lo que tuviera enfrente de sus ojos. Y, desde luego me rompió a mí. Sí, él sabía muy bien cómo, dónde y con qué intensidad golpear. Recuerdo sus ojos, fuera de sus órbitas, ensangrentados con rabia, y el ceño fruncido mirándome fijamente mientras exclamaba todo tipo de amenazas y me agarraba el cuello contra la pared. Sentía una especie de muerte dentro de mí, tenía moratones hasta en las orejas, y no, nunca se me pasó por la cabeza tomar medidas legales”, ha explicado.

Salir del túnel oscuro en el que se encontraba no ha sido un camino fácil. A Lucía Rivera le costó mucho recuperarse, olvidar lo ocurrido e iniciar una nueva etapa lejos de la persona que la estaba maltratando. “Es jodidamente complicado recuperarte. Pero solamente salir de ahí te devuelve la vida que el maltratador te ha robado. Es como abrir por fin un baúl en el que estabas encerrada a cal y canto y con alguien encima que hacía resistencia”, ha confesado.

Los problemas con la comida y salud mental también han sido dos quebraderos de cabeza para la modelo. “Desde pequeña sufrí un complejo horrible por mi cuerpo. En especial tenía una lucha con mis piernas y me ponía doble leotardo cuando tenía que llevar uniforme. Las chicas nos subíamos la falda hasta el ras del culo para notar la mirada cobarde de los chicos al pasar. También me ponía un pantalón encima de otro para engañar y fingir más culo. Me obligaba a comer para engordar un poco, tener curvas y sentirme sexy como las demás niñas, porque mi delgadez era un objeto de burla, sobre todo en la pubertad”, ha expresado la influencer.

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